Perdón, por elegirte a ti. (libro 1)

CAPÍTULO 25

Contiguamente, Litzy padecía las repercusiones ineludibles de sus actos a pesar de no haber sido la causante de la falsa acusación impuesta a Adler, si en sacarlo de su vida. aún se replicaba incesantemente las palabras dichas por ella, le dolía en el alma haberlas pronunciado. Unas noches después, eran las 4:00 am daba vueltas en su cama a lo que se cambió de ropa en silenciosamente, se abrigó usando una de sus sudaderas favoritas de color verde oliva, se subió la capucha de esta y salió sigilosamente de su residencia. Camino hasta el antedicho semáforo se detuvo en seco e hizo un retroceso, cuando él la acompañaba y permanecía al otro lado de la calle solo para cerciorarse que entrara sana y salva a su casa, ella lo recreo en ese instante era como si lo estuviera viendo, evaporándose fugazmente aquel bonito recuerdo.

Algo la impulso a querer recorrer por cada sitio en el que pasaron reviviendo para sí misma la temporada más emotiva, a partir de ello secretamente salía así podía eximirse del cargo de conciencia y la perdida irreparable de Adler, en una ocasión Chris es testigo de su inhabitual rutina, ya que se encontraba con su hermano mayor iban en autobús a tempranas horas de la mañana, a penas aclaraba se dirigían a una central de abastos a un encargo de su madre debido a que no tuvo tiempo de ir. El chico la detallo tomándole una fotografía mentalmente.

Abby se le atraviesa frenándola y sacándola fuera de sí.

—Litzy te hemos estado llamando desde lejos y no te detenías —le clarifico, Abby.

—Disculpa, estaba tan concentrada ¿qué hora es? —se baja la capucha de su sudadera.

Su amiga le da un vistazo a su teléfono.

—Deberías estar arreglándote para ir a la universidad.

Grace la mira atenta sin embargo, no se veía muy complaciente, quizá ellas sabían que les ocultaba algo de gran relevancia.

—Deduzco que querrán enterarse de que me pasa —infirió Litzy—. Me limitaré a decirles que yo estoy bien, no las necesito ahora.

—¡Litzy no te vayas! sé que es grave lo que te está sucediendo —le dijo en voz alta, daphne.

Ella hace oídos sordos y se va en dirección contraria. Era normal que se distanciara de ellas ante cualquier dilema que se le presentara, sus amigas conocían de lo independiente que era emocional y socialmente. Siempre enfrentaba las peores situaciones en solitario. Le restaba unos cuantos semestres para terminar la carrera, el curso de español le asentaba estupendamente fuera de eso, sus sentimientos la estaban destrozando esos que la hacían una inútil y frágil.

Lesly percibió de pronto en su hermana una resignación.

—Te rendiste y dejarás que todo siga su cause —la rodeo por detrás con sus brazos en un intento por darle consuelo.

—Fue mi culpa, lo acusé indebidamente —agacho la cabeza y soltó en llanto.

Fue la primera vez en muchos años que ella se abría a su hermana gemela, soporto lo justo hasta que se desbordó su sufrimiento.

—¿Si te dijera que nada es imposible mientras haya esperanza?

Vuelca sus ojos llorosos y melancólicos a ella.

—¿Por qué lo dices?

—Puede que no me haya ido tan bien como quisiera, pero he aprendido de cada relación que he tenido lo bastante para entender de que no se trata de ser perfectos sino ser humildes y reconocer nuestros defectos ante el otro.

No comprendió exactamente lo que Lesly pretendía que captara.

—A ti te ha ido mucho mejor, tú último noviazgo fue con otro chico ambientalista al cual fuiste tú la que dio por finalizada la relación —enuncio Litzy gratamente.

—¿Existirá un hombre así como el tuyo? —se sienta frente al tocador.

—¿Cuál hombre? Si soy una soltera empedernida —confusa a tal cuestionamiento.

—Sé que no tiene la edad de un hombre adulto —sonrió de manera confabulada—. Unos años no definen el verdadero amor.

—Lo entendí ya muy tarde, lo perdí y jamás podre estar con él, ese es mi castigo y penitencia.

De nuevo las lágrimas en su rostro llorando desconsoladamente, aflorando la procesión que llevaba en su interior cuya reacción de Lesly fue abrazarla. Después de tener una jornada de clases extensivas, Adler llega a la mansión con un propósito en mente escarbar en la biblioteca privada de su padre, al cual este cuidaba celosamente. ascendía hacia el recinto que conservaba libros que databan de siglos de historia familiar.

—¿A dónde va joven? —interpelo Müller con disconformidad.

—Müller, tengo que escudriñar sobre alguien así que no te interpongas.

Ingreso y premedito por donde emprender su averiguación, habían muchas estanterías demasiadas para terminar en un día o en horas, evoco las anécdotas de su progenitor de que el árbol genealógico era la pieza clave si se quería saber los orígenes de uno. Se centró en un libro enorme de tapas gruesas, pesadas y empolvadas.

—Ese libro es confidencial no es apto para usted, en su adultez sabrá de su contenido —comento Müller al otro extremo del librero.

—Desde luego que no será así, busco información de un antepasado no tan lejano su nombre es Friedrich y el apellido evidentemente es el mismo que el mío.

—Justamente ese —dijo nervioso.

Adler pone en la mesa el libro que era una monografía que contenía las representaciones gráficas y circunstanciadas, enlistando los antepasados y descendientes de los mismos.

—Me he dado cuenta de que aún lleva puesto el uniforme, debería cambiarse de ropa —disuadiéndolo de prorrogar su búsqueda.

—Estoy corto de tiempo —paso la página—. ¿Me estás escondiendo algo?

Diviso en su comportamiento notoriamente que Müller sabía quien fue ese hombre y sus acciones.

—¿Vas a hablar? O ¿me seguirás encubriendo datos del caballero? —exteriorizo severamente.

—Bien, le narraré todo aun cuando su padre me lo prohibió divulgárselo —prosiguió—. El señor Friedrich, su tatarabuelo se inmiscuyo con una mujer digasmolo de cierto modo una dama de clase inferior a él, esto iba en oposición a los designios de la familia en cuanto al linaje que debía seguir perpetuándose, le dieron a elegir entre el poder y casarse con la mujer que amaba y vivir sin riquezas debido a que su hermano tomaría su lugar y se adueñaría absolutamente de todo.




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