Lesly quiso que su nuevo amigo Manuel Acevedo quien era un latino recién llegado a la ciudad fuera a cenar a su casa, él no estaba del todo seguro si sería bueno eso ya que su inglés realmente era un desastre y ver en la cara de los padres al darse cuenta de su pésimo dominio del idioma y eso era justo lo que no quería, ella logra persuadirlo de aceptar la invitación. Esa noche sentados en la mesa; el padre y la madre en cada extremo del comedor y de frente las gemelas una a la otra, al lado de Litzy se ubicó Manuel nervioso e inquieto.
—Me dice usted que estudio diseño gráfico en su pais, ¿qué aspiraciones tienes? —lo interroga el señor Thompson, mostrando su dentadura.
El joven se tensa y trata de enmascarar su infundada preocupación.
—Haré una maestría, pero aún no me decido por cuál —visibilizando su falta de práctica en la pronunciación de ciertas palabras.
—Interesante diría yo —poniendo su atención al trozo de pollo que cortaba con el cuchillo.
La señora Thompson, sin embargo, quería indagar más sobre Manuel.
—¿De qué parte de Colombia eres? —dedicando su total comprensión en él.
—Señora, Soy de la capital, Bogotá —bebió el jugo de frutas con rapidez atragantándose.
Litzy se contiene las ganas de reírse, Lesly cambia el tema con el fin de que la imagen positiva de este no decayera por completo por su torpeza.
—Papá, le conté a Manuel tu afición por las carreras de caballos, él las veía por TV cable en su país desde niño.
—¡Haberlo dicho! antes, si es todo un deleite semejante deporte, le he apostado casi siempre al ganador, eso si en esto a veces se pierde y se gana como en cualquier otro.
Al padre le agrado aquel forastero de buenos modales y gustos similares.
—Eso mismo digo yo, señor Thompson, aunque no he tenido la oportunidad de apostar —soltándose de a poco su momentánea timidez.
Las gemelas se miraron una a la otra en su lenguaje de miradas, a lo que Lesly se emboba de tanto verlo para su hermana era claramente una señal que sentía algo por él, no se opondria, ella merecía tener un romance bonito, los amores pasados fueron un fracaso disfrazado de eterno amor. Terminada la cena se dispusieron a darle continuidad a la charla grata en la sala, ya para entonces Manuel se tranquilizó dejando las inseguridades pudiendo ser el mismo, su aspecto desaliñado no le quitaba lo caballeroso y atento.
—Me he fijado que Litzy es muy distinta a lesly, creía que por ser gemelas serian idénticas en todo —dice con gracia, al hacer la referencia.
—Eso nos dicen muy seguido a mí y a mi esposa y ya viste que no —respondió el señor Thompson, reclinado en su sofá favorito.
—Fue un gusto poder distinguirlos, dado que lesly me hablo bondades de ustedes —se levantó del mueble, junto a su novia—. Me retiro ha sido una magnífica noche.
—Lo mismo pienso de ti, Manuel puedes venir cuando gustes esta es tu casa —estrechándole la mano con firmeza.
Este encendió la tele para ver el juego de beisbol que retransmitían a esa hora, su esposa se va a la cocina para ofrecerles café o chocolate con galletas, se retiran tranquilamente los dos supuestos amigos menos Litzy que prefirió quedarse con su padre. En los subsecuentes días la lucha de Adler por recuperar la movilidad en sus piernas completamente, lo hizo llenarse de paciencia y perseverancia. Un fisioterapeuta llamado vilhelm, escogido entre una lista interminable de candidatos del que fue encomendado Müller por orden del chico, sin poner objeciones sus señores a su decision dado que fue designado por su hijo. Este profesional con una experiencia larga en rehabilitación de muchas personas, esto le proporcionaba a Adler la confianza necesaria, cada sesión le parecía un reto primordialmente poder sostenerse y no tener dependencia de un soporte auxiliar. Registro en su calendario personal el número 10 de sesiones, durante el proceso de la terapia vilhelm le pide pararse en las barras paralelas, su fisioterapeuta y escolta estaban en suspenso, Adler dio unos cuantos pasos sujetándose de ambos lados de las barras superando esa primera pequeña dificultad.
—Lo estás haciendo muy bien, estás progresando —dijo vilhelm aplaudiendo.
—Tiene razón ha avanzado, joven —confirmando orgulloso de su notorio progreso.
—Quisiera de una vez por todas caminar bien como antes —declara aún sosteniéndose de las barras metálicas.
Müller se acercó a él, para animarlo.
—Usted caminará sin necesidad de las muletas y hoy le daré su nuevo celular —le susurro al oído.
Esto hace que una sonrisa baja se forme en sus labios incentivándolo a no recurrir al pesimismo, sabiendo lo que representaba tener su celular.
—Entonces, caballeros ¿continuamos? —les pregunta vilhelm que presenciaba sus murmuraciones.
—Si, si puede continuar con la terapia —apartándose.
Como lo prometió Müller le cumple lo prometido y le entrega un estuche recibiéndolo con sigilo, en su interior el celular de diseño novedoso al antiguo que usaba.
—Es de una marca americana, sé que le encantaría saber ese dato —lo desenvolvió como si se tratara de un tesoro.
—Todo lo americano me gusta, seguramente hablaste con mis padres.
Sin perder tiempo interactuo con el celular con tal de utilizarlo sin problema.
—Digamos que así fue —su manera de decirlo lo delataba, adler entendió lo que quería decirle.
—Si son las 9:00 pm eso significa que en estados unidos Litzy se encuentra en su trabajo, ¡pásame mi laptop Müller!
Inmediatamente, él se la alcanza hasta su cama y el jovencito con sus ágiles dedos teclea en un satiamen en la plataforma de búsqueda de documentos privados consiguiendo el número telefónico de ella, lo había archivado en una carpeta por si perdía su celular.
—Oiga joven, ¿acaso no dormía esta noche? —meneando su cabeza—. ¿Qué he hecho?
—La esperaré de todos modos aún no iré a clases, ni madrugar —le manifestó con una carita de satisfacción.