Perdón, por elegirte a ti. (libro 1)

CAPÍTULO 40

Progresivamente, Adler mostraba un destacado restablecimiento de su motricidad, abriendo paso a la siguiente fase de su rehabilitación, podía moverse con facilidad sin hacer movimientos bruscos, desistiendo de seguir usando alguna ayuda auxiliar y vilhelm casi culminaba su trabajo con él, satisfecho de los resultados obtenidos entretanto los ejercicios terapéuticos le asentaron estupendamente, Müller llevaba conjuntamente con el fisioterapeuta el seguimiento de sus avances plausibles. Una tarde hace acto de presencia la supuesta causante de su actual condición física según todos, carleigh no soporto ni un día más sin verlo, él era para ella su inspiración interpretada el amor que le tenía como algo poético, nunca lo soltaría estarían unidos, lo sorprendería, ya que había pedido que no revelaran el nombre de la visita, situándose en el antepenúltimo escalón con su sudadera rosa y pantalones vaqueros de jean, cabello suelto muy inusual, puesto que se caracterizaba por llevar broches o moños en su rubia cabellera, bajaba lentamente escalón por escalon Müller lo agarraba de un brazo aunque él no quería que lo hiciera, pero él fue insistente. Se miraron los dos adolescentes, sin embargo, de diferentes maneras Adler no le removía nada la visitante y a carleigh las mariposas en sus adentros se revolvían escandalosamente tan solo de tenerlo cerca.

—¡Hola, te extrañé un montón! —lo rodea con sus brazos cariñosamente.

—Hola Carleigh —la miro con frialdad—. ¿Cómo estás?

—¿Pasa algo? Parece que no quisieras que estuviera aquí —menciona desanimada.

—No es eso, es que me ha sido dificultoso salir de esta discapacidad pasajera.

Solicito que le permitieran hablar a solar con carleigh, su cuidador no está de acuerdo dado lo sucedido la última vez que casi muere, finalmente es condescendiente con su orden. Se sientan en unas sillas de mimbre artesanales con cojines marrones claro un set completo, de alto valor compradas a distancia por sus padres en Acapulco realmente estos jamás han estado allá.

—Vine porque sinceramente necesitaba hacer las paces contigo —su voz baja y murmurante le indicaba lo culpable que se sentía.

—Dejemos eso en el pasado, empezemos de cero —dirigiéndole una mirada de consideración.

—¿Seguiremos siendo amigos? —pregunto dudosa de que él ya haya cambiado de decisión.

—Te impondré una restricción, no volverás a tocar ese tema tipo amoroso ¿está claro?

Eso era lo menos que se imaginó carleigh, restringirla de esa forma inaudita e inexplicable, aunque no lo contradeciría si así conservaba su amistad por ahora se conformaría con eso.

—Está bien, me parece justo —responde con una media sonrisa—. ¿Volverás pronto al gymnasium?

— Estoy ansiando volver a estar con mis amigos y las tediosas clases, los reclamos de los maestros.

Su expresión decaída se transforma en una alegre y genuina risita tal vez recordando las travesuras que hacían en el instituto.

—Ustedes son inseparables —colocando sus ojos dulces y vivaces en él, a lo que hablaba.

—Demasiado diría yo, somos un trío de causas perdidas —dice distraído en el agua cristalina que caía de la fuente del querubín llamada así por la figura en su cima.

El piso de porcelanato le confería a aquel espacio del palacio un confortante junto a las figuras de piedra caliza que se apreciaban por doquier, puestas a simple vista, ese era uno de los varios sitios que hacían parte del fino inmobiliario. El descendiente de la incógnita familia y a la vez destacada en el círculo social de los grandes hombres de negocios y dueños de montañas de riqueza europeas, se aprestaba en su nueva venida a clases. En las noches era el único momento oportuno para comunicarse con Litzy a gusto sin tanto contratiempo, la pelirroja marcaba en su almanaque los días faltantes para reencontrarse y la ilusión que le causaba saber que estaría en nueva york, ella se preguntaba en su cabecita ¿habrá cambiado en algo? ¿será el mismo chico educado y directo? A menudo Litzy acreditaba el disimulado flechazo entre su hermana y Manuel salían con cierta regularidad, permanecía en el andén cada que la pareja de amigos se marchaba a entretenerse en cualquier plan que tuvieran, era inteligible que surgiera un romance entre ellos. Una mañana los esposos dialogaban asuntos privados, era habitual esto en cuanto a sus responsabilidades el señor Waltmanhausen se impacientaba en esa ocasión llevaba su traje ejecutivo tradicional, largo abrigo del mismo tono de su saco y pantalones, zapatos ilustrados, su esposa vestía su atuendo formal para reuniones y viajes de trabajo fueron interrumpidos por las pisadas de Adler que resonaban como ecos.

—¡Es confortable verte con tu uniforme otra vez! —manifiesta su madre—. Estás caminando solo, hiciste una grandiosa labor de acompañamiento con Müller.

—Gracias, señora, fue grato para mí ejercer esa función —respondio Müller.

Descendía, a la par con el chico.

—Estupendo, tener que ponerme esté aburrido uniforme —gruño Adler.

—Haré de cuenta que no oí nada —le respondió inaudible,Müller.

—Hijo, ¿cómo te sientes de regresar a tus estudios? —pregunto su padre a lo que le ajustaba la corbata de su uniforme, admirándolo por breves instantes, ya su retoño lo había empatado en estatura.

—¡Feliz! Eso creo, con permiso me voy a estudiar.

Le da un beso en la mejilla a su mamá haciéndole el quite a las muestras de afecto exagerados de sus progenitores.

—No olvides que tu padre quiere que vayas con él a la nueva sede de la farmaceutica —declaro la madre como un recordatorio para su hijo.

En el instituto, Frederick se topa impensablemente con su primo está de vuelta, en el recibidor conversaban con sus dos mejores y leales compañeros, se mofaban de cosas adsurdas, supuso como resultado por la bulla de estos. El estremecimiento se apoderó de él, su primo con el que tenía una cercana simpatía se enterase de sus andanzas nada envidiables, no sabría como enfrentar sus acusaciones, le favorecía escabullirse hasta obtener la suficiente valentía de darle la cara. A solas en el aula de clases de geografía mientras enrollaban los tres estudiantes el enorme mapa físico del mapamundi, uno de ellos en concreto jaim le menciona un pormenor que no paso por alto Adler.




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