—¡Oh hija! Estás muy guapa, ya sé que tú eres guapa por naturaleza pero esta ropa es tan diferente de lo que llevas normalmente…Me encanta que te arregles así, de verdad cariño que estás estupenda.
—A mí no me entusiasma demasiado. Fue idea de Esther más que mía, me siento disfrazada, esta no soy yo, pero bueno, por complacerte lo hago, que conste.
—Gracias por darme ese gusto, ya sé que tú no eres de reuniones sociales. Pero debes conocer gente y… — viendo la mirada que le dedicó su nieta sabía que no quería hablar del tema y le dio un gran abrazo—¡Feliz cumpleaños hija!
—Ya sabes que a mí no me interesa conocer gente abuela y muchas gracias…por todo. Tú nunca me fallas, sólo por ti hago cosas que detesto, te quiero mucho, no te lo digo lo suficiente, yo no soy demasiado sentimental pero es importante para mí que lo tengas presente. Hablando de cosas desagradables…¿Dónde está Helena?
—Dirás tu madre—Clara asintió resoplando—Salió antes de la fiesta dijo que iba a dar una vuelta por el pueblo.
—Ojalá no aparezca hoy. No quiero ningún espectáculo delante de tanta gente. Por cierto ¿Quién ese, el que está con Darío y Esther?—se quedó observándolo por encima del hombro de su abuela.
—Oh ese es mi nuevo nieto adoptivo—la mujer sonrió mientras lo decía—Se llama Dani, vivió aquí cuando era pequeño. Yo conocí a sus padres, eran excelentes personas y por lo poco que he conocido de él, es muy agradable. Es nuestro vecino, vamos te lo presentaré.
—Mejor no, ya te he dicho que no quiero conocer…—una voz masculina la interrumpió.
—Hola, tú debes ser la cumpleañera ¿No?—le dedicó una de sus famosas sonrisas
—Sí, algo así. Tú eres el nuevo nieto adoptivo de mi abuela—lo dijo con un tono de voz muy seco y con una mirada fría—Ya me lo ha contado y no estoy de acuerdo pero bueno allá ella. Si me disculpas, mi amiga me reclama—pero una mano agarró su muñeca—¿Qué crees que estás haciendo?—estuvo a punto de darle un puñetazo de los suyos.
—Presentarme yo soy Dani, pero ¿Cuál es tu nombre?
—¿Qué te importa? Es más ¿Por qué me debería importarme a mí quién eres? Estás aquí porque me pidieron que te hiciera el favor—lo miró y en ese momento se dio cuenta que tal vez se había pasado un poco de la raya, suavizo el tono de su voz— Pero mira para que veas que soy buena te lo diré. Soy Clara ¿Contento?—y dicho esto ahora sí se fue.
Dani se quedó pensativo un segundo, el carácter de esa chica le sonaba bastante. Fuerte y vacilante, ensimismado en sus pensamientos no notó la presencia de Esther a su lado.
—¿Qué ha pasado, estás bien? Mi amiga a veces es un poco borde. Bueno la verdad bastante borde y cortante, pero no es así en realidad. Es su escudo contra el mundo, espero que no te haya soltado ninguna de sus perlas.
—La verdad es que no ha sido muy simpática, pero tiene razón, yo estoy aquí de favor y debería irme.
—¿Te dijo que te fueras?—preguntó sorprendida.
—No, no lo hizo pero sé leer entre líneas. Supongo que es lo que quiere.
—No te vayas, quédate hazme caso—la música empezó a sonar—Baila conmigo, tu amigo está más ocupado por beber y comer que en bailar.
Clara estaba apoyada en la mesa donde estaban las bebidas. Estaba observando el panorama. No sabía porque le había hablado así a ese pobre hombre. Ni siquiera lo conocía. Pero cuando lo miró a los ojos, vio algo que no le gustó…No le gustó que le gustara lo que estaba viendo, y eso la enfureció. Desde su sitio privilegiado, no le quitó los ojos de encima y eso aún la irritó más ¿Por qué lo hacía? Tal vez porque era guapo, muy guapo.
Recordó lo que le había dicho a su amiga aquella mañana: «No sólo es increíblemente guapo, además es simpático, agradable…» Era un hombre alto, de constitución fuerte, su pelo estaba entre el rubio tostado y el castaño, su cara era fina, no tenía barba, y eso lo hacía parecer más joven. Tenía los ojos más hermosos que ella hubiera visto jamás. Tan azules como el cielo, también sus largas pestañas le hacían parecer casi angelical.
Y en realidad parecía simpático… Cuando se dio cuenta en todo lo que se había pasado por la cabeza se abofeteó mentalmente. «No pienses en él, sólo es un tío más como cualquier otro» Reflexionó sobre eso y se dio cuenta que ni ella se lo creía.
La puerta de la casa se abrió y llegó quién ella no quería. Helena estaba allí, y estaba totalmente ebria.
—Oh Clara, querida—casi ni se le entendía lo que decía, arrastraba mucho las palabras—¡Feliz cumpleaños hija!—fue tambaleándose hacía donde se encontraba su hija e intentó abrazarla pero Clara se quedó inmóvil.
—Mamá ¿Estás totalmente borracha? Ya no sabes que más hacer para humillarme.
—¿Eso es lo que piensas de mí, que te humillo?—cogió una cerveza y se la bebió toda de un trago—Yo no te humillo. Te humillas tú solita quedándote en este asqueroso pueblucho, siendo analfabeta en lugar de vivir conmigo. Podrías haber estudiado una carrera, vivirías como una reina, tendrías viajes, y una fila de hombres interesantes esperando por ti. Pero no, tú insistes en permanecer aquí, rodeada de animales y paletos. Tú y yo sabemos que estás por encima de cualquier asqueroso pueblerino. Mírate, apenas te has arreglado un poco y pareces una mujer de verdad, y por cierto, bellísima. Eso lo has sacado de mí sin duda. Lo de la terquedad y el orgullo le has salido al patán de tu padre. Es una lástima. Nunca llegarás a ser nadie, igual que él—cogió otra cerveza al terminar de hablar.