Perdóname ángel ( Trilogía Destino #2) (2013)

CAPÍTULO 11

—Y esta es mi yegua, se llama Lluvia, ¿te gusta?

—Sí, es muy bonita ¿Puedo montarla?—preguntó el niño con los ojos llenos de ilusión.

—No puede ser, es muy mayor, ya nadie la puede montar. ¿Pero sabes qué? La puedes acariciar y cepillar, eso le gusta.

Clara subió al niño sobre sus hombros para que pudiera tocar el lomo de Lluvia. Estaba encantado, llevaba allí casi toda la tarde y disfrutaba con cada cosa que iba descubriendo. Por primera vez en mucho tiempo, Clara disfrutó tanto como el propio Luca, estuvieron todo el día pegados, se reían jugaban y sobre todo lo pasaron muy bien el uno con el otro. Cuando terminaron, salieron del establo y se sentaron en el escalón de la puerta de la finca para esperar a que Carlo recogiera a su hijo, esa era la intención pero terminaron los dos jugando en la hierba.

Desde el otro extremo de la calle, alguien los estaba observando por su gran ventanal, pensaba que lo que estaba viendo no podía ser verdad. Ver a la fría Clara revolcándose por la hierba con un niño jugando y riendo. No parecía la misma mujer que lo enfurecía constantemente con sus palabras, parecía tan niña como Luca, se la veía disfrutar y ser feliz, jamás la había visto de ese modo. El corazón se le encogió al pensar en ella con sus sobrinos, al parecer le encantaban los niños, sólo que nadie lo sabía, ni ella misma. Se quedó observando la escena un poco más, por primera vez admitió que la joven no le era indiferente. Su pulso se aceleraba tan sólo con pensar en ella, y ahora que estaba comprobando que no era tan dura ni tan fría como él pensaba, creyó estar volver reviviendo lo mismo que unos meses atrás sucedió con Lucía. Le estaba cogiendo más cariño de lo que debería a Clara y eso que con él jamás fue dulce ni amable, pero había algo en aquella ruda joven que no lo dejaba pensar en nadie más. Se le dibujaba una gran sonrisa en la cara cada vez que la veía con Luca encima, pero esa sonrisa se disipó con la llegada de cierto italiano.

Ciao ¿Cómo ha ido todo por aquí?—Carlo saludó a su hijo con un gran abrazo, a ella le pasó la mano por el hombro y le dio dos besos para saludarla, a ella no le gustó demasiado pero no quería montar una escena delante del pequeño.

—Todo muy bien, Luca es increíble, se ha portado muy bien. Me ha encantado tenerlo por aquí.

—Ojalá pudiera venir cada día a salir del cole ¿Tú crees que pueda hacerlo papá?

—No lo creo, tu amiga tendrá trabajo que hacer no puede estar todo el tiempo contigo.

—Bueno la verdad es que recientemente me quedé sin trabajo, no me importaría quedarme con él mientras encuentro otra cosa y…

—¿Quieres ser la… como se dice… —no sabía como se decía en castellano—La cuidadora, no… ¿niñera? de Luca? Te pagaría bien y le quitarías gran trabajo a Nana, que lo adora pero no puede seguirle el ritmo.

—Yo no sé qué decir, el dinero me vendría genial pero no podría cobrarle por estar con él porque me encanta.

—Sólo tienes que decir sí bella. Es sencillo, podrías recogerlo del colegio y traerlo hasta aquí, yo vendría a recogerlo. Vamos sólo tienes que darme el sí. Parece que le has caído muy bien.

—Está bien, pero sólo de lunes a jueves, de viernes a domingo te quedarás con Nana y tu padre.

—Trato hecho—el niño trepó por el cuerpo de Clara para darle un gran beso—Ahora voy a ver a la nonna para darle la noticia y despedirme de ella—el niño salió corriendo hacía la casa.

Se habían quedado solos. Dani estaba bastante molesto con la familiaridad con la que la joven trataba al caballero italiano. Ojalá a él lo tratara igual. Estaba furioso por estar molesto, se dijo a sí mismo que no estaba celoso de aquel hombre, no tenía por qué estarlo, ella no era nada suyo, pero se lo llevaban los demonios. Finalmente salió a su encuentro, no se lo iba a dejar tan fácil.

—Hola vecina ¡Cuánto tiempo si verte!—le pasó el brazo por los hombros mientras fulminaba a Carlo con la mirada. Ella no reaccionó simplemente no se movió, se dijo que ya le daría su merecido cuando se fuera la visita, por fin articuló palabra.

—Sí la verdad es que he estado ocupada. Este es el detective Condetti, detective, él es el doctor Gallego.

—Encantado de conocerlo detective—se saludaron con un apretón de manos, casi se la parten el uno al otro.

—Igualmente doctor, nos vamos a ver bastante a menudo por aquí, igual hasta nos hacemos amigos ¿Usted que cree?

—¿Y cómo es que está por aquí detective? ¿Está investigando algo o a alguien por aquí cerca?—cada ironía que decía, lo enfadaba más.

—No exactamente, no es por motivo laboral sino más bien personal—su mirada se posó sobre Clara que no sabía muy bien porque se había quedado entre los dos hombres—Aquí la señorita es la nueva cuidadora de mi hijo, pasará aquí todas las tardes y yo vendré a recogerlo.

—No me habías dicho que habías encontrado trabajo Clarita—sabía que odiaba que la llamaran así, el sumaba y seguía, no sabía la que le iba a caer encima.

—Es que ha sido hace poco, pero creo que tienes bastante con tu vida como para que yo te cuente la mía ¿No es cierto vecino?—soltándose por fin del brazo posesivo de Dani, se dirigió al pequeño Luca que ya había regresado—Nos vemos mañana campeón, ¿de acuerdo?




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