Perdóname ángel ( Trilogía Destino #2) (2013)

CAPÍTULO 19

Algunos meses después…

—Esther llevas llamándome todos los santos días desde hace un mes. Sé que estás nerviosa, te casas en dos días, pero ya hemos repasado todo y está bien, haz el favor de tranquilizarte.

—Llevo meses sin verte y por teléfono no se prepara una boda, me has dejado tirada—la chica estaba prácticamente llorando.

—Yo no te he dejado tirada, me tuve que ir y punto—suspiró pensando el motivo—Sabes que llevamos planeando tu boda desde hace años, incluso antes de tener novio.

—Tienes razón, perdóname es que me haces falta ¡Me caso en dos días! ¿Te lo puedes creer? No me dirás que no piensas venir ¿Verdad?

—No me lo perdería por nada del mundo. Al fin y al cabo me has rogado que sea tu testigo, si no voy me matas.

—Exacto—se quedó pensativa—¿Sabes quién es el otro testigo no?

—No, pero me lo puedo imaginar—sabía perfectamente a quién se refería—Tranquila no va a pasar nada que te fastidie el día más feliz de tu vida, te lo prometo.

—¿Lo echas de menos? Quiero decir que si lo sigues queriendo—la chica estaba empeñada en unirlos.

—Te mentiría si te dijera que no, pero es algo con lo que tengo que vivir. Sé que lo veré y lo pasaré mal, estoy concienciada, encontrará a alguien mucho mejor que yo, más a su altura.

—Eres una tonta, él dice exactamente lo mismo de ti ¡Vaya par de idiotas! Pero bueno es cosa vuestra. Cambiando de tema ¿Cómo te va en la fundación?

—Me va muy bien, aprendiendo muchísimo allí. Entre eso y que estoy estudiando para poder graduarme, estoy bastante liada pero contenta. En un par de años iré a la universidad, esos son más o menos mis planes. En la fundación no me pagan gran cosa, pero gracias al dinero de la venta de la finca realizaré mis sueños.

—Me alegro por ti, ya era hora amiga que tus sueños se cumplan ¿Cómo vas con los criajos de la fundación?

—Estupendamente, a pesar de sus limitaciones por su enfermedad, son unos amores, los quiero muchísimo, ellos llenan una gran parte de mi vida. Es increíble lo felices que son teniendo en cuenta por lo que están pasando, radioterapia, la quimio, y ellos siempre con la sonrisa en la boca y los que estamos bien de salud amargándonos por cosas insignificantes.

— Pues sí, es la triste realidad. Llegarás mañana por la noche ¿Verdad? Y recuerda, directa a mi casa, nada de excusas.

—Que sí, no te preocupes allí estaré mañana por la noche en carne y hueso—dijo riendo—Y por favor… ¡No me llames más!

—De acuerdo hasta mañana, besos.

Llegó a su pequeño apartamento, puso a cargar el móvil y abrió el frigorífico. No tenía casi nada para cenar pero tampoco tenía mucha hambre, así que se dio una ducha y se puso a estudiar para su examen del día siguiente.

El examen le salió bastante mejor de lo que se imaginaba, estaba realmente contenta, cuando salió del centro se fue directa a la fundación, quería pasar a ver a los niños antes de irse.

—¡Hola Clara!—dijeron los niños al unísono.

—Hola gorrioncillos ¿Qué tal vuestro día?—preguntó con una gran sonrisa.

—Hoy me tocaba quimio—añadió una de las niñas, tenía la cara pálida  y ojerosa pero su sonrisa seguía ahí—He vomitado un poco, pero me han dicho que ya me queda poco tiempo de esto, que me voy a poner bien pronto.

—No sabes cuánto me alegro—la besó—Me tengo que ir, me ha surgido un viaje pero el lunes estaré aquí, prometido.

—No te vayas, queremos darte una cosa—dijo otro de los niños, le dio una carpeta llena de dibujos que habían hecho para ella—¿Te gustan?

—Son increíbles, me encantan. Me los llevaré conmigo para acordarme de vosotros, muchas gracias, y ahora sí que me voy.

Unas horas después, llamó a casa de Esther y Darío.

—Hola primita—le dio un gran abrazo del oso, el mismo que en otro tiempo Clara lo habría amenazado de muerte si lo hacía—¡Guau! Estás genial—dijo dándole una vuelta.

—Tú que me ves con buenos ojos primo ¿Donde está la histérica de tu novia? Me tiene atacada de los nervios.

—Está dentro, charlando con… bueno ya te imaginarás—confesó algo incómodo.

—No te preocupes, no pasa nada no te sientas mal, tarde o temprano iba a suceder. Somos adultos civilizados—«Casi» pensó ella.

—¿Dónde está la novia más insoportable del mundo?—preguntó entrando a la cocina.

—¡Has venido! ¡Has venido de verdad!—gritó mientras corría hasta ella.

—Claro que he venido. Me hubieras descuartizado si se me ocurre la idea de faltar—se liberó de su abrazo y giró su cabeza, allí estaba él, observando hasta el más mínimo detalle—Hola ¿Qué tal?

—Hola muy bien, aquí con estos dos, ayudando en lo que se pueda—estaba totalmente desconcertado con ella, no pensaba que iba a ser todo tan normal, tan tranquilo.

—Se hace lo que se puede, y la verdad no hay mucho que hacer con estos dos, no tienen remedio.

Allí estaban de nuevo, frente a frente. Clara había cambiado mucho desde que la conoció, ya no era tan ruda, contestona y salvaje. Parecía más madura, su manera de vestir, de hablar y hasta de expresarse con otras personas, era otra mujer, estaba más radiante que nunca.




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