—Por fin puedo acercarme a ti sin que parezca que te estoy acosando—la mirada que ella le dedicó le recordó a la primera vez que se vieron, era igual de afilada—Para tu información esto no ha sido idea mía, me siento tan engañado como tú.
—Menuda encerrona, espera que los ponga en su sitio, les va a durar poco eso de hasta que la muerte os separe, pero no hoy.
Se pusieron a bailar, ninguno de ellos quería decir nada. Sólo disfrutar aquella última vez el uno con el otro. Pero aquel silencio se rompió.
—Estás muy guapa así, te sienta muy bien—el joven se sonrojó, jamás en la vida le había pasado eso, aparte que estaba nervioso.
—Gracias—sonó demasiado seco—Pero mi mejor amiga sólo se casa una vez, así que estoy aprovechando la ocasión.
—¿Por qué te fuiste? ¿Por qué te despediste de esa manera? No entiendo por qué haces las cosas de esta forma.
—Así soy yo, con carácter. Aparentemente indestructible. Pero a la hora de la verdad soy cobarde—le respondió con toda la sinceridad de la que era capaz de tener en su interior—No son formas de hacer las cosas, eso lo sé, pero fue la única que se me ocurrió. Me fui porque tenía que enterrar una parte de mi vida. Que tu madre sea una asesina y que intente matarte no es muy fácil de superar.
—Siento todo lo que pasó, también siento no poder haber estado contigo cuando todo ocurrió, no pudiste desahogarte con nadie, ese fue mi error.
—¿Tu error? No lo creo. Yo decido con quién hablar y con quién no. Jamás he necesitado a nadie al que contarle mis cosas, salvo como ya sabes a mí misma. Ni la propia Esther sabe la mitad de mi historia.
—Haya pasado lo que haya pasado, yo sigo aquí igual que hace meses, te sigo esperando pero no te sigo queriendo de la misma forma que antes. Te quiero más que nunca y te quiero conmigo al precio que sea.
—¡Para ya! No digas más, no quiero saberlo. Es lo último que necesito escuchar. Puedes tener a la mujer que quieras, de eso eres bastante consciente. Ve a buscarla, una que sí esté a tu altura, que no te deje en ridículo, que no te estorbe, que no haga todo lo que yo he hecho, piénsalo—la canción terminó y ella se marchó afuera, estaba anocheciendo, hacía algo de fresco pero se sentó en la parte baja de la escalera que conducía a una planta superior.
Estaba siendo débil de nuevo, estuvo a punto de caer otra vez, de creer todo lo que le decía, se le aflojaron las piernas sólo de pensarlo. Ella sentía lo mismo que él, aquel amor que nació meses atrás no tenía nada que ver con los sentimientos que albergaba ahora. «Sólo unas horas más y todo acabará» Pero la soledad le duró poco, él volvió aparecer.
—Huyes porque sabes que yo tengo razón y lo que tú has dicho son puras barbaridades, no tienes por qué tener miedo ni dudas, porque yo no las tengo.
—Para ti es fácil hablar—se puso de pie frente a él—Estás tan acostumbrado a todo esto que te da igual. Sé cómo se juega a esto, cuanto más me resisto más te llamo la atención, entonces el día que yo caiga y tú te canses, me dejarás y buscarás a otra, es así de fácil.
—No tienes ni idea de lo que estás diciendo. ¿De verdad piensas eso? Creía que me conocías un poquito—ella no se le ocurrió otra cosa que echarse a reír, sólo lo hizo para no derrumbarse en su presencia.
—¿Sabes qué? El que no tiene ni idea eres tú. Cuando me fui, fingí que estaba bien. Todos me creyeron, absolutamente todos. Entonces me di cuenta que nadie me conocía en realidad, la única que me hubiera calado ya no estaba. Sí, me creyeron todos, menos yo misma, sabía que todo lo que sentía dentro de mí, me dolía. Nadie se dio cuenta que en ese momento estaba peor que nunca. Me fui cambié mi vida, cicatricé casi todas mis heridas, y de repente llegas tú y ¡Pam! Otra vez vuelvo a lo mismo. Si lo que quieres oír es si me he olvidado de ti, no. No lo he hecho ¿Te quiero? Claro que sí, muchísimo. Pero como sé que mereces algo mejor me aparto de ti. Me sacrifico por tu bien.
—Pues no te sacrifiques, porque mi bien lo tengo justo enfrente. Sé que a veces nos sacamos de quicio mutuamente, pero te acepto tal y como eres, porque si no fueras así, jamás me hubiera enamorado de ti. No quiero cambiarte, me encantas así. Pero si quiero que crezcas y seas mejor cada día. Quiero que alcances tus sueños, verte brillar y estar ahí contigo en las buenas y en las malas. Te respeto, confío en ti y te admiro por la gran persona que eres. Conozco tu pasado, tus secretos, tus errores, pero jamás te juzgaría, sé que tú tampoco lo harías conmigo. No pienso rendirme cuando se nos presenten retos como éste, estoy seguro de que lo nuestro vale la pena—cuando la miró la vio como jamás pensó verla, estaba hecha un mar de lágrimas, no se había dado cuenta mientras hablaba, sus palabras le estaban llegando muy adentro y entonces decidió darle la puntilla—Te he visto en tus peores momentos y sigo pensando que eres la mejor persona que he conocido. Por favor deja tu orgullo y tus teorías absurdas, quédate conmigo, te quiero.
Clara seguía llorando como una magdalena, hasta ese momento no sabía que pudiera llorar de alegría, en ese momento estaba feliz, dichosa, pero no podía articular palabra, entonces lo único que se le ocurrió fue huir nuevamente.
Entraron a la fiesta, eso sí él por su lado y ella por el suyo. Dani estaba totalmente desconcertado, después de aquella conversación pensaba que ella por fin despejaría todas sus dudas. Hasta lloró por sus palabras pero una vez más huyó, le encantaría resolver ese enigma. De la nada nació una melodía bastante conocida pero la voz no era la del intérprete que todos conocían, era fina, aterciopelada y bonita.