Perfecta Coincidencia

Capitulo-1

Corría por los pasillos, jadeando suavemente. Sabía que llegaba tarde a la clase de Literatura, y la presión aumentaba con cada paso. Me había demorado buscando un viejo manuscrito que había escrito para la profesora Miranda, uno que pensaba que sería perfecto para ella… pero ahora todo el mundo lo sabría. ¡Era una total y absoluta metida de pata!

Abrí la puerta de golpe y esta se estrelló contra la pared, haciendo un ruido estruendoso que me hizo sentir como si todos los ojos del salón se clavasen en mí. Sentí que el aire se espesaba y que el silencio me empujaba hacia el centro del universo, donde todo giraba alrededor de mí y de mi vergüenza. Tragué saliva con fuerza, incapaz de disimular mi nerviosismo.

—Lo siento, profesora Miranda… Llegué tarde porque no encontraba un manuscrito —me justifiqué, visiblemente avergonzada, con el rostro encendido de incomodidad.

La profesora no parecía alterada, solo levemente molesta, pero su tono dejaba claro que esperaba más responsabilidad de mi parte.

—Está bien, señorita Cooper, pero como puede ver, no quedan asientos disponibles. Si vuelve a llegar tarde, le daré la clase en otro horario —dijo sin levantar la voz, pero lo suficientemente clara para que todos la escucharan. Bajé la mirada, sintiendo un calor incómodo en las mejillas, como si todo el salón me estuviera juzgando.

Justo cuando estaba a punto de buscar alguna excusa más para escabullirme de la situación, un chico de la segunda fila levantó la mano y comentó, casi como si estuviera esperando el momento perfecto para intervenir.

—Profesora, hay un lugar vacío al lado de Drean —comentó el chico, señalando hacia un asiento en la parte trasera del salón. Le lancé una mirada agradecida, y él me devolvió una sonrisa cómplice con un pulgar arriba, como si nos hubiésemos aliado en ese instante.

Drean Hodland. El chico nerd, callado, siempre apartado del resto. Lo poco que sabía de él era que no hablaba con nadie. Era un misterio, siempre tan distante. Lo que más destacaba era su actitud de observar sin ser visto. Sin embargo, había algo en su mirada… como si siempre estuviera prestando atención a cosas que los demás pasaban por alto. Algo en él despertaba mi curiosidad.

—Siéntese junto al joven Hodland —ordenó la profesora, de manera casi automática. Asentí sin decir palabra, sin atreverme a contradecirla.

Sabía que Drean siempre se sentaba cerca del fondo, en la tercera fila desde atrás. Caminé entre las mesas con el corazón acelerado y un nudo en la garganta. Cada paso que daba me hacía sentir más expuesta, más nerviosa, como si todos los ojos en el salón estuvieran fijados en mí. Finalmente, me senté junto a él, sintiéndome pequeña y ruidosa en comparación con su quietud.

Lo observé de reojo, notando cómo no se inmutaba. Llevaba un gorro negro que le cubría parte del cabello oscuro como la noche. Sus ojos, de un gris tan intenso que parecían ver a través de mí, estaban fijos en la pantalla de su celular. Vestía una camisa de cuadros rojo vino bajo una sudadera oscura, jeans holgados y tenis deportivos negros. Todo en él parecía ser parte de una aura distante y solitaria, como si nada ni nadie pudiera perturbar su concentración.

Sí. Soy muy observadora… y ahora mismo, muy nerviosa. Pero la curiosidad me pudo. Si él era el chico silencioso, yo la chica tranquila… ¿qué pasaría si tratáramos de hablar?

—Este año trabajarán en pareja —anunció la profesora Miranda, interrumpiendo mis pensamientos. Su voz resonaba en el aula, una de esas voces que exigían atención sin esfuerzo—. Con su compañero de mesa, discutirán su libro favorito y elegirán un género. Luego, escribirán una historia juntos para la siguiente clase.

Tomé una hoja de mi carpeta, junto con un bolígrafo. Lo miré de nuevo. Drean no parecía tener intención de hablar. Sus dedos se movían sobre el móvil con una concentración tan extrema que me preguntaba si realmente me había notado en absoluto. Inspiré y, con delicadeza, toqué su hombro.

Un escalofrío me recorrió la piel, como una chispa eléctrica. Él se tensó levemente, pero giró su rostro hacia mí con expresión neutral, como si nada estuviera ocurriendo.

—¿Qué libros te gustan? —pregunté, buscando sonarme tranquila. Sin embargo, mi voz tembló un poco. Mi corazón latía con fuerza, como si estuviera a punto de embarcarme en algo más grande de lo que imaginaba.

—Misterio, romance, fantasía… cualquiera —dijo sin rodeos, sin mirarme del todo, como si no quisiera darme demasiada información.

—Yo uso una app para lectores y escritores que se llama Wattpad —comenté, decidida a encontrar algún punto en común—. Hay libros buenísimos: Mi amor de Wattpad, A través de mi ventana, After, Enamorada del chico no perfecto…

—Sí, la tengo también —respondió, con una leve inclinación de cabeza. Pero lo más sorprendente fue que, aunque su tono era neutral, noté algo en su expresión que me hacía pensar que, tal vez, realmente compartíamos algo.

¿Eso era una sonrisa diminuta en la comisura de su boca?

—¿Puedes creer que tienes gustos similares a los míos? —dije, aliviada—. ¿Tienes usuario allí?

—DreanH.

—¿Qué? —me sorprendió la forma tan repentina en que lo dijo, como si fuera algo que ya tenía decidido.

—Ese es mi nombre de usuario.

—Oh… está bien. —Respondí, aún un poco sorprendida por la rapidez con que había soltado esa información.

—¿Desde cuándo lees? —preguntó, ya con más curiosidad. Se veía más relajado, como si, quizás, la conversación le interesara más de lo que pensaba.

—Desde los nueve —contestó sin titubear—. ¿Tú?

—Nueve o diez, más o menos —respondí con una sonrisa tímida. Parecía que ya estábamos arrancando una conversación más fluida, como si las palabras empezaran a salir solas, sin el temor inicial.

—¿Escritor favorito? —preguntó él, desinteresado, pero de alguna manera interesado.

—Ariana Godoy y Joana Marcus —dijimos los dos casi al mismo tiempo. Nos miramos, ambos sorprendidos de haber coincidido en esa pequeña gran coincidencia. Lo miré con los ojos muy abiertos.




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