Capítulo 24

- ¿Y qué quieres que hagamos? -le preguntó Nieves.

Rafsa formó una sonrisa ladeada.

- Para que todo vuelva a su sitio, tienen que destruirla -contestó.

¿Matarla?... No me gusta pensar en hacerle daño a alguien.

- ¿Podré volver a mi mundo? -preguntó esperanzada Nieves. No sé cual ha sido su vida antes de venir a este mundo, pero en algo que tengo claro, es que ha sufrido.

- Así es, querida, tómalo como una segunda oportunidad de hacer bien las cosas, tú me entiendes -le giñó un ojo y Nieves bajo la mirada.

Pero aún no hay algo que entiendo.

- ¿Por qué no lo haces tú? -él es un deidad ¿no? Él es más fuerte.

- ¡Oh, es verdad! Soy una criatura magíca, ¿Cómo no se me había olvidado?.

- Bien, bien, no hay necesidad de ser así.

-  Soy un Psicopompo, mi deber está en guiar las almas, no soy poderoso cuando estoy en forma física, además, lo que les estoy diciendo es una misión que me otorgaron, yo no soy el que manda aquí -respondió.

Esto está más confuso que los sentimientos de Elf y Dustin.

- ¿Estás diciendo que todo esto, lo tenemos que arreglar nosotras? -Nieves nos señaló a las dos.

- Sí, ustedes fueron las elegidas.

- ¡¿Cómo que las elegidas?! -preguntamos Nieves y yo.

Dios, el universo, el destino... ¿Qué les hicimos para merecer esto? Quiero llorar~.

- Creo que voy a morir por segunda vez -dijo Nieves sobando sus parpados.

- Exageradas -bufó Rafsa- Ya es hora de irse.

¿Qué? ¡No!

- ¡Espera! ¡¿Cómo la detenemos?! -pregunté alterada. Aún no lo ha dicho y ya nos está echando, no tengo la mínima idea de cómo lo vamos a hacer.

- En la oscuridad, una salida encontrarás y el sentimiento de dolor desaparecerá.

¿Qué carajos?

Antes de que hablaramos de nuevo, él lanzó una luz que cegó mis ojos.

Una inmesa oscuridad me consumió, para después dar ese respiro que sabes que estás viva.

Al abrir mis ojos,  me senté con un movimiento rápido, deseando que todo lo que acaba de pasar fuera un sueño... pero no fue así.

Lo primero que resiví fue un abrazo.

- ¿Ragnar? -pregunté.

No tuve tiempo de seguir hablando porque sus labios sellaron los míos.