Perfectamente Mia

2

Antes

 

Antonella poso para las fotografías, mostrándose en diferentes vestimentas.

—¡Listo por ahora! —gritó el director, Antonella dejo de sonreír y aplaudió —Te ves bellísima querida, esos treinta te sientan bien.

 

La fémina rio y dio vuelta, ocasionado que su vestido de inflara por el aire.

—Aun no soy vieja, solo es un año más, de hecho, trato de mantenerme lo más joven posible —explico, tocándose su rostro.

 

Y es que para Antonella era esencial mantenerse bien para su esposo, había acudido a un cirujano por su rostro. Se despidió del hombre y camino hasta su hermana quien toda su atención estaba en su móvil.

 

—¿Vamos? —pregunto, llegando a su lado, la joven guardo su móvil y asintió —en dos noches será mi fiesta, deberíamos ir por un vestido para ti, ¿Qué dices Cinnia?

 

Cinnia sonrió y negó.

—No es necesario, ya tengo uno y me gusta bastante—Alego, feliz. Antonella sonrió y negó. Le gustaba ver a su hermana menor feliz, después de tanta insistencia por parte de su madre, Cinnia había decidido tener novio y presentarlo ante la familia.

 

—Debo subir primero a la oficina de Pietro, ¿Quieres venir? —Cinnia respondió que no, solo la esperaría a fuera del edificio.

 

Antonella aun vestida con el vestido blanco y largo, subió por el ascensor hasta el ultimo piso donde se encontraba la silenciosa oficina de su esposo.

 

—Señora —saludo la secretaria, inclinando su cabeza con una amable sonrisa pintada en sus labios, la fémina le devolvió el saludo y se adentró a la oficina. Detrás del escritorio, un concentrado Pietro se encontraba, que en ningún momento levanto la cabeza, sabia de memoria quien era, su perfume suave y dulce la delataba. Muchas veces había protestado que no le agradaba el olor, era muy fuerte para su gusto.

 

—Pietro, cariño —dijo, Antonella, llegando a su lado y tocando su hombro—. Termine mi sección, me iré a casa, quiero supervisar los preparativos, no deseo que falte nada y…

—¿No ves que estoy ocupado? —bramo, fastidiado, las manos de la fémina dejaron de tocar su hombro —. Te dije que prepararas todo sola, no es necesario que estes aquí cada que puedes, tengo trabajo.

—Solo quería saber si iras a almorzar a casa—musitó.

—Lo dudo. Tus fotos serán publicadas pronto, puedes irte —sentencio, retomando su trabajo sin importarle el hecho de causarle dolor a su esposa con sus duras palabras.

 

Antonella asintió y nuevamente bajo hasta la entrada del edificio, fingió una sonrisa cuando estuvo cerca de su hermana, la cual si noto su cambio de humor.

—¿Qué sucedió? —preguntó Cinnia.

—Estaba cansado, tiene mucho trabajo y no ira a almorzar —mintió, caminando hasta su auto, aguantando las ganas de llorar, si le decía a su hermana que su matrimonio comenzaba a convertirse en una monotonía, una en donde su esposo llegaba tarde con la excusa de trabajo, viajar por tres días y su trato poco amoroso hacia ella, no podía decirle nada de eso. Sus padres en cuanto lo supieran solo una cosa dirían; te lo dijimos, no es bueno para ti.

 

No sabía si era verdad, si era para ella o no, y aunque la respuesta estuviera frente suyo, no quería verla, Pietro era el hombre idea, el que amo desde sus veinte años, el mismo que conocía desde su infancia, ¿Cómo podía dudar? ¡El la amaba y ella a él! Solo estaba cargado de trabajo, pensó, encendiendo el vehículo.

 

 

Cinnia observó por el retrovisor la salido de su cuñado, quien se quedó observando el vehículo de su esposa partir, suspiró agobiada y apoyo su frente contra el vidrio. No podía hacer nada, era cuestión de que su hermana mayor entendiera la realidad y la aceptara, no podía forzar una soga la cual tarde o temprano se rompería.

 

Pietro no la amaba.

 




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