Perfectamente Mia

4

Mientras ambas charlaban cosas al azar, el móvil de Cinnia comenzó a sonar, se disculpo con su hermana y observó la pantalla. Disimulo la sonrisa en cuanto vio el destinario.

—Es tu novio, ¿Verdad? —pregunto, Antonella, viendo el cambio repentino de humor.

 

Cinnia levantó la mirada y incomoda, hablo.

—Lo siento, hermana. Pero debo irme.

—Esta bien—respondió esta, viendo a Cinnia levantarse e irse.

Trato de sonreír en cuanto estuvo sola, pero sentía que una opresión se lo impedía, tal vez esa opresión era el hecho de saber que muy dentro suyo, su matrimonio no estaba bien, no contaba con la fuerza suficiente para enfrentar y pedir el divorcio por ambos, ¿Era egoísta? No sabía, pero aun creía ciegamente que todo se podía solucionar y había salvación.

 

Saco su móvil y llamo a su amiga, la cual no tardo en llegar al restaurante.

—Estaba por aquí cerca. He agarrado un trabajo y es toda una obra de arte—Alego feliz su amiga Lizi. —Por cierto—Lizi saco una pequeña caja de su bolso y se la entregó —. Feliz cumpleaños, amiga.

 

Antonella sonrió y la abrió, dentro de esta, un pequeño anillo entrelazado la sorprendió.

—Es hermoso, Lizi. Muchas gracias, no debías.

—Claro que sí, eres mi única amiga, supongo que Pietro te regalo algo ¿No?

—No—susurró, cerrando la cajita —. Las cosas con Pietro no están bien.

—¿Cuándo lo notaras, Nelli? Desde hace dos años que las cosas entre ambos no están bien.

—No lo quiero dejar, lo amo —murmuró, avergonzada con el solo hecho de saber que estaba mendigando amor.

—¿Aun no te decides?

—Temo hacerlo y luego arrepentirme, ¿Qué tal si es como el dice? La editorial últimamente ha estado con muchos problemas, tal vez solo sea eso.

—¿Qué hay con Lucca? ¿Su tiempo vario?

—No. Ama a Lucca, el es su hijo, nada cambia con él.

—Entonces solo eres tú, sinceramente no sé cómo haces para estar tranquila, a esta hora ya estaría buscando respuestas, no sé, contrataría a un investigador. Créeme que en mi caso le quitaría hasta el aire que respira —dijo en tono burlón, parándose e invitando a su amiga a hacerlo—. Este restaurante tiene un bar, y es muy bueno.

—Y eso hiciste, le quitaste todo a tu ex esposo en el divorcio —respondió, recordando el dichoso juicio, Lizi había sorprendido a su esposo encamado con una prostituta, Lizi no había tenido misericordia en pedirlo todo, sin mencionar que su espíritu bohemio había ayudado en mucho a que la mayor de las cosas estuviera a su nombre. Hoy, ninguna de las dos sabias nada del pobre hombre que por un engaño había perdido todo.

 

Antonella se sorprendió al ver el bar, era como una doble cara del restaurante, este se encontraba en penumbras, sin que la luz solar entrara por ningún lado, el toque elegante y sus tonos rojos le daban un aspecto agradable y para nada vulgar.

—¿Cómo sabias de este lugar?

—Trabajo por aquí cerca, me lo recomendaron y la verdad es que es muy bueno—la fémina se acercó a ella—. Sin mencionar que los bármanes son bellísimos.

 

Antonella rio y negó, Lizi pidió ambas bebidas que mayormente consumían cuando estaban juntas y comenzaron a hablar de cosas al azar, uno de ellos fue el tema del gerente y su mozo.

—Tu hermana suele ser desagradable cuando quiere, tus padres debieron ponerle un freno en cuanto pudieron —opinó.

—Tal vez sí, pero también fue culpa del mozo, no llevo lo que pido…

—No era motivo para que esta le hablara de esa forma, aun creo que le falta motivación, sigo sin creer que esta enamorada de ese chico, solo esta con él por presión de tus padres.

—El la llamo hace una hora, y se la veía bien.

—O tiene otro —dijo, pidiendo otra copa.

 

Antonella se quedo pensando en la posibilidad, si bien ella nunca se la había feliz o alegre cuando su novio la tocaba o la besaba en las reuniones familiares. Sus padres sufrirían un infarto ante el escandalo de una familia tradicional tuviera una descarriada y jugara a doble carta.

 

—El gerente llego a pedir disculpas, juro que me sentí avergonzada.

 

Lizi comenzó a reír.

—Querida amiga, tú te avergüenzas de todo por si solo, ¿Acaso me dirás que no viste al hombre? La primera vez que vine, me quede embalsamada con su masculinidad, juro que pretendo llevármelo a la cama, quiero que sea mío. Y hablando de él, mira —ambas miraron en la entrada del servicio, Alessio se encontraba supervisando la lista de cocteles y distribución de las bebidas.

—Es tan guapo, que juro que siento mis bragas mojarse con solo el hecho de fantasear con el—suspiró de placer, observando los rasgos arrugarse.

—Apuesto a que solo vienes a este lugar por el —dijo Antonella sonriendo al ver a su amiga suspirar de amor.




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