Perfectamente Mia

5

—¡No! ¡Debo regresar a casa! —alegó entre risas, Antonella, aun cuando sus palabras salían de sus labios, ella seguía tomando y riendo de las cosas que decía su amiga.

 

Nunca podía aburrirse con Lizi, pero aquel día había sido especial, sus padres no la llamaron para felicitarla, su esposo solo le había regalado un casto beso en la mañana y un espacio en su revista para que todos supieran que era su cumpleaños, sin embargo, ¿Dónde estaban todas esas mujeres que se hacían llamar amigas? Ninguna de ellas se encontraba.

 

Solo una, y no era nada mas que su mejor amiga. La preocupación de Pietro era nula, en ningún instante la había llamado y eso no sabia si le provocaba ganas de reír o llorar y seguir embriagándose.

 

—Debo…debo irme, Luca me espera—abrió su cartera con dificultad, sin contar nada, saco tres billetes y los dejo sobre la barra—. Adiós…

—¡No me dejes! ¡Eres una mala amiga! —Antonella rio por el berrinche de Lizi y siguió caminando hacia la salida, ni recordaba si había pagado la cuenta del restaurante, suponía que su amiga lo haría. Tarareando una canción, cruzo por el pequeño pasillo oscuro que conectaba el restaurante. Sin verlo venir, su cuerpo choco contra otro, cerro sus ojos en la espera de sentir su cuerpo caer, no solo porque no tenia de donde sostenerse, su estado no era nada bueno para resistir el golpe y la estabilidad de sus zapatos de aguja.

 

—Oh Dios —susurró, abriendo los ojos al no sentir el impacto.

—¿Te encuentras bien? ¿Necesita ayuda, señorita?

 

¿Qué le sucedía? Se pregunto en cuanto sintió que se estaba sonrojando por la seductora y ronca voz, su mente se encontraba en trance, su perfume varonil no era el mismo que su esposo, y ese solo pensamiento hizo que regresara a la realidad, y se apartó de él.

 

—Estoy bien…lo…lo estoy.

—¿Tiene alguien que la lleve? —Alessio recordó a la mujer, no podía olvidarla, no era el solo hecho de que era bonita, su acompañante había hecho un escandalo que no tardo en llegarle a oídos de su jefe y demandar el despido del mozo. Fue allí que conoció a ambas mujeres, una de ellas era esposa del editor y jefe Pietro.

 

—Estoy bien—repitió, dejándolo solo y caminando hasta la salida, en cuanto diviso su auto, su mente se nublo, respiro hondo antes de encender su vehículo y tratar de salir del estacionamiento. Sonrió feliz al ver que tuvo éxito en salir, coloco música y comenzó a cantarla al son.

 

Se recrimino no ir con el chofer de la casa, no podía confiarse en su estado, al parar en un semáforo, no pudo evitar que sus parpados comenzaran a cerrarse, los bocinazos de los demás autos apurándola la hizo despertar y apretar el acelerador con fuerza, provocando que chocara contra el auto que estaba delante.

—Oh Dios mío—se reprochó, desabrochándose el cinturón y saliendo del auto, observo el daño que había causado y la cola de vehículo que aún estaba detrás de ella. En cuanto vio al dueño del auto salir, se acerco a este para pedirle disculpas.

—¿Disculpas? ¡Mira como dejaste mi auto! ¡Debes pagar por esto!

—Lo…lo hare, juro que lo hare —dijo, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—No puede ser—escandalizo el hombre al ver el estado de embriaguez de la mujer, saco su móvil y marco a la policía.

Al cabo de unos minutos, una patrulla llego al lugar, mientras que otra se encargaba de hacer mover todos los autos que habían quedado.

Una mujer se acercó a ella y le realizo una prueba de alcoholismo.

—Tendrá que acompañarnos a la estación, señora—informó, la policía. Antonella trato de negarse, ocasionando que solo la llevaran a la fuerza.

 

(….)

 

Ya en la estación, la obligaron a que tomara agua, el jefe al reconocerla, de inmediato trato de ponerse en contacto con el señor Pietro, el cual no tardo mas de una hora en llegar y pedir verla.

—Pietro—susurró, la fémina, parándose ya acercándose a él, en busca de un abrazo. Pietro esquivo su abrazo y la observo enfadado.

—¿Qué crees que haces? Mírate en el estado que estas. ¡Has chocado un auto!

—Lo siento, no quise…

—Llegar hasta aquí solo me provoca vergüenza, de ti y de esta miseria estación. —Alego, repudiado por la situación —. He arreglado con el dueño del auto, ahora vámonos.

 

Ambos salieron en silencio de la sala y Antonella se disculpo con el dueño del auto. Una vez que ambos estaban dentro del vehículo, Antonella decidió hablar.

—¿Qué pasara con mi auto?

—Richard lo llevara —se limito a responder.

 

Pietro se encontraba en un estado enfadado, la palabra le quedaba corta, sentía que su esposa solo se encargaba de ponerlo en ridículo. Sentía que no tenia respiro ante su llamativa atención que lo trataba como un niño, lo tenia en lo mas alto de un pedestal, como si fuera lo mas valioso, odiaba su forma de ver las cosas, que se comportara como una maldita niña. Sentía que ambos estaban en ruinas, una que ella no quería ver y este se estaba cansando de vivir la monotonía que llevaban.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.