Tras tomar un atajo, Lucas y sus dos hombres llegaron a Puerto López, confiados en que estaban a salvo. Ninguno de los tres sabía del operativo que se estaba llevando a cabo. Los guardias enviados por Joel nunca habían llegado a rescatarlos.
Al llegar a la propiedad de Gabriel Vega se encontraron con que no había guardias custodiando el acceso principal. La puerta estaba cerrada con dos enormes candados, pero pulsaron el timbre varias veces.
Lucas el líder, notó que algo no estaba bien. Había vivido situaciones similares antes y sabía que los guardias nunca debían abandonar sus puestos de trabajo, excepto en caso de un ataque o un operativo. El hombre, con mayor experiencia recordó muy bien las palabras Gabriel Vega.
" Nadie está salvo en este mundo; la violencia y caos nos persiguen, y solo siendo unidos, trabajando juntos sobreviviéremos "
" Quien abandone o huya del combate; será considerado un traidor y ejecutado "
" Si alguna vez buscas refugio y las puertas cerradas están no insistas. Huye y busca refugió seguro, el peligro está cerca"
— Aquí pasa algo raro — dijo Riss, lanzando una piedra por encima del muro de la propiedad.
— Debemos escondernos; la policía no tardara en llegar— exclamó Lucas, recordando los operativos en los que había salido ileso y deseaba repetir la hazaña. Sin embargo esta vez no sería tan fácil. Los dos jóvenes que los acompañaba corrían el riesgo de ser ejecutados, y además no tenían armas suficientes ni un plan de escape. Aunque el mismo los había entrenado para enfrentar situaciones como esa, sabía que en ese momento lo mejor era esconderse.
— ¿La policía? — preguntó Riss frunciendo el seño.
— Sì la policía, ¿acaso no lo entienden? No perdimos a la policía, ellos nos siguieron de forma silenciosa hasta aquí. Por eso Joel debió tomar precauciones y desplegar a sus hombres.
— ¿Crees que Danny haya escapado ? — preguntó Kelvin.
— No hay tiempo para suposiciones. Debemos escondernos Ya — gritó Lucas reuniendo a los dos jóvenes, que se miraban entre sí, procesando las palabras de su líder.
Tal y como Lucas lo había predicho, pronto decenas de autos policiales desfilaron por las estrechas calles de Puerto López. Estos tenían un objetivó en claro; se dirigieron directamente a la propiedad Gabriel Vega.
Los tres hombres apenas lograron llegar hasta la casa de Siena, la joven empleada de la mansión quien, al verlos, no dudó en esconderlos en su hogar.
— ¿Qué hacen aquí? ¿ Y donde están los guardias de Joel ? — preguntó Siena, confundida por la situación.
— ¡Que! ¿Cuáles guardias de Joel? — los hombres fruncieron el ceño, mirándose con desconcierto.
— Siena, ¿quieres explicarnos a lo que te refieres? — Lucas se sentó en el sofá.
La joven, con calma, les explicó lo que había sucedido en la mansión esa mañana y el despliegue de los hombres hacia otra propiedad. Kelvin y Riss se quedaron en silencio no entendían nada pero Lucas dedujo lo que había pasado.
— Debemos irnos cuanto antes — dijo Lucas al escuchar el relato de Siena. En su mente surgieron muchas incógnitas: si Joel se entero del operativo antes de tiempo, eso significa que los policías no los estaban siguiendo específicamente a ellos. Alguien debió haber revelado la ubicación exacta de la mansión ya que desde su construcción era un secreto.
«¿Quién será el infiltrado? ¿Habrá sido uno de los guardias? »
— ¿Cómo escaparemos de aquí sin ser capturado, Lucas? — pregunto Kelvin alterado. — Recuerda que todo el perímetro de Puerto López debe estar rodeado por policías y solo tenemos una motocicleta, no tenemos armas y estamos en clara desventaja.
— Kelvin, saldremos de esta, pero necesitamos mantener la calma — intervino Riss, intentando tranquilizar a su compañero.
— ¿Calma? — Kelvin rio con ironía — ¡Fuiste tú el que se olvido de llenar el maldito tanque de gasolina!. Por esos la policía nos siguió hasta aquí.
Riss y Kelvin discutieron, convencidos que la policía los había seguido hasta Puerto López por motocicleta.
— ¡Basta! Dejen de pelear como si fueran novatos ¿Acaso no escucharon a Siena? — interrumpió Lucas con un gritó que resonó por toda la habitación. — Joel movilizó a sus hombres porque de alguna forma se enteró del operativo a tiempo. ¿De verdad creen que las fuerza policiales arman un operativo tan rápido?
«Ja, ni parecen que fueron entrenados por mi»
Lucas meneo la cabeza reprochando la conducta de los jóvenes que sentían miedo y lo demostraban descargando su furia.
Siena, quien había escuchado la discusión, no pudo evitar en intervenir.
— Señor — aclaro la garganta Siena antes de continuar — Señor Lucas, el señor Joel dejó un auto en mi garaje porque no había suficiente personal para llevárselo. Tal vez puedan usarlo, para escapar.
— ¡Carajo, Siena! Eso debiste decirlo antes — Los ojos de Lucas brillaron con la noticia. Y los dos jóvenes abrazaron a Siena.
De inmediato bajaron al garaje y encontraron el auto, que además era blindado.
— Carajo ¡esto es una maravilla! — exclamó Lucas, al ver aquel vehículo negro.
Antes de partir, Lucas se despidió de Siena. — Querida, cuídate, se buena niña. Espero verte pronto. La joven se despidió con melancolía, estaba segura que no los volvería ver durante un largo tiempo.
— A sus posiciones — ordenó Lucas.
No hacía falta decir nada mas.
Riss tomó al volante, pisó el acelerador a fondo, mientras Lucas y Kelvin se preparaban en sus asientos, atentos. El vehículo atravesó las calles de Puerto López como una bala, devorando el asfalto a una velocidad que superaba cualquier límite. Pero, a medida que se acercaban a la salida del pueblo, los tres notaron los puntos oscuros de las patrullas policiales que aguardaban.
—¡Allí están! —gruñó Kelvin, Observando un ejercito de policías.
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Editado: 27.11.2024