Danny arrancó las cobijas de un tirón, mientras gritaba: —¡Riss, muévete, por Dios! ¡Janely nos va a matar si llegamos tarde otra vez!
—¡Ya voy! —gruñó Riss, poniéndose la camiseta al revés mientras corría tras Danny, sus pasos resonando en el pasillo.
Era otro día mas de entrenamiento al que llegarían tarde. La noche anterior se habían acostado a dormir muy tarde, debido a que se la pasaron todo el día en la base de Manglar descargando el LCD que enviarían a Panamá.
Al llegar al patio, la brisa de la madrugada y las suaves ráfagas de viento lo golpearon. Al fondo, Janely estaba reunida con todos los hombres dando ordenes como siempre. Su voz mezclándose con los movimientos de sus brazos.
— Hasta que por fin llegan — dijo Janely, viéndolos acercar.
Los dos jóvenes se disculparon, esperando ser aceptados.
— Danny, tú deberías ser el primero en estar aquí —regañó Janely, observándolo fijamente.
Danny solo asintió con la cabeza, sin atreverse a mirarla a los ojos. Después de una llamada de atención, ella los dejó ingresar al grupo que les correspondía.
— Recuerden que los tigres están cerca, así que Joel, nuestro ex guerrillero, les va a enseñar algunas tácticas de defensa— Janely cedió la palabra al moreno, quien los observaba y analizaba a cada uno con su mirada.
Joel se aclaró la garganta y procedió a explicar en detalle en qué consistiría el entrenamiento. Junto con Janely, designaron los roles a cada uno. Al frente estarían Janely y los tres jóvenes, que ahora eran su mano derecha.
— Bien. Inician el ataque en dos minutos —dijo Joel con voz firme, marchándose con un grupo de hombres que simularían al bando enemigo.
Los amplios terrenos de plantación de bananos estaban sumidos en la oscuridad . Los troncos de los árboles, gruesos y húmedos, servían como escudo improvisado para los hombres apostados a lo largo del perímetro defensivo. El aire estaba cargado de la expectante tensión previa al combate. Las hojas susurraban con la brisa.
A Riss, lo habían puesto en observación esperando que se acostumbrase al silencio que los rodeaba. Su misión era captar los sonidos lejanos de los enemigos.
—Riss, mantente alerta. Usa tus oídos, no tus ojos —ordenó Janely, dejándolo en atrás de un árbol de naranjas.
Riss tragó saliva. Su posición era sumamente importante, sabía que estaba ahí para demostrar que no era un eslabón débil. Cerró los ojos un momento y trató de filtrar los sonidos del entorno: el crujido de una rama distante, el zumbido de los insectos... y luego, un ruido diferente. Algo metálico, como el chasquido de un arma al cargarse.
—¡Alerta! —gritó Riss.
—¡Aquí vienen! —confirmó Kelvin, quien estaba al frente de un grupo de hombres, apuntando con su pistola hacia los arbustos.
— ¡Ahora! ¡Disparen! — ordenó Danny, quien comandaba el enfrentamiento. Escondido tras un arbusto que lo había reforzado con sacos de arena. Desde allí, dirigía las acciones de sus hombres.— ¡Acaben con esos tigres! ¡Sin piedad!
Los disparos comenzaron a resonar por el campo de bananos, rompiendo el silencio del amanecer, pequeñas aves salieron volando con el eco ensordecedor que se intensificaba. Las balas estallaban entre los árboles mientras los hombres que simulaban a los tigres, comandados por Joel avanzaban rápidamente, cubriéndose tras los sacos de arena y arbustos.
El Danny daba ordenes desde su posición, sus manos sudadas resbalaban en el gatillo.
— ¡Disparen! ¡No dejes que se acerquen!— gritó Danny, aunque era solo un simulacro, el corazón le latía con fuerza, como si realmente lo estuvieran enfrentando a los tigres.
De repente un vehículo apareció entre los árboles, acelerando con fuerza y rompiendo la línea de arbustos que delimitaba el terreno.
—¡Vehículo a la vista! ¡Está avanzando! —alertó Riss sin dudar.
El estruendo del motor y los disparos aumentó la adrenalina de todos. Danny golpeó el suelo con el puño, maldiciendo y la orden fue clara —¡Bloquéenlos! ¡Que no crucen!
Las balas impactaban contra el vehículo blindado de Joel, rebotando en el metal con un sonido seco. Los hombres simulando a los Tigres salieron de sus posiciones, avanzando con determinación.
—¡Avancen! ¡Riss cubre a Kelvin! — gritó Danny, quien no podía dejar que Joel avanzara.
Kelvin corrió hacia una nueva posición mientras las balas estallaban a su alrededor. Correr entre disparos se le dificultaba, pero alcanzó su objetivo justo a tiempo. Se lanzó al suelo y comenzó a disparar.
—¡Alto el fuego! —gritó Joel desde el otro extremo. El combate había llegado a su fin.
El campo quedó en un inquietante silencio, y todos salieron de sus posiciones junto con los primeros rayos del sol que iluminaba los rostros sudorosos y tensos de los hombres.
Janely sonrió con satisfacción al ver a su equipo mientras Joel descendía del vehículo, mirando los disparos.
— Nada mal, enana —dijo con un tono burlón, dejando claro que el simulacro no había sido solo un ejercicio, sino una prueba para medir su liderazgo.
Janely asintió con la cabeza, mostrándole una gran sonrisa sin decir ni una sola palabra, pues no quería caer en sus provocaciones.
— Enana presumida —inquirió Joel, entrando a la mansión
— ¿Otra vez te está provocando? — Danny se acercó a Janely, quien reía por el apodo que le había puesto Joel.
— No, claro que no. Él está solo en este lugar y no puede hacerme nada. Y prometí a Gabriel que no caería en sus provocaciones — Janely explicó el porqué últimamente ignoraba cualquier comentario venenoso de Joel.
— Haces bien — respondió Danny apretando los dientes ya que a él y a sus dos amigos también les lanzaba comentarios mal intencionados — Yo no se como ignorarlo cada que me dice algo quiero romperle la mandíbula.
— ¡Oh no, Danny! Eso no — Janely tomó del brazo a Danny, invitándolo a dar un paseo por la finca. — Tienes que tener paciencia y evitar a toda costa el conflicto dentro de tu grupo, ya que eso solo divide fuerzas y, sin darte cuenta, estás ayudando al enemigo.
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Editado: 27.11.2024