— Buen viaje, chicos — dijo Janely, despidiéndose de los jóvenes, quienes ya estaban listos para partir a Puerto López con los camiones llenos de LCD.
— Gracias — respondió Riss, encendiendo el motor del camión.
— Mañana a esta misma hora los quiero de regreso — les recordó Janely antes de perderse en la carretera.
— Entendido — Kelvin respondió llevándose dos dedos a la frente en un gesto burlón, provocando la risa de sus compañeros.
— Ja. Tenemos que ir y volver. Será un viaje largo — dijo Danny acomodándose en su asiento.
— Bueno, al menos podremos descansar mientras Riss conduce — Kelvin le dio una palmada suave en los hombros de Riss, quien como ya era costumbre siempre conducía.
Riss asintió con la cabeza, era su actividad favorita así que no se podía quejar.
— ¿Rutas alternas? — preguntó Riss, después de haberse alejado completamente de la finca.
— Claro que sí — respondió Danny sin apartar la vista de la pantalla.
Normalmente, no solían llevar celulares, ya que temían que pudieran ser rastreados por la policía, pero en ocasiones como esa resultaba necesario para comunicarse cuando algo imprevisto ocurría.
Kelvin se acercó, curioso, y miró el celular de Danny.
— ¿Qué tanto miras esa cosa? — preguntó, entrecerrando los ojos.
— Nada — respondió Danny, escondiendo la pantalla del celular por instinto. En realidad, solo estaba leyendo las conversaciones que había tenido con Lucas, a quien le había pedido algunos consejos para lidiar con los panameños, ya que él los conocía mejor que nadie.
— ¿Por qué lo escondes? — insistió Kelvin, frunciendo el ceño observándolo fijamente.
— Está mirando mujeres desnudas — soltó Riss sin pensarlo, dejando sorprendido a su compañero .
— No. Claro que no — negó Danny de inmediato, encendiendo la pantalla del móvil y dejando ver la conversación con Lucas.
— Oh, qué sexy — comentó Kelvin, mirando la pantalla solo para molestar a su amigo.
Riss no pudo evitar reírse, aunque sabía perfectamente que lo que Kelvin decía no era cierto.
— Cállate, Kelvin. No estoy viendo nada de eso. Estoy hablando con Lucas — dijo Danny, con tono serio, mientras apartaba el celular.
— Me lo imaginé, pero... ¿Danny, cuando estuviste afuera, tenías novia? — preguntó Kelvin, curioso. — Afuera debe ser más fácil tener una relación seria, no como aquí, que solo buscamos mujeres para una sola noche.
— No, no, pero es muy diferente aquí — Danny se rascó la cabeza, tratando de encontrar la manera de explicarles a sus amigos. — Afuera, antes de tener sexo, hay que conquistarla, llevarla a citas, invitarlas a comer, salir a pasear. Hay que conocerlas, hay que enamorarse.
— Suena tedioso — comentó Kelvin, sacudiendo la cabeza en desaprobación. — Con las mujeres con las que yo he tenido sexo ni siquiera me sé sus nombres. No las obligo, pero ellas solitas se me entregan — añadió, mirando su reflejo en el espejo retrovisor.
— Es que hablas mucho cuando salimos — intervino Riss.
— Lo sé. Pero funciona, y pienso seguir toda mi vida así — declaró Kelvin, con firmeza y sin dudar.
— Eso sería muy solitario, ¿no crees? — cuestionó Danny, pensativo observando a su amigo.
— No lo creo. Las mujeres solo traen problemas — dijo Kelvin, con desaprobación. — Mira a Gabriel, que se enamoró de Paula y luego lo traicionó con su peor enemigo, o Lucas, que también se enamoró de Janely, y cuando rompieron, él tuvo que irse a Sinaí para no verla.
— Tienes razón, Kelvin. El amor puede ser lindo al comienzo, pero después puede destruirte — añadió Riss.
— ¿Te has enamorado? — preguntaron los dos amigos al mismo tiempo, sorprendidos por la respuesta de Riss.
— Sí, lo hice, pero ella... — Riss vaciló — Esperen, ¿por qué les estoy diciendo esto? — murmuró, enfocando su atención nuevamente en el camino.
Kelvin soltó una carcajada al notar las mejillas ruborizadas del conductor.
— Qué guardado lo tenías — comentó, burlándose ligeramente
— ¿Y tú, Danny? ¿Hiciste alguna vez todo eso que dijiste? — continuó Kelvin, interesado en la conversación.
— No, nunca. Aunque había una chica que siempre se aparecía en el supermercado, queriendo hablarme. Parecía estar interesada en mí... — respondió Danny, mientras recordaba el rostro de aquella joven, que coincidía con el de Cielo.
— ¡Hey, hey! ¡Continúa! — insistió Kelvin, meneando la palma de su mano frente al rostro de Danny, quien había quedado en silencio, perdido en sus pensamientos.
— No, no... nada. Olvida. Mejor descansa, que nos espera una noche intensa — dijo Danny, cambiando de tema rápidamente, sin querer seguir con la conversación.
Después de conducir por más de cinco horas, los jóvenes llegaron finalmente a Puerto López. La lluvia golpeaba con fuerza el parabrisas y la neblina envolvía el pequeño pueblo costero, casi olvidado. Riss aparcó el camión junto a la playa y apagó el motor.
— Tenemos que descargar LCD con esta lluvia — se quejó Riss, mientras se ponían las botas y el poncho de agua, preparándose para comenzar con el trabajo.
— ¡Diablos! — se quejaba Kelvin, con el rostro fruncido mientras descargaba las pesadas cajas del camión. Sus manos, empapadas por la lluvia, resbalaban con dificultad sobre las superficies húmedas, haciendo que el trabajo se sintiera aún más arduo. El agua caía sin cesar, golpeando su espalda y empapando su ropa, provocándole un escalofrío cada vez que el viento frío la atravesaba. — Es bastante... — murmuró, observando la interminable fila de cajas en el camión.
—Tengo una idea — dijo Danny cansando y empapado por la lluvia. Propuso contratar personas para que los ayudaran ya que a simple vista el camión estaba solo lleno de cajas de bananos, nadie sospecharía que estaban contaminados con LCD.
En Puerto López no había policías ni vigilancia, así que luego de una conversación decidieron recurrir a unos pescadores locales, a quienes les pagaron una suma para que les ayudaran a agilizar el trabajo.
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Editado: 27.11.2024