Perfectos Criminales

Capítulo 22

— ¿Que.. que se vienen? — preguntaron las dos al unísono, sus voces cargadas de nerviosismo.

Danny, lanzó una mirada intensa hacia Kelvin antes de responder con frialdad — Nada —

Sabían que el regreso de Cielo a la mansión Vega no pasaría desapercibida, y mucho menos sin consecuencias.

Siena, observando el intercambio de miradas de Danny y Kelvin, no pudo evitar preguntar— ¿Estaremos seguras con ustedes?

— Estarán bien — le aseguró Danny, tomando aire.

—¿ De verdad? — insistió Cielo, acercándose mas Danny con ojos llenos de incertidumbre — No nos pasará nada malo, ¿cierto?

Kelvin soltó un suspiro pero respondió con firmeza — No les pasará nada, peo tu —miró a Cielo con dureza —mas te vale no hacer estupideces, mocosa.

Cielo se encogió de hombros ligeréame pero hablo con valentía — Esta vez será diferente. Vine por Danny...

El silencio que vino tras esa delación hizo que sus mejillas se ruborizaran. intentó corregirse apresuradamente pero sus palabras solo provocaron una carcajada en sus compañeros

— Vine... vine a aclarar las cosas con Danny — tartamudeo. —Es decir... tengo asuntos con el.

Danny solo rio por las declaraciones pero Kelvin aprovechando el momento, no tardo en soltar una risita burlona — ¿Asuntos, eh? ¿Acaso Danny es tu novio, mocosa?

— ¡Cielo, me llamo Cielo! — respondió la joven ofendida. Pero no negó ni confirmó nada. Ella sentía algo por Danny, no lo había podido olvidar desde el primer día que lo vio — ¿Y usted como se llama ? — Cielo preguntó por su nombre dándose cuenta que no sabía quiénes eran.

— ¡Oh por dios! — Riss volteó a verla para presentarse — Soy Ricardo Vélez, pero todos me llaman Riss. Soy el conductor estrella — extendió un puño hacia ella, invitándola a chocar.

Cielo algo tímida respondió el gesto dándole un suave golpecito. Kelvin aprovechó para presentarse — Mocosa —acomodo su corto cabello y paso una de sus manos por su rostro haciéndola reír — Soy Kelvin Johansson

— ¿Eres Americano? — preguntó Cielo intrigada por su apellido.

— Según mi registro mi padre es de Wyoming; mi madre, es de aquí — respondió Kelvin, encogiéndose de hombros.

— Oh... ya veo — Pero su curiosidad no se detuvo ahí. — ¿Y por que estas en el mundo criminal? — cuestionó en voz baja más para ella que para el.

La pregunta, aunque inocente, provocó que Kelvin arrugara el ceño, haciendo notar la molestia que le causó lo ultimo que dijo de Cielo. Antes de que pudiera responder de forma cortante, Danny intervino rápidamente

— Yo soy Daniel Casares, pero ya me conoces como Danny — sonrió suavemente. — Ahora señoritas y señores aún nos falta un largo camino por recorrer.

— ¡Ja! Creo que tardaremos ocho horas, por culpa de esos tigres — anunció Riss, enfocando mirada en la distancia.

— ¿Está muy lejos? ¿Dónde está ubicado? — preguntó Cielo, inclinando la cabeza ligeramente. Su tono era genuino, sin rastros de malicia.

— Mocosa, eso es confidencial. No puedes saber dónde está la propiedad — respondió Kelvin — ¿Qué estás tramando? ¿Por qué quieres saber la ubicación exacta? ¿Qué estás planeando, mocosa?

—No, nada. No estoy tramando nada — Cielo se apresuró a responder, intentando calmar la desconfianza de Kelvin —. Es que... creo me están siguiendo a mi

— ¿A mí? — preguntaron, mirando a Cielo con cejas levantadas.

— Nos están siguiendo — corrigió rápidamente, dándose cuenta de su error. Un leve rubor apareció en sus mejillas, mientras sus ojos se deslizaban nerviosos hacia el suelo. Sabía que el ataque en Puerto López había sido dirigido contra ella —. Supongo que no nos dejarán de seguir, ¿verdad? — preguntó con una mezcla de duda y ansiedad.

— No, no lo harán — respondió Riss —. Pero por ahora, ya los perdimos. Te aseguro que deben estar mirándose la cara de patéticos por el ataque fallido — añadió, sus ojos brillando.

— Cuando suceden estas cosas, tomamos rutas... — comenzó a explicar Riss, con un tono más serio.

Riss le detalló cómo se escapaban tras una balacera, sus palabras fluyendo con naturalidad mientras sus manos se movían de un lado a otro, ilustrando las rutas y las técnicas que usaban para perder a sus perseguidores. Durante el camino, habló sobre otros escapes, haciendo que el trayecto se sintiera más ligero, salpicado de conversaciones animadas y risas entre todos.

— Ya llegamos — anunció Riss, señalando con un gesto hacia una de las carreteras que se dibujaban en el horizonte. La mansión estaba oculta entre las plantaciones de bananos, un refugio que era casi invisible entre la vegetación densa.

— ¿De verdad? ¿ Como puedes estar tan seguro? — pregunto Cielo mostrando curiosidad, al mismo tiempo que esas palabras le traían cierta calma a su cuerpo. Por más descabellado que sonara se sentía segura con ellos.

— Oh… se parece a Puerto López — dijo Siena, mirando con atención el paisaje que se extendía ante ellos.

— Es un poco más grande. Ahora que lleguemos a la mansión, lo verás — inquirió Danny, frotándose los ojos con cansancio. Apenas se despertó por el anuncio de Riss y, aunque su voz sonaba adormilada, intentaba mantener la conversación fluida.

No pasó mucho tiempo antes de que lograron divisar una casa enorme, rodeada de un extenso patio que parecía no tener fin. Riss condujo hasta el garage, donde se guardaban todo tipo de vehículos. Desde camiones de carga hasta autos de lujo, e incluso un par de helicópteros estaban allí.

— ¡Woow! — exclamaron Cielo y Siena al unísono, sus ojos brillando de asombro mientras observaban la enorme variedad de vehículos en el garage. Danny tenía razón, no era muy diferente a Puerto López, pero los lujos que había allí dentro eran completamente impresionantes. Los autos brillaban bajo la luz del sol, y los helicópteros daban un aire de exclusividad que dejaba claro que estaban en un lugar muy diferente al que conocían.

— Vamos adentro. Janely debe estar esperándonos — dijo Kelvin, bajándose del auto con rapidez, sin darle tiempo a Cielo para procesar toda la información.




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