Perseguida Por Hematófagos

I.- Fiesta Macabra.

Durante el viaje se había mantenido el silencio de la carrera, ahora siento que estoy por entrar en una discoteca. La caminata de la calle hasta la entrada no duró mucho, solo un par de metros. El chirrido de la puerta al abrirse me resultó extrañamente familiar, se cierra detrás de mí y me llevan hacía una habitación muy ruidosa. Soltaron mis manos al cabo de un momento y quitaron la venda que cubría mis ojos. Por unos segundos sigo viendo puntos negros, parpadeo un par de veces para acostumbrarme a la escasa luz. Ahora puedo ver que es mi casa en donde nos encontramos, que no tiene ni un solo mueble y que está iluminada por algunos veladores.

Es un lugar pequeño que comencé a alquilar al poco tiempo de haber conseguido el empleo en la estancia, solía vivir con mis padres antes de eso; aunque más bien era una inquilina en su casa, ya que siempre conseguían quitarme el poco dinero que lograba ganar. Consta de un dormitorio, un baño y la cocina. Miro alrededor, parece estar llena de personas dentro de ambas habitaciones y en su mayoría son mujeres. La música suena demasiado alto, es aturdidora, cómo si se tratase de una disco y yo siempre desteté esos lugares por el inexistente espacio, el ruido y los olores.

Escucho con atención pero no logro reconocer alguna canción o letra de lo que esté sonando. Hay personas reunidas en grupo sentadas en unos puf o recostadas, otras están bailando a un ritmo desenfrenado, y otras se están... alimentando mordiendo a personas aún con vida. vivas. Y solo entonces me di cuenta de que gran parte de mis indeseables invitados son vampiros. 

Suena muy loco, pero claramente puedo ver cómo sus colmillos se clavan en distintas partes del cuerpo de las personas presentes. Y es cuando las imágenes de lo vivido horas antes vuelven para invadir mis pensamientos. Me tambaleo mareada y asqueada por todo. Comienzo a recordar cada detalle de mi rapto, cuando estaba vendada y me arrastraban hacía aquí pude sentir el frío de su tacto penetrando a través de mi piel. Repentinamente estoy incómoda, me observan tan detenidamente que siento sus ojos atravesar mi alma. Tengo aún más frío que antes, a pesar de que está lleno de personas el lugar está congelado. Es lógico, pienso, porque estamos en invierno y yo solo traigo puesta una remera que apenas cubre mis bragas, sintiéndome muy expuesta por la escasez de ropa con una mano intentó bajar la prenda y con la otra rodeo mi cuerpo en un intento de abrazarme.

—Seguramente te preguntarás porqué estamos aquí. La razón es sencilla, queríamos destruirlo todo en tú vida y a tus seres queridos. Vaya sorpresa al ver qué no tienes a nada ni a nadie que te quiera—. El hombre a mis espaldas comienza a hablar, su aliento frío llega a mis oídos, dándome escalofríos. Giro mi cabeza para mirarlo y al continuar con su discurso frunzo la nariz al sentir la fetidez que se desprende de su boca—. En fin, nuestra señora ha decidido que pagarás de otra forma por la muerte de Elena.

Se calla y después de un momento, una mujer se me acerca lentamente con una mirada felina. Estando frente a mí acaricia un mechón de mi cabello y a medida que las otras dos avanzan voy retrocediendo, pero mi cuerpo no choca contra el hombre que hablaba a mis espaldas sino que lo hace contra una pared. Me acorralan y la primera intenta tomar mi rostro, pero aparté su mano rápidamente. Esto hace que me sonría y esta vez sí agarra mi mentón con fuerza, apretando con sus dedos. Me duele mucho, es como si en cualquier momento fuera a partirme la mandíbula. Cierro los ojos y respiro lentamente, miles de pensamientos cruzan mi mente pero los apartó decidida a que este no será mi final.

Al abrir los ojos nuevamente, la mujer me mira intrigada por la expresión decidida de mi rostro. Sus ojos brillan demostrando su emoción, mientras cierro uno de mis puños y le doy un golpe en su estómago a la amenazadora mujer que está a solo unos centímetros de distancia. Nunca había golpeado a nadie en mis años de vida, me pareció tan extraña y ajena a mí la sensación de chocar mí puño en la carne de otra persona, sentir como se hunde por el peso que ejerce al impactar contra algo blando y débil.

Rápidamente suelta mi rostro y se dobla en dos gimiendo de dolor. Ni por asomo pensé que podría golpear a alguien tan fuerte. Levantando su cabeza me devuelve una mirada enfurecida mientras se frota el abdomen. Su puño se eleva con la clara intención de devolverme el golpe pero detengo su mano antes de que toque mi cara.

Levanté mis puños sin saber muy bien como se hacía y comencé a acertarle algunos golpes con todas mis fuerzas, también terminé dando algunas patadas, sin dejar que tenga tiempo para defenderse. Unos minutos más tarde cayó al piso inconsciente. Sus compañeras se acercaron diciéndole que se levantara y me miraron extrañadas al no obtener respuesta.

—¡Está muerta!— Gritó una de ellas—. Tras examinar detenidamente.

Después de eso, las otras dos mujeres me atacaron a la vez intentando matarme. Una lanzaba patadas y las movía con flexibilidad; la otra intentaba clavar sus inmundas uñas en mi piel. A decir verdad, esquivé sus golpes como pude. Nunca antes había peleado, ni sabía cómo hacerlo o si lo hacía bien. Pero seguí mí instinto, intentando defenderme hasta que ambas acabaron en el suelo como la primera. La voz de una joven y bella muchacha se elevó por encima de la música haciendo acallando el vitoreo de los presentes.

—Ya me aburrieron, quería que sufrieras lentamente e incluso hacer que rogaras ser como nosotros. Ahora solo quiero saber si alguien de los de aquí presentes, podrá acabar con tú patética vida.




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