Thomas ha desaparecido. Lleva meses sin comunicarse con sus antiguos compañeros. Stephanie fue dada de baja por corromper, en reiteradas ocasiones, sus obligaciones como defensora de la ley. Melody y Randy, por su parte, fueron suspendidos y enviados a un pequeño pueblo de Alaska para realizar trabajos administrativos.
La Unidad Criminal de Nueva York, que tantos criminales supo quitar de las calles, ya no existe. Sin embargo, todavía queda un misterio por develar, algo que les quita el sueño, que les impide concentrarse en los quehaceres cotidianos y continuar con su vida: ¿Quién es Daisy Corvelo y por qué se tomó tantas molestias?
Ahora, despojados de una estructura oficial que los ampare, los otrora detectives en pos de responder las preguntas que los atormentan, deberán trabajar en la clandestinidad, infiltrándose en verdaderos antros pecaminosos con la única finalidad de desbaratar una red fantasma que opera en las sombras con inusitada impunidad; aunque ello signifique, de yapa, conocer la oscuridad que gobierna el alma del indomable Thomas Weiz.
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