Piedras Preciosas - Volumen I

Capítulo XX: Primera cita, Primera noche.

Iker Denaro

Nervioso como un niñato, esperaba la hora de ir por mi cita. Era increíble cómo podía haber hecho tanto en un día. ¡Ni siquiera trabajé! Me dolía el estómago, había perdido las llaves de mi coche y me paseaba buscándolas de un lado a otro de mi habitación. Solo había contestado a Esmeralda hoy en mi móvil, pero tenía muchos mensajes. No quería que mi buen ánimo cayera, por lo que no quise saber de nada ni de nadie más.

— Dejarás un hoyo en el piso si sigues caminando de esa forma. ¿Qué pasa? No es tu primera cita como para que estés nervioso —, Verona entró bromeando a la habitación, tratando de apaciguar mi evidente nerviosismo.

— No encuentro mis llaves —, le dije mientras desarmaba mi cama, buscándolas nuevamente. — Ni las del coche, ni las de la casa…—

— ¿Estás bien? —, preguntó mientras me miraba, ella las tenía en las manos y yo asentí. – Estaban aquí –, dijo palmeando el buró. — ¿Dónde tienes la cabeza, sobrino? —, solté el aire de mis pulmones y tomé las llaves de sus manos.

— En cualquier cosa, estoy nervioso, como si fuera un niñato —, me senté a los pies de mi cama. – ¿Y si sale todo mal? – 

— ¿Y si sale todo bien? —, ella se sentó a mi lado y palmeó mi espalda. – No seas negativo, ella ya aceptó salir contigo, su relación va bien, se nota que sienten algo entre ustedes. Si no le gustaras, ella no te estaría dando la oportunidad de conocerla, ¿entiendes? – Asentí.

— Planifiqué algo grande, aunque no sé bien qué le gusta. Sé que es sencilla y cocina muy bien, pero esta vez quiero que ella disfrute. Por lo que reservé un lugar exclusivo —, dije mientras mi mente iba de un lugar a otro. – Ahora que lo pienso bien, no sé si le gustará tanto lujo. Igual, ella es más de disfrutar de lo sencillo y relajado del ambiente.– Restregué mis manos en mi cara, justo cuando escuchaba a Verona carcajearse.

— Cálmate. Debes estar tranquilo, a ella le va a gustar, no porque sea perfecto, sino porque tú lo hiciste pensando en ella, en ustedes —, asentí y por fin vi una luz al final de todo este día.

Le agradecí a ella que me diera una perspectiva más positiva. Simplemente, Verona se había convertido en un apoyo. Por mucho tiempo fue solo una sombra, sus manos estaban atadas cuando se trataba de la familia, bueno, eso fue mientras mi abuela vivía. Pero ahora, con todo lo que ha pasado, con su crecimiento, se ha liberado y eso me encanta.

Ella se merece lo mejor que puede haber en este mundo.

Animado y de buen humor, salí de la casa, pero nada duró mucho. He aprendido durante estas semanas que mi humor dura muy poco, sobre todo cuando se trata de citas y ese tipo de cosas. Fuera de casa, me encontré con Milenka, quien apenas me vio, se apresuró hacia mí. Ella saludó amablemente y le correspondí. Me di cuenta de que Vitali la acompañaba y también lo saludé. Él me aclaró que venía a ver a mi padre y yo pronto me despedí, sin hacer más conversación.

—¿Podemos hablar? —, preguntó de pronto Milenka. Yo me giré y me quedé mirándola. Vi la hora en mi reloj de pulsera y asentí. – Quería saber si te contaron lo que sucedió…– 

— El día de Año Nuevo, sí, me lo contaron y lo vi en las cámaras de seguridad, sobre todo la parte donde dices que te traté mal, que te insulté e incluso que fui capaz de maltratarte —, le recordé y ella bajó la mirada. – Mira, Milenka, no quiero comportarme como una mala persona contigo, pero debes tener claro que entre nosotros ya no hay nada.– 

— Pero podríamos intentarlo —, pidió, casi rogó. Rápidamente, se acercó a mí y tomó mi mano. – Sé que has estado con más mujeres, eso a mí no me importa, eso es lo de menos. Sé que juntos podemos ser felices, podemos volvernos una familia. Tú y yo podemos crear lo que sea –, un escalofrío recorrió mi cuerpo, yo no quería eso, yo no la amaba. – ¡Yo te amo! Desde hace muchos años –, confesó. – Y sé que puedo lograr que tú sientas lo mismo que yo –, tomó mis manos entre las suyas, pero negué con la cabeza y poco a poco las fui soltando.

— No —, dije y seguí negando con la cabeza mientras daba un paso hacia atrás. – Milenka, esto ya lo habíamos hablado. Tú te mereces a alguien que te ame. – Ella negaba con la cabeza y poco a poco sus lágrimas comenzaron a bañar sus mejillas. – No es algo que pueda funcionar.– 

— Pero ¿por qué? ¿En qué te basas para decirme que no? —, preguntó, y pronto escuché cómo la puerta de casa se abría, y por ella salía Verona, mi salvadora, así que la apoyaría. Hice un gesto para que se acercara. – ¿Es que no sientes nada por mí? ¿Tan siquiera cariño? –, negué con la cabeza.

— No, lo siento, yo solo puedo verte como una conocida —, se quebró totalmente. Iba a decir algo, pero mi tía la calló. Ella tomó a Milenka entre sus brazos y me hizo un gesto para que me fuera.

— No, no te vayas —, rogó.

— No, se acabó —, le contestó Verona. – No puedes seguir rogando amor, eso no se hace.– Erguió la espalda y levantó la cabeza. – Vete, hijo, yo me hago cargo.– Dicho esto, arrastró con la ayuda de uno de los guardias a Milenka hasta la casa y yo me subí al coche.

Manejé algo desorientado por unos minutos. Tuve que estacionarme por un minuto. Ver a una persona que siempre habías visto fuerte en ese estado me había desestabilizado un poco. La relación con Milenka fue buena, pero no era lo que yo quería para siempre. Ella siempre buscaba la aprobación del resto, mientras que a mí me gustaba mantener mi vida privada de ese modo, privado.

Simplemente, no compartimos estilos de vida, y llegó un momento en el que me di cuenta de que tampoco compartimos principios, y prefería hacer mi propio dinero y gastarlo, puede que incluso invertir, pero jamás fui capaz de salir de compras y gastar estratosféricamente y luego decir que era necesario, mientras que ella la mueve el interés, la marca y lo que ella define como clase, que no tiene nada que ver con los modales, sino más bien con la situación económica de las personas.



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En el texto hay: mafia, matrimonio, diferenciadeedad

Editado: 05.03.2024

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