Piedras Preciosas - Volumen I

Capítulo XXXI: Un hombre familiar

 

Esmeralda 

Manejé hasta el restaurante, me sentía liviana y relajada, aunque me dolían las piernas. Me reí sola recordando todo lo que habíamos hecho la noche anterior. Mi día fue normal, algo rápido, pero no todo podía ser perfecto. Llevaba algunas semanas tratando de contactarme con mis hermanos y no lo había logrado; se habían mudado, vendido la casa y nadie sabía de ellos en donde vivíamos antes.

Por eso, le había pedido a Darío que investigara por su cuenta. Las noticias que tenía tampoco eran alentadoras; debería viajar a México, pero este mes estaba muy ocupado de trabajo como para hacerlo. Esa noche nos reunimos con los chicos en el bar de nuestro restaurante. Debíamos hacer el horario de mayo; el año estaba pasando demasiado rápido.

– Me gusta tu carro nuevo – Rubí no pudo evitar comentarlo y hacernos reír a todos.

– La que puede, puede – dije, zafando de dar cualquier tipo de explicaciones.

Nuestra conversación se centró en los eventos especiales que tendríamos ese mes. Había dos fechas importantes: el día de la madre y el día de los caídos, pero también teníamos reservaciones con los clientes VIP.

– Tu suegro reservó el segundo piso completo – habló Diamante. – mencionó que era una ocasión especial, algo sobre sus negocios, ¿sabías? – negué con la cabeza.

– No soy muy buena para hablar de los negocios que tienen ellos – ella solo asintió.

– Esta semana solo tenemos ese evento, quería pedirte que cocinaras tú – asentí – para las reservaciones especiales y los días festivos, que estaremos a tope, necesito que todos estén presentes.

– Sí – se respondió a coro.

– ¿A qué hora es la reserva? – pregunté, ya que quería cocinar desde temprano y no atrasarme. Zafiro me pasó la hoja de reserva y vi que era para el almuerzo – entonces mañana estaré aquí hasta que ellos se vayan – todos estuvieron de acuerdo.

– Si nada más es eso – Rubí se levantó y tomó sus cosas – debo irme, mañana tengo la presentación de un proyecto – se sentía y veía cansada.

– Yo te llevo – Vodka se puso de pie y la siguió – necesito hacer los horarios de los chicos de seguridad – se giró y nos quedó observando - ¡AVISO! Tendremos seguridad en el apartamento, sobre todo en las entradas – asentimos – debemos buscar casa más grande – rodó los ojos y salió hacia el estacionamiento.

– Él tiene razón – acotó Darío.

– ¿en qué? – Zafiro era otra que se caía de sueño.

– Necesitamos más espacio, cada uno su habitación, un estudio con biblioteca, un lugar donde poder reunirnos – Diamante sacó un par de folletos y nos los pasó – mañana por la tarde iremos a ver condominios, por favor, vean estos o busquen en internet, Rubí ya lo sabe, ella está gustosa – tomé los documentos y luego todos nos esparcimos a los carros, esa noche me iría al apartamento, estaba cansada y el día venidero sería pesado.

Repasé un par de veces los folletos y escogí la que más me gustó. Realmente necesitábamos espacio. Desde que estábamos en NY habíamos vivido en el apartamento, y aunque se barajó un posible cambio de casa, nunca lo logramos. Nos sentíamos cómodas en donde estábamos, pero a la larga se nos comenzó a hacer pequeño.

Me levanté temprano y comencé a ordenar algunas cosas en mi habitación. Realmente era temprano, y preparé algo de desayuno. Últimamente, ya no cocinaba para mis amigos y me nació hacer algo rico. Mientras revisaba algunos documentos, pasadas las 6 de la mañana me monté en el carro y me fui al restaurante. Comencé a preparar algunos platillos estando sola en la cocina.

Entretenida, la hora se pasó volando hasta que mi móvil comenzó a sonar. Lo dejé pasar un par de veces, no obstante, cuando Darío llegó al lugar, me llevó el teléfono, y tuve que contestar.

– Buenos días – Iker estaba del otro lado de la línea - ¿Cómo estás? – siempre pregunta lo mismo, pero contrario a él, yo sí podía adivinar que estaba algo preocupado, su tono de voz grueso me lo transmitía.

– Todo bien, ¿pasó algo? – pregunté directamente.

– No, bueno sí, hoy tengo una junta, algunos clientes rusos nos están abandonando – solté un suspiro y luego recordé que su ex suegro era ruso. Puede que todo esté pasando por nuestra relación – pero todo saldrá bien, ¿mi padre se contactó contigo?

– No, no obstante, sí hizo una reservación para el restaurante – escuché que suspiró.

– Nos veremos más tarde, entonces – se hizo el silencio.

Hablamos un rato más, nada del otro mundo, solo de lo que habíamos hecho el día anterior, algunos pormenores que había tenido en la oficina.

– Estuvo Milenka aquí, ella reclamó por lo que había aparecido en la prensa – rodé los ojos. Él demostraba sus celos, pero porque yo debía quedarme callada, porque su expareja lo seguía y perseguía aún.

– Creo que deberías hablar con ella, con su padre también – podía ser algo difícil, por lo que sabía que las familias eran muy cercanas – aclara la situación, no me gustaría tener otra escena.

– Lo sé, lo haré, no te preocupes – me aclaró y luego nos despedimos. No había mucho de qué hablar. Podría sentir la fricción en nuestra relación y eso poco a poco se iba convirtiendo en un muro. Solo esperaba que no se convirtiera en un abismo para nosotros.

Me quedé pensando en lo que él me dijo. ¿Cómo era posible que la modelo siguiera reclamando por una relación que había acabado hace algunos años? Recordé todo lo que me había contado. Entonces me di cuenta de que no toda la culpa la tenía ella; él también permitió esto, incluso tuvo algunas noches con ella hasta hace poco.

No puedo hacerme la ciega a eso. Es entendible que la chica siempre guarde la esperanza de que volvieran. Pero como mujer, ¿cómo alguien puede esperar tanto de quien no la considera más que una diversión? En muchas ocasiones, yo también me pregunté si sería una diversión para Iker. Sin embargo, no puedo negar que me sentía segura, porque soy una mujer segura de mí misma. Jamás dependí de él, incluso estoy en la posición de devolverle lo que alguna vez invirtió en mí.



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En el texto hay: mafia, matrimonio, diferenciadeedad

Editado: 05.03.2024

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