El niño se despierta exaltado, su cabello revuelto y ojos muy abiertos, las lágrimas fluían mientras esa sensación de pérdida lo encargaba, otra vez le dolía el corazón por algo que no podía recordar. Eran las seis de la mañana e incluso el sol dormía, camino al comedor y se puso a dibujar, pinto rostros y lugares que no conocía hasta que un plato es puesto frente a él con brusquedad.
_ ¿Con fantasías desde tan temprano?
Dijo una voz agresiva, pero decidió ignorarla, comenzaba a acostumbrarse a todo aquello, en el orfanato creían que estaba loco. Más de una vez había caminado dormido, gritado en sueños incluso una vez golpeó a alguien. El lugar se dividía en dos grupos, los que lo veían como a un loco y molestaban o los que le tenían miedo, pero al final Luzbell estaba siempre solo, y así lo prefería, se sentía incómodo cuando había otros a su alrededor. Termino su dibujo, está ves eran unos penetrantes ojos grises que lo veían fijamente, y salió del comedor, se vio atraído a ese viejo fresno como casi cada mañana, permaneció allí por un largo rato viendo al vacío y sintiéndose no tan solo ¿Qué tenía este árbol que lo llamaba tanto? Era como cualquier otro, pero a sus ojos había algo diferente, algo que lo hacía sentirse tranquilo, no pudo evitar suspirar cuando sintió una presencia a su lado, pero estaba decidido a no permitir que nada interfiera en este momento.
_ Es interesante ¿Verdad? Cómo los colores se vuelven más intensos.
Su cabeza giro involuntariamente, no pretendía prestarle atención, nadie lo había notado antes.
_Mi nombre es Mist soy un reclutador de la alianza ¿Te interesaría acompañarme?
Lo miro como si estuviera loco por un momento y luego simplemente se encogió de hombros, cuando miro el árbol la calma ya no estaba. Esa semana fue un borrón, Mist realmente se lo llevaría a dónde fuera, sus cosas, que no eran muchas, fueron empacadas y para el viernes por la tarde el papeleo estaba listo, la última noche allí su sueño estuvo envuelto en dolor y gritos, no sabía si eran los suyos pero a las tres dejo de intentar dormir, lo extraño fue que continuaba con esa sensación aún despierto, el eco de un llanto suplicante llenaba su mente y no importaba que, no cesaba, sin darse cuenta comemos a cantar una canción de cuna que nunca había escuchado sintiendo que había alguien más cantándola con él, a pesar de la penumbra silenciosa que lo rodeaba, pronto se sintió consolado.
_ Te ves cansado.
Mist varias veces había intentado entablar conversación sin resultado, el niño tenía el cuerpo y la mente entumecidos, el llanto había cesado apenas una hora antes reemplazado por un suave murmullo, un suspiro a su lado lo trajo de vuelta a la realidad, estaban en un auto desde hace un rato y no parecía que fuera a detenerse pronto, salieron de la ciudad que no estaba interesado en recordar, pasaron por un pequeño bosque y continuaron por el campo, estaba anocheciendo cuando vio los primeros rastros de civilización. Se detuvieron en un sitio para comer, él no probó nada, de repente se sintió muy triste, comenzó a llorar sujetándose el pecho como si temiera que se le fuera a salir, jadeaba y sollozaba incontrolablemente, estaba frustrado porque sabía que de alguna forma lo que sentía no era sullo.
_Respira -Instruyo Mist en sus oídos- lenta y profundamente, inhala y exhala, deja que lo que sientes ahora pase, concéntrate solo en respirar.
Mientras las palabras penetraban en su embotada cabeza obedecía, luego de un rato consiguió controlarse, su cuerpo estaba tembloroso y más dolorido que antes cuando lo miró fijamente.
_ Lamento eso, no esperaba que pasará un cortejo fúnebre justo a estas horas. -Incline la cabeza confuso- Parece que se mucho más de ti que tú mismo.
Sin decir nada más lo llevo al auto y continuaron su viaje por dos días más, tiempo en el que le explicó que era empático, por eso se sentía tan incómodo cuando estaba con otros, le explicó que su don era algo muy raro y preciado, que debía aprender a controlarlo o enloquecería de verdad ya que no haría más que crecer, le dijo que sería capaz de canalizar y hasta manipular las emociones de otros, pero primero debía aprender a protegerse por qué algo como lo que pasó podría llevarlo a perder el control de sí mismo y su cordura. Luzbell no dijo ninguna palabra limitándose a escuchar, escuchaba a Mist y alguien más, un murmullo en el fondo de su mente, molesto y reconfortante a la vez, quizás si estaba loco.
El agua fría de la ducha lo hacía sisear, pero era reconfortante, las costras de sangre seca aún se adherían a su piel no importaba las veces que se bañara, moverse era una tortura, en algún momento perdió la conciencia por lo que no sabía cuántas veces lo habías azotado, espalda, nalgas y muslos llenos de marcas, algunas recientes, otras no tanto. Liceo desde que empezó a hablar había sido un problema para el sacerdote, no tenía malas intenciones cuando le dijo aquella ves que su abuelo estaba orgulloso, el problema era que el abuelo de su padre adoptivo había muerto mucho antes de que el llegará, al principio fueron oraciones pero mientras creció las cesiones se intensificaban, exorcismos y finalmente convencidos de que era una encarnación del mal comenzaron a azotarlo diciendo que así lo contendría, pero nada podía estar más lejos de su realidad. Los espíritus de todo tipo se le aparecían de vez en cuando, al principio no entendía, los veía como alguien más en la habitación y más de una vez se encontró hablando con alguien a quien nadie podía ver, Liceo tenía seis años y prefería estar entre los muertos, al menos ellos no lo lastimaban. Esa noche había sido diferente, había tantos de ellos que comenzó a asustarse, a llorar y gritar, el sacerdote y su mujer estaban consternados y mientras el recitaba su tan familiar mantra ella lo azotaba, el niño cayó hecho un ovillo implorando y suplicando hasta que alguien finalmente lo escucho, una bella canción de cuna comenzó a retumbar en su cabeza y aún que aún sentía los aguijonazos en su piel pudo calmarse a tal punto que no sabe si se desmayó o durmió, cuando despertó estaba encerrado en su habitación cubierto de sangre seca, allí permaneció los siguientes días, hasta esa mañana cuando le ordenaron bañarse y vestirse con propiedad.