El templo era un lugar inmenso en medio de un bosque, era extraño como el edificio estaba en perfecta armonía con la naturaleza, había personas que entraban y salían del edificio con enormes ventanales, todos vestían ropa ligera y colores claros, pantalón y camiseta, el aire olía a distintas hiervas, las voces se detuvieron en cuanto bajamos del auto, aunque había silencio no sentía más que la curiosidad que venía de ellos. Dentro era fresco y lucia antiguo, aunque creía que era por la decoración, todo era muy blanco. Dos hombres los llevaron al salón de reuniones donde cinco personas los esperaban, el consejo, una mujer se le acerco rodeándolo sin quitarle los ojos.
_ Aunque veo a un jovencito -Comenzó sin dejar de inspeccionarlo- no puedo evitar pensar que no es así.
Mist permaneció en silencio y creyó que sería lo mejor hacer lo mismo.
_ Al entrar en este recinto dejaras todas tus costumbres afuera. -Hablo un hombre desde su asiento en una especie de escenario- Tenemos nuestra propia forma de hacer las cosas aquí, nuestras leyes, y esperamos que sean cumplidas.
Ese hombre no le agrado, sonaba arrogante, se sintió molesto en cuanto lo escucho, Mist lo noto por lo que le advirtió con la mirada que no abriera la boca, el intento contenerse.
_ Se te dará un libro con la reglamentación, se te brindará una vestimenta apropiada, alguien te mostrará tu habitación y se espera que mañana asistas a tu primera clase con todo aprendido.
Supo en ese momento que no lo querían ahí entonces ¿Por qué aceptarlo en primer lugar? Con un vistazo a su maestro supo la respuesta, bien, tendrían que soportarlo.
El libro debió llamarse las mil y una formas de tortura, la lista de prohibiciones era interminable y absurda.
No hablar con un superior si no te habla primero.
No correr dentro del recinto.
Hablar con moderación.
No visitar la ciudad sin autorización previa y la compañía de un superior.
Vestir solamente las ropas asignadas.
Mantener el orden y la higiene en todo momento.
Observo la habitación, un futón en el suelo, un librero con lo que asumió serian su material de estudio, una mesa de noche, un escritorio y un armario, lo justo y necesario, sería difícil para cualquiera desordenar un lugar que estaba casi vacío, descubrió con gusto que al menos tendría baño privado, luego pensó que, ya que esto era un templo la privacidad sería algo muy preciado, suspiro y continúo leyendo ese texto absurdo.
No utilizar perfumes o cualquier otro objeto decorativo.
_ Eso es un problema. -Comento Liceo en su mente-
_ No es como si alguien fuera a verlo desnudo -Lucien se rio a carcajadas-
Desde su primera ves había tenido algunas otras experiencias, descubrieron que estaban bien tanto con hombres como mujeres, Luzbell había tenido la necesidad de tatuarse una mañana, ahora tenía tres, uno en el omoplato, uno en la cadera y el otro en la pierna, se sentía muy orgulloso de ellos, pero nunca le había dicho a Mist.
_ Parece que si me verán. -Agrego Luzbell mientras leía “natación” en su listado de clases-
En fin, no había nada que pudiera hacer, esperaba que no lo expulsaran por eso. Se ducho y miro con desagrado su ropa estilo hippie de color blanco grisáceo, el armario estaba lleno de ello. Con un suspiro resignado se colocó en una posición cómoda y medito.
El día comenzaba con el amanecer, se preparó y salió hacia el comedor común, el lugar estaba lleno de personas, todos mayores que él, desayuno mientras consultaba sus clases, la primera era en la biblioteca, historia, solo se trataba de leer en silencio, estaba bien con eso, creyó que tal vez los libros lo ayudarían con sus recuerdos y esa biblioteca era impresionante. A media mañana tenía que ir al jardín, era el turno de herboristería, no sabía cómo eso lo ayudaría, pero le gusto trabajar en la tierra, estaba tan concentrado que alguien tuvo que llamarlo para almorzar.
_ ¿Qué pasa contigo? Me haces perder el tiempo. -Dijo el hombre con superioridad-
_ La próxima no te molestes. -Respondió alegremente- estaba disfrutando el trabajo.
El hombre se fue poniéndole mala cara, Luzbell se lavó y preparo para volver al comedor. Esta vez había mucha más gente, pudo ver algunos que debían tener su edad, pero no se sintió para nada interesado, su horario continuo con nigromancia, finalmente algo que le resultaría útil.
En el salón había solo cinco personas, todos mayores.
_ Hoy vamos a practicar invocación y control. -Una mujer instruyo- Lo harán solos y los guiare si es que lo necesitan.
Su mirada se clavó en él al finalizar la frase, se sintió decepcionado porque eso no era difícil para él. Tomo lugar en un sillón, despejo su mente y le pidió a un espíritu que se acercara para reorganizar los libros de todos menos los suyos, la maestra observo como todos estaban intentando concentrarse mientras el lucia aburrido.
_ Si tienes control de tu don ¿Por qué estás aquí? -Dijo ella con molestia-
_ Me pregunto lo mismo, puede que quieran que no pierda la práctica.
Se encogió de hombros ya que le pareció una buena respuesta, la nigromancia no era algo que se usara muy seguido, pero la maestra se veía aún más molesta que antes, despidió al espíritu y se concentró en sus hermanos, estaba muy aburrido. El día en general fue una decepción, al menos respetaban la privacidad con mucho énfasis por lo que su práctica de regresión fue bastante bien, una vez la maestra Ana le dijo le cuando estaba en transe liberaba tanta energía que todo a su alrededor flotaba, él no le había dado importancia hasta ahora, no hubo recuerdos esa noche y por la mañana estaba tan lleno de energía que entreno por su cuenta, desde las cuatro, un hombre se acercó una hora después limitándose a verlo por un rato.
_ ¿Algo que te guste? –Estaba sudado y seguramente apestaba así que si decía que si pondría en duda seriamente sus gustos-