☆ Benjamin ☆
Salí súper emocionado hacia el patio. Lo primero que hice fue buscar a Ellie entre el resto de alumnos que había en el patio, deseaba ver su reacción y conocer su punto de vista sobre la situación. La encontré esperándome sentada en una de las mesas. Me acerqué y nada más llegar hasta ella, planté en el centro de la mesa la invitación de Walter, girándola para que pudiera leerla. Tomé asiento enfrente suyo mientras observaba los cambios que experimentaba su rostro mientras trataba de asimilar lo que había escrito en el papel.
Me miró con los ojos bien abiertos. Vi cómo abrió la boca con la intención de hablar, pero la cerró de nuevo al momento. La entendía; yo tampoco sabía describir lo que acababa de suceder. Lo único que hacía era sonreír como un bobo.
Volvió a leer el papel sobre la mesa. Deduje que había conseguido salir del bloqueo, porque esta vez sí que tenía algo para decir. Ya iba un paso por delante de mí.
—¿Irás? —preguntó con dudas.
Era una buena pregunta. Por un lado, ir me causaría muchas preguntas que agravarían mi inseguridad y mi timidez no ayudaba. Sentía miedo por si allí hacía algo que pudiera llamar la atención del resto. Ya fuera algo tan simple como lo era mi presencia en aquel lugar, pensé que igual yo desestabilizaría la normalidad que lo envolvía. Podía ser extraño que yo fuera a ver a Walter si nadie me conocía. No soportaba cuando mucha gente me miraba a la vez, era como si de golpe todo lo que temo y no quiero que se conozca, fuera visible para esas personas, haciéndome sentir totalmente transparente ante desconocidos. ¿Cómo debería comportarme? Nunca antes había asistido a un concierto y este tenía pinta de ser un tanto diferente a lo que conozco como "concierto" porque, en primer lugar, era en un teatro. En aquel entorno me sentía un ignorante. Si eso se descubría, ¿cómo me tratarían entonces? ¿Me dirían algo malo? Igual Walter decidía no invitarme más.
Y la ofensiva a todas esas preocupaciones era la respuesta a una corta pregunta: ¿quería ir? Y... Dios, claro que quería. Tenía unas ganas inmensas de aprovechar esta oportunidad. Quería saciar mi curiosidad; aprender sobre la música, sobre las diferencias dentro de ella, sobre el piano, sobre las notas musicales... Quería conocer, introducirme en un arte nuevo y diferente al que ya conocía, que a pesar de las diferencias, tenía el presentimiento de que podían complementarse. Si estaba en lo cierto, la música también debía ser algo maravilloso y que merece ser apreciado. Bien... También quería ir por Walter, para conocerlo y poder entenderle mejor. Me ha tratado muy bien desde el inicio, se ha interesado por mis cuadros como nadie. Todas nuestras interacciones han hecho que, sin él saberlo, se adentrara en mi vida sin previo aviso. Ahora yo estaba interesado en escuchar qué puede hacer con el piano, en escuchar las melodías que era capaz de tocar, dispuesto a apreciar cada una de ellas. Me atraía adentrarme en su mundo, con todas las notas e instrumentos que haya de por medio.
—Sí que iré. Será el primer concierto al que voy.
Fruncí el ceño en respuesta a un suspiro que soltó mostrando alivio.
—Menos mal. Creía que dirías que no.
—No soy tan tonto —decidí objetar.
Asintió.
—No eres tan tonto, eres tan tímido.
—Soy tímido, pero nunca rechazaría algo así.
Rodeó su puño con la palma de su otra mano y colocó los codos sobre la mesa. Esbozó una sonrisa desafiante.
—¿Estás seguro? —cuestionó, yo asentí— ¿Te tengo que recordar cuando te arrepentiste por no haber subido a la atracción que querías en el parque de atracciones y, a pesar de eso, al año siguiente tampoco subiste?
—Hacen fotos cuando llegas a la cima, sales con la peor cara que puedes poner. Luego las ve todo el mundo —me defendí.
—Pues bien que te lo pasaste riéndote de mí cuando salió la mía —soltó simulando decepción con una mueca.
—Te pasó por subirte.
—Te habrías reído más si hubieras subido conmigo —sentenció.
La verdad es que sí que me arrepentía. Pasó durante las vacaciones de verano. Esos meses montaron un parque de tracciones en nuestra ciudad y me invitó a ir junto a ella, yo accedí. Fue una tarde muy divertida y llena de adrenalina. Nos subimos a un gran número de atracciones y gastamos bastante dinero. Conseguí un osito de peluche en una ruleta de la suerte, aún lo conservo, está en una estantería de mi habitación como recuerdo. Decidimos dejar de última la atracción que más me había llamado la atención desde el inicio. Al final, me ganó la inseguridad y Ellie subió sin mí. Más tarde me sentí fatal, primero por haberla dejado sola, y segundo por dejar que me ganara el miedo. Nos fuimos cuando ya había anochecido, la acompañé a su casa y luego regresé a la mía, durante el camino no pude dejar de sentirme culpable. Unos meses después de la segunda vez que ocurrió, le expliqué que me arrepentía y que estaba preocupado. Ella lo entendió. He prometido que me subiría la próxima vez que fuéramos.
—Bueno... —la escuché de nuevo— Volviendo al tema del concierto. ¿Eres consciente de lo especial que es? —dijo con un aire de euforia.
—Es especial. Pero supongo que no iré yo solo, seguro que asistirán más amigos suyos.
Negó.