Planeta Eris: durante la paz

CAPÍTULO 3. DIPLOMACIA

El Rey Tares presenció lo sucedido, estando tan solo a unos metros de distancia a punto de dar la bienvenida a sus invitados, estaba igual de sorprendido que el resto y fue su esposa quien lo hizo despertar. La gravedad del asunto era más que un simple crimen, esta vez Harts había sobrepasado los límites y cuando vio que una punta de flecha rebotó de la cabeza a la palma de la líder diplomática de la Turf Manipura, no tuvo otra opción.

— ¡Guerreros, tomen a Harts y llévenla a prisión!

De inmediato los guerreros más cercanos a ella reaccionaron. Dos de ellos la tomaron de los brazos obligándola a levantarse con rudeza y arrastrándola fuera de la escena en dirección a prisión, en ningún momento la líder de la Turf vecina dejó de observar a la responsable de aquel atentado. Bajó de su hermoso caballo dorado y con la punta de flecha en su mano caminó en dirección al Rey Tares dejándola caer a sus pies.

— ¿Qué significa esto?... quizá un ataque enemigo.

—Lo siento.

Alcanzó a decir el Rey sin saber exactamente cómo explicar lo ocurrido, ni él estaba seguro; tragó saliva cuando uno de los guerreros de la diplomática desenvainaron sus espadas preguntando a su líder si debían contraatacar, para su fortuna la diplomática sonrió y les ordenó retroceder. Nuevamente miró al Rey sonriendo de medio lado.

—Mi nombre es Träd Ram de Manipura, décima hermana nacida de la Reina Ceres I y octava princesa, soy la líder diplomática de la Turf Manipura.

—Bienvenida.

El Rey inclinó su cabeza ligeramente al mismo tiempo que su Reina y el resto del pueblo se inclinó. Träd Ram era una joven de 23 años de edad, soltera y líder del consejo diplomático de su Reino. Físicamente alta de aproximadamente de 1 metro 75 centímetros, al igual que todos en su familia real sus ojos son de color escarlata, su cabello es color marrón claro, casi rubio; vestía con un elegante pantalón de combate de color amarillo, al igual que una armadura de red de acero encantado de la misma tonalidad que el pantalón con una especie de chaqueta del mismo color, sobre ésta el símbolo de su reino; el cual es un triángulo equilátero dentro de otro triángulo más grande del mismo tipo con una estructura en forma de "T" sobresaliente de cada lado, encerrado dentro de un círculo; estaba bordado en la espalda, sus hombros y rodillas.

—Sígame, por favor.

El Rey Tares se giró ligeramente con un brazo extendido hacia adelante en dirección a su fortaleza, la cual estaba protegida con sus más poderosos guerreros que les permitían el paso a sus invitados. La diplomática Träd no dudó en avanzar y antes de dar un paso llamó a cinco de sus propios guerreros para que la acompañaran, dejando que el resto fuese escoltado a el lugar establecido por sus anfitriones. El ambiente continuaba tenso, todo había comenzado mal y ahora probablemente no cerraría un acuerdo sino que podría ser que fuesen acusados de engaño y traición, por lo que comenzaría una guerra de la que ellos nunca podrían ganar.

Llegaron a un enorme salón cuyas paredes totalmente de piedra eran iluminadas por una antorcha cada dos metros, las paredes laterales tenían un total de diez antorchas a lo ancho y veinte a lo largo, mientras que la de enfrente tenía una enorme fogata que iluminaba la mayor parte del salón. En medio de éste estaba un gran comedor destinado justamente a todos los asuntos políticos y de guerra, ahí el Rey Tares tomó asiento hasta al frente, seguido de la diplomática enviada de la Turf vecina, posteriormente la Reina se sentó a su lado y así el resto de guerreros tomó su lugar respectivo, detrás de cada líder.

—Debo admitir que ésta es la primera vez que me reciben de esa manera —fue la diplomática la primera en romper el silencio—. No venía preparada para ello.

—Por favor, disculpe. No tiene que considerarlo un ataque enemigo, es simplemente que... esa chica... bueno... —seguía sin encontrar las palabras.

—Es una lisiada —intervino la Reina—. Su nombre es Harts y es considerada una lisiada aquí en el Reino.

El Rey miró a su esposa con desaprobación. Harts era su amiga y aunque sabía que su esposa la odiaba, nunca le permitió dirigirse a su amiga con ese título tan despectivo. La Reina Mulie II de alguna forma odiaba la relación entre ellos y al igual que muchos, odiaba la actitud de Harts, aunque su esposo no lo aceptara las acciones de la joven ya la habían convertido en una lisiada para todos en el pueblo, aun cuando el Rey no lo hubiera oficializado. El intercambio de miradas entre el matrimonio real no pasó de ser percibido por la diplomática quien de inmediato notó que su tensión no era del todo por lo ocurrido y eso le causaba curiosidad. Era bien sabido que la gente Mulad tenía más lisiados que cualquier otro reino y eso era debido a que sus lisiados eran proclamados más allá de una persona que por un accidente o enfermedad perdía la capacidad de usar alguna parte de su cuerpo; cualquier gente que consideraban "inútil" por no cumplir sus estándares se volvía un lisiado. Por el salto de aquella chica sabía que su título se debía a lo segundo.



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En el texto hay: magia, nobleza, lgbt lesbian

Editado: 27.05.2019

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