Planeta Eris: durante la paz

CAPÍTULO 17. AMOR

Con el crimen que había cometido y siendo descubierto al instante por la esposa de su joven discípula, Mant no tenía otra opción más que regresar a la mansión de investigación y aceptar sus errores; él supo que sería descubierto, tuvo la remota esperanza de que la diplomática dejara pasar el hecho, pero sabía que tarde o temprano sería buscado por JPa Dörrar y los problemas serían mucho más grandes para él e incluso para Harts, así que en el fondo agradeció las palabras de la joven princesa hermana. Nuevamente se dirigió al norte, con la cabeza en alto y entró a la galante mansión abriendo la puerta con el espacio suficiente para que pudiera pasar al interior; por dentro la mansión estaba cubierta de cuarzo, no había ventanas y el piso estaba tan limpio que podía ver su reflejo y  al caminar la suela de sus zapatos retumbaban a cada paso, había un par de personas que al escucharlo lo miraron de reojo y lo despreciaron con la mirada; Mant sabía claramente la razón. El interior estaba vació, pero frente a él se veían tres puertas, la izquierda lo llevaba al subterráneo, donde estaban las bibliotecas y áreas de manejo de magia; la derecha iba hacia arriba donde estaban los laboratorios y la de en medio pertenecía a la planta baja, donde había aulas y oficinas de administración; ese era su destino.

Antes de que Mant avanzara, la puerta de en medio se abrió y de ella salió una mujer, aunque ya de una edad madura, bastante hermosa, de ojos marrones, cabello negro y una estatura baja. La mujer miró a Mant, acomodó sus gafas y abrió la puerta por donde había salido de par en par; hizo un ademán con su mano izquierda señalándole al herrero que la siguiera; así lo hizo y luego de pasar unas puertas y unos cuantos pasillos la mujer abrió una puerta metálica entrando seguida por Mant.

—Siéntate —ordenó señalando una silla frente a un escritorio de caoba.

Había otra silla del lado contrario del escritorio, pero ella no se sentó, se mantuvo de pie observando a Mant; éste se sentó con sumo nerviosismo, sabía que la mujer sabía porqué estaba ahí.

—Bien, si hubieses tardado una hora más, los soldados ya hubieran ido por ti —comentó la mujer con severidad—. ¿Enserio creíste que podrías engañarnos? Ya no eres un adolescente Mant.

—Lo sé, pero era algo urgente y de haber enviado la solicitud, no sería aceptada quizá hasta dentro de un mes o más.

—Tenemos prioridades, tenemos reglas, tenemos protocolos... tú mismo ayudaste a establecer algunos de ellos.

—Lo sé, justo por eso tuve que hacerlo.

—Encantaste una espada, usaste con ella tres rocas aun sabiendo que son escasas —la mujer por fin tomó asiento—. Fuiste muy osado, además de permanecer en ayuno por setenta y dos horas para concentrar tu prana ¿Para quién fue el arma?

—La espada fue forjada para la diplomática, puedes hablar con ella, Mi señora Träd Ram ha dicho que se hará responsable de lo ocurrido.

—Es extraño que la joven no me informara que necesitaría una espada hechizada, tú pudiste haberme dicho y hubiésemos hecho una excepción, sabes que mientras la Reina Ceres siga gobernando todos sus hermanos son de la realeza; así que desperdiciaste horas de tu cuerpo y prana para algo en lo que pudimos haberte ayudado.

—No la hechice yo —corrigió Mant con una sonrisa.

— ¿Fue uno de nosotros? ¿Quién? —arqueó las cejas, aun siendo uno de sus seguidores, debía reprenderlo por romper las reglas.

—No es de tu gremio, sino del mío.

—No tengo registros de que alguno de tus herreros puedan controlar su prana, si es uno de tus posibles herederos sabes que la enseñanza de la magia nos corresponde a nosotros, no a ti.

—Lo sé, pero yo no le enseñé nada, curiosamente la joven ya tenía conocimiento sobre el control del prana y de la magia, ni siquiera hubo necesidad de que meditara; aún sigo sorprendido de su habilidad.

— ¿Quién? —cuestionó la mujer con suma curiosidad; sacó un cuaderno comenzando a revisar el listado—. No tengo ningún registro de algún herrero con ese nivel de control.

—No me sorprende, ella es nueva... —dijo Mant cruzándose de brazos con orgullo y sonriendo ante la consternación de la mujer—. Si nos perdonas a todos los involucrados en el incidente de esta tarde te hablaré un poco más de esta joven.

La mujer acomodó nuevamente sus gafas y torció la boca, comenzaba a molestarse del descaro del líder de los herreros ¿quién creía que era ella?



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En el texto hay: magia, nobleza, lgbt lesbian

Editado: 27.05.2019

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