¿Qué espera de mi?
Tal vez no lo sepa, tal vez nunca lo sepa, y sin embargo, aquí está, como el eco de una tormenta lejana.
Anochece otra vez, y él regresa, con la misma pregunta que ya no escucho.
Me siento cansado, cansado de huir de sus palabras, cansado de ignorar su presencia.
—¿No te cansas tú? —le pregunto esta vez, aunque sé que no respondera.
Sus ojos chispean como brasas, y yo, por primera vez, le sostengo la mirada.
No encuentro respuestas, solo un abismo de incertidumbre, y el humo de su cigarro dibuja formas que no alcanzo a descifrar.
Editado: 07.01.2025