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▪ Capítulo 2 ▪

Decir que no tenía palabras era poco. Pude haber babeado toda la tarde y no me habría molestado, pero seguro a él sí.

Frente a mis ojos tenía a un chico que si hubiera conocido antes, nunca me habría creído mi suerte. Cabello oscuro, piel ligeramente bronceada, ojos verde realmente hipnotizantes. Estaba muy bueno. Joder, nunca antes me había sentido más sorprendida.

—¿Puedo ayudarte? —preguntó. Tener esa voz debía ser ilegal.

Pero yo todavía no podía hablar. Mi boca se había quedado entre abierta.

Sin pensarlo, moví mis ojos de arriba a abajo, inspeccionando su postura. Me avergüenza no imaginar lo descarada que estaba siendo. No me di cuenta de lo ridícula que lucía hasta que se aclaró la garganta, apretando la mandíbula.

Terrible error.

—Disculpa, ¿quién eres? —sus increíbles ojos me observaban con atención.

—Blair.

—Vale —agregó como si esperara que dijera algo más, sonriendo.

Oh mierda, mis piernas empezaron a temblar. ¿Qué clase de efecto estaba usando este chico sobre mí?

—Soy amiga de Asher.

—Soy Hayes, su compañero de apartamento —se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. Fue realmente rápido, pero pude detallar incluso la humedad de sus labios sobre mi piel. 

Recordé haber escuchado a Asher mencionar algo de un chico en su clase de matemáticas. Pero nunca creí que fuera tan... demasiado... Hayes.

—Te invitaría a pasar para que lo esperes, pero creo que está en una fiesta. No sé a qué hora vuelva.

—Sí, acabo de llamarlo.

—Eso parece.

Apreté el teléfono entre mis manos cuando empezó a sonar. La cara de incomodidad del chico no podía ser más obvia. Pero incluso así, se veía atractivo. 

—¿No vas a contestar?

—Tengo que irme —hablamos al mismo tiempo. Hayes agachó la cabeza para sonreír por mi torpeza y el cabello ondulado le cayó sobre la cara.

—Bueno, nos vem...

—¿Eres realmente una amiga de Asher? —esa pregunta me tomó por sorpresa.  Tuve que voltear bajando la mirada para no mostrar mi cara de felicidad. Había logrado llamar su atención.

—¿Qué?

—Me refiero... a que si no eres su novia o algo parecido.

—¿Como un vacile?

Hayes asintió con la cabeza. Yo no daba crédito a lo que estaba escuchando. ¿Él realmente me había preguntado eso?

No. Eso no era lo peor. Lo peor se basaba en el hecho de que estaba dudando al responder. Mi celular había dejado de sonar y justo en el peor momento. 

Asher y yo llevábamos saliendo cerca de seis meses, nos acostábamos y de vez en cuando nos dábamos uno que otro beso intencional en el instituto. Nunca me había pedido ser su novia porque sabía que eso de poner etiquetas no era para mí. Pero él siempre me llamaba "novia" cuando tenía la ocasión. A mí esa palabra me desagradaba.

Pero entonces pensé en que todo el trayecto de ese tiempo, ninguno de los dos habíamos salido con nadie. Nos comunicábamos siempre que podíamos, incluso a veces uno de los dos mostraba celos, él principalmente. 

Así que, ¿qué éramos Asher y yo en verdad?

—Sí. Somos amigos.

Su sonrisa se ensanchó, lo cuál no terminé de descifrar en ese momento. ¿Se había puesto feliz?

Puso uno de sus brazos sobre el marco de la puerta y se apoyó un poco en la misma. Una de sus piernas se dobló un poco hacia el suelo, formando la postura ideal que conocía a la perfección.

—¿Tienes novio?

Así que iba a ser directo.

Su rostro era digno de fotografía. Con una ceja alzada y una sonrisa de lado. Estaba segura que no era la primera vez que usaba esa táctica para aprovecharse de una chica con las hormonas alborotadas. Casualmente yo era una chica, y tenía las hormonas alborotadas.

—¿Estás coqueteando conmigo?

—Sí —está bien. Era honesto. Al menos no iba a decir que le parecí una chica diferente a las demás.

—¿Y se supone que esta pose de chico rebelde me tiene que impresionar? —no hacía falta, su mero rostro había llamado toda mi atención.

—Yo nunca dije eso.

—Pero lo estás pretendiendo —su sonrisa estaba ahí de nuevo. Mis dedos se movían impacientes sobre mi espalda, jugando con las puntas de mi cabello.

—¿Quieres pasar?

Sí.

—No —alargué la vocal final, riendo.

No estaba asombrada porque sus intentos de seducción realmente funcionaban, si no por el hecho de que no me imaginaba para nada que el compañero de Asher sea un tipo jodidamente sexy.

—En algún momento lo harás.

—Qué arrogante suenas —tuve que hacérselo notar—. Por supuesto, pero no será porque tú me lo pides.

—¿Vendrás por tu cuenta?

—No eres el único que vive aquí, no te hagas ilusiones.

Sin decir absolutamente nada más o darle tiempo a responder, me di la vuelta y empecé a caminar de vuelta a casa. No tuve que mirar de reojo para comprobar que me observaba, podía sentir sus ojos clavados en mi espalda.

El enfado se me había pasado demasiado deprisa. Me encontraba a mí misma sonriendo, aún escuchando la risa de Hayes en mi cabeza. Su penetradora voz y la intensidad de sus ojos. Lucía como un chico seguro de sí mismo, que al principio podía confundirte su apariencia mezclada con amabilidad, pero apenas entraba en confianza hablaba con ironía.

Me permití decepcionarme un poco. En tan solo unos minutos había sido capaz de descifrarlo.

Eso resultó ser aburrido.

[...]

—¿Podrías decirle a la profesora que hable más bajo? No tiene que explicarlo todo gritando.

—La clase ya se acabó, Lily. Te quedaste dormida.

La chica levantó la cabeza del pupitre para comprobar que era cierto. Su rostro se veía cansado, como si no hubiera dormido en toda la noche. Cosa que era cierta.

Tomé mi mochila y la de ella para salir del aula, en donde solo nos encontrábamos las dos. Ella arrastraba los pies mientras se frotaba la cara. Los rizos de su cabello incluso lucían bien sin peinar, ¿cómo lograba eso?



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En el texto hay: adolescentes, humor, romancejuvenil

Editado: 10.08.2020

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