—Buenos días, le atiende Blair. ¿En qué puedo ayudarle? —pregunté con la cabeza agachada, observando la máquina.
—Quiero una mejor amiga para llevar, por favor.
—¿Disculpe? —levanté la cabeza y vi a Lily sonriendo con diversión—. Oh, ¿qué haces aquí?
—Sacarte de este infierno de trabajo, ¿no es obvio?
Escuché como el señor detrás de ella suspiraba un poco fuerte mientras se cruzaba de brazos. Tuve que apretar los labios.
—Mi turno termina en veinte minutos. ¿Podrías esperarme en una mesa?
—No quiero sentarme sola.
—Solo espérala allí y ya —intervino el señor calvo con cara de amargado. Lily volteó a verlo—. ¿Te importa, guapa? Algunos tenemos hambre.
Si no fuera porque soy parte del equipo de trabajo, no habría dudado en decirle unas cuantas cosas al hombre. Pero simplemente me quedé callada, no podía permitirme ser rebelde siempre que quiera.
—Lo siento —dijo ella cediéndole el paso.
No, en verdad no. Ella si podía permitirse responder a todo aquel que le parezca molesto.
—Hay más de cinco cajas para hacer su pedido, señor. ¿Es obligatorio acaso pedir en esta? —respondió en cambio con los brazos cruzados, imitándolo.
—Niña malcriada.
—Corra a otra fila antes de que se le adelante otra persona y lo deje sin hamburguesa.
—Lily —murmuró por lo bajo, pidiendo que pare.
El señor se marchó molesto, cambiándose a la fila de mi compañero.
—¿Entonces? —volteó de nuevo a verme con las cejas alzadas. sonriendo.
Tuve que volver a señalarle la mesa.
—Allá —hice un gesto divertido para que me entienda, pero ella solo volteó los ojos y finalmente cedió.
Veinte minutos después salimos por la puerta del local donde trabajaba con los brazos entrelazados. En un momento, nos paramos a comprar helados a un hombre con un carrito. Continuamos caminando hacia mi casa, riendo por alguna estupidez que me acaba de contar. Al parecer, un chico había intentado ligar con ella, borracho.
Antes de poderlo evitarlo, mi lengua se soltó y empecé a hablar sin parar.
—Debiste haber visto la cara que puso Hayes, seguro que ese chico no le podría hacer competencia.
Lily se detuvo de inmediato y yo quería golpearme en la cara.
—¿Quién es Hayes? —preguntó con picardía alzando una ceja. Tragué saliva y negué varias veces.
—Nadie. No es nadie. Mejor sígueme contando, ¿cómo se llama ese chico? —volteé para hacerme la loca y seguir avanzando en el camino.
—No intentes cambiarme la conversación, Parker —sonrió acercándose a mí y aferrándose de nuevo a mi brazo—. ¿Quién es Hayes?
—Un chico.
—¿Y tiene pene? Vamos, Blair. No me trates como estúpida.
No pude dejar de sonreír. Incluso casi se me cae el helado de la boca.
—No quiero hablar de Hayes —arrastré su nombre como si fuera un tema tabú.
—Claro que quieres —Lily se adelantó unos pasos y se puso frente a mí—. Mira, los ojos te están brillando, estás a punto de sonrojarte y...
—Yo no me sonrojo —la interrumpí para defenderme. Mis dientes se aferraron enseguida a mis labios para evitar continuar hablando.
—Y... te estás mordiendo la boca. ¡Ya dime quién es H...! Un momento —detuvo su discurso como si se hubiera dado cuenta de algo—. Hayes —repitió más bajo para sí misma—. ¡¿No es el compañero de apartamento de Asher?!
—Deberías gritar un poco más alto, creo que el señor que nos ha vendido los helados no te ha escuchado.
Lily golpeó mi hombro. Comenzó a saltar de la risa, en ningún momento pensé que iba a echarme la bronca. Sabía perfectamente cómo reaccionaría, saltando de un lado para otro haciéndome mil preguntas, exactamente lo que esperaba.
—¡Y ayer te hacías la loca mientras Asher hablaba de él! —se puso frente a mí mientras empezaba a caminar hacia atrás. Hizo una mueca extraña—. ¿Qué? ¿Quién es Hayes? —dijo imitando mi voz y poniendo una mano en su pecho. Reí ante su pésima actuación.
—¿Podemos hablar de otra cosa? —sonreí dando una mordida al helado. Mi amiga estaba a punto de responder cuando mi teléfono empezó a sonar—. Espera.
Lo saqué del bolsillo y, sin siquiera mirar el localizador de llamadas, atendí con un simple "¿Aló?".
—Hija, ¿cómo estás? —mi sonrisa casi se borra del todo, hasta que caí en cuenta de cómo debía actuar ante la llamada de mi padre.
—Estoy bien, papá. ¿Qué tal todo? —Lily se hizo a un lado y se quedó en silencio mientras ignoraba mi conversación.
—No me puedo quejar —soltó una suave risa que casi no reconocí—. Oye, ¿crees que podemos cambiar nuestra reunión mensual? El viernes voy a estar muy ocupado con algunas cosas del trabajo, podemos vernos el sábado.
—Papá ya te he dicho que no es nece...
—¡Blair! —me llamó Lily captando mi atención—. ¡Ese es el chico del que te hablé!
Me quedé enmudecida y observando hacia donde estaba señalando. Su mano seguía en la dirección correcta a donde había un chico parado., cabello rubio bastante claro vistiendo una sudadera celeste. No me hubiera sorprendido tanto si no fuera porque al lado suyo se encontraba el mismísimo Hayes. Mi boca se quedó seca. Tenía las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta mientras caminaba con seguridad.
—Joder, el que lo acompa es Hayes —le informo tapando el teléfono para que mi padre no me escuche.
—¡¿Qué?!
—¿Hola? ¿Blair? ¿Me escuchas? —mi padre me trajo de vuelta a la realidad.
—El sábado está bien, papá. Adiós —antes de que conteste, colgué y metí el teléfono al bolsillo.
—Hay que seguirlos.
—¿Qué? ¿Estás loca? —fruncí el ceño sin dar crédito a lo que ha dicho la morena—. No, mejor no respondas.
—¿No te interesa descubrir si lo que dijo Asher es cierto? Afirmó que era todo un galán. Quizá ahora mismo va a encontrarse con alguna chica.
No entendí muy bien el por qué, pero pensar en eso me causaba gracia. Hayes en acción no debía ser muy diferente a lo que presencié con mis propios ojos la otra noche. ¿Usará la misma pose intento seducción con todas? Eso tenía que verlo.