No es sencillo que un chico como Hayes pase desapercibido, y menos si lo que viste es una simple pantaloneta, dejando al descubierto su perfecto cuerpo que para ser sincera, cada vez que lo veía era como si fuese la primera vez.
Hayes caminaba despreocupado hacia la piscina, robando la mirada de más de una chica, incluyéndome. Para nada pude quitar la vista cuando flexionaba sus brazos y se metía de clavado a la piscina. El agua chispeó hacia mi vestido, mojándome muy poco.
—Mírala. Otra que se ha quedado embobada con los encantos de Hayes.
Hice una mueca de ironía ante la frase de Bryce. Ellos notaron lo mucho que lo había estado observando.
—Díganme algo, chicos —hablé con determinación, refiriéndome a todos—. Si ustedes viesen pasar a una chica justo ahora en bikini, jodidamente sexy ¿no la quedarían viendo?
Los tres se miraron con sorpresa uno al otro. En definitiva no esperaban que contraatacara con algo como eso. Richard empezó a reír, golpeando el hombro de Bryce. Mientras, Gary levantó una ceja y elevó la lata en su mano.
—Increíble. No dejas de sorprenderme —compartió una mirada conmigo—. Un brindis por Blair, una de las chicas más increibles que haya conocido.
—¡Además está soltera! —reí por lo que dijo Richard.
—Salud.
—¡Salud! —respondimos todos. Incluso Merl, entre murmullos.
Después de dar mi trago, volví a observar a la piscina. Ahí estaba Hayes, conversando con una pelinegra bastante interesada en tocar sus brazos. Él le sonreía coquetamente, respondiendo a su juego. Como si sintiera mi mirada, observó en mi dirección y sus ojos se abrieron por un segundo.
¿Qué pasa, galán? ¿No esperabas encontrarme aquí?
Su pequeña distracción pasó desapercibida y enseguida volvió a la conversación con aquella chica. Yo me levanté del césped, llamando la atención de todos.
—Vuelvo enseguida —avisé caminando en dirección a la casa.
Los chicos dijeron algo a mis espaldas que no pude escuchar. Tan pronto entré de nuevo en el hogar de Merl, algunos chicos caminaban mareados riendo con exageración. Los esquivé y me acerqué a una chica para preguntarle dónde estaba el baño. Ella me indico unas escaleras y dijo que la segunda puerta a la derecha.
Agradecí poder subir sin incoveniente, eso significaba que no estaba borracha perdida. Por un segundo me pregunté dónde estaría Asher, revisé mi teléfono pero no había ninguna llamada de él. A la mierda, yo había decidido ignorarlo primero.
Al subir, me di cuenta que probablemente esa chica estaba más ebria que yo cuando me dio indicaciones, pues a mi derecha había solo una puerta. A la izquierda igual, pero frente a mí tenía un pasillo repleto de puertas.
¿Pero quién había diseñado esa casa?
Las dos puertas a mis costados estaban cerradas con seguro. Un ruido extraño en una de ellas me hizo alejarme de inmediato y seguir investigando. Por alguna razón, decidí buscar desde el fondo al inicio del pasillo. Abriendo puerta por puerta.
Las últimas puertas también estaban cerradas con seguro. Pero para mi fortuna, la tercera estaba abierta, por lo que me adentré ahí. Me llevé una gran decepción al ver que no era un baño, si no una habitación.
—Vaya, menuda suerte la mía —bufé rodando los ojos.
Entré a curiosear por un momento. La cama estaba pegada al rincón del cuarto y habían estanterías repletas de libros y videojuegos, todo hecho un desastre. Había buena iluminación, la ventana daba hacia el jardín delantero. Avancé hasta un escritorio donde habían algunos cuadros de fotos llamativos. No fue hasta que sostuve uno entre mis manos que me di cuenta a quién pertenecía la habitación.
Oh, mierda.
—¿Qué estás haciendo aquí? —casi me da un infarto al escuchar una voz a mis espaldas.
Al voltear me arrepiento de inmediato. La imagen frente a mis ojos no ayudaba mucho al calor corporal que el alcohol me estaba brindando.
Hayes estaba mojado. Literalmente. Gotas de agua recorrían su torso hasta llegar al inicio de su pantaloneta, donde se formaba una V perfecta. Los músculos de su brazo se marcaban mientras pasaba una mano por su cabello, ahora más oscuro.
Necesitaba salir de ahí.
No es verdad. No quería hacerlo.
—Por si no te has dado cuenta, es una fiesta —le respondí con ironía, levantando mi mano en dirección a todas partes.
—No me refiero a eso y lo sabes —levantó una ceja—. ¿Qué haces en la habitación de Merl?
No entendí muy bien por qué, pero me puse a la defensiva.
—Quizá estaba esperando a un caliente y sexy chico que venga a por mí —mentí levantando los hombros.
Las cejas de Hayes se levantaron y no supe descifrarlo. ¿Era sorpresa? ¿Estaba sorprendido? ¿Por qué de pronto estaba sobria de nuevo?
—¿Asher está aquí? —preguntó cruzándose de brazos.
Negué con la cabeza. Quizá mañana me arrepintiera de eso.
Tragué saliva mientras fijaba mi vista en otro lugar que no fuera su torso desnudo. Él pareció notarlo, pues esbozó una sonrisa de lado que irradiaba satisfacción. El ambiente era extraño, podía notar la tensión acumulada entre nosotros.
Avancé en dirección a la puerta y traté pasar a un lado de él, pero cerró la puerta antes de que pudiera salir.
—Hayes —murmuré sin mirarlo.
—¿Sí, Blair? —susurró cerca mi oído. Su cuerpo estaba peligrosamente cerca del mío.
—Déjame salir —pedí con la voz casi inaudible. La sonrisa de Hayes no desapareció en ningún momento mientras tomó mi mentón entre su mano y me obligó a verlo.
—¿Por qué te estás controlando cuando es demasiado obvio que deseas esto tanto como yo? —la distancia entre nosotros fue inexistente cuando uso se acerco y mordió mi labio inferior, dejándome sin aliento.
—¿Y quién te dice a ti que el único interesado no eres solo tú? —intenté que mi voz sonara más segura. La sonrisa de Hayes se agrandó.