Play Off

CAPITULO 5

Sam.
Dos meses después.

Reí despidiendo a Hannah, su cabello cobrizo se pierde de mi campo de visión una vez cierro la puerta de mi casa. Miré alrededor, un sentimiento de nostalgia me embargó. ¿Este lugar era mi hogar?
Habían sido tres meses de idas y venidas, el trabajo iba de maravilla, pero sabía que algo faltaba, y no tenía que ser adivina para saber que o más bien quien me hacía falta en la vida. Kyle Johnson me había demostrado que ni siquiera poniendo kilómetros de distancia entre nosotros lo podría olvidar.

No respondía a mis mensajes, lo intenté llamar una vez y fue un completo fiasco, al final, terminé por darme cuenta que estaba haciendo justo lo que le pedí antes de venir, estaba continuando con su vida tal y como yo debería estarlo haciendo. Para él, probablemente Samantha Daniels era la mujer que creyó querer cuando la vio perdida, pero para mí, era mucho más que eso. Cuando tomé la decisión de empacar mi vida entera y empezar en Chicago, en el fondo sabía que mi deseo más que sanar, era demostrarme a mí misma que no estaba realmente enamorada de ese hombre. Me estaba mintiendo. Sí que lo amaba.
Y dolía demasiado ver que no era tan importante para él.

Mi teléfono sonó en la encimera de la cocina. Caminé rápidamente hasta llegar y tomarlo en mis manos.

Cariño, arréglate que Josh y yo pasaremos por ti en una hora. El club está a reventar. Katy.

Gemí frustrada, ¿por qué había dicho que si esta vez?

En vano, Katy había insistido estos tres meses para que la acompañara de fiesta, mi respuesta siempre había sido un rotundo no, hasta que hace dos días luego de ver una foto de Kyle con Grand de fiesta, en un arrebato le dije que sí, ahora estaba con una promesa suelta que sabía debía cumplir.

Corrí a mi habitación, tendría que arreglarme rápido, Katy era la mujer más puntual que había conocido en mi vida, luego de mi madre claro está. Siempre llegaba diez minutos antes a cualquier encuentro que tuviésemos, por lo que aprendí de mala forma a poner una hora más tarde a la que tenía planeada para verla.

Miré mi closet, no había muchas opciones por aquí. El vestido rojo que hace tres meses yacía en el piso de mi habitación luego de que Kyle casi lo arrancara de mi cuerpo se burlaba de mi desde el perchero. No lo usaría. Me hacía recordar más cosas y olvidar menos. No era justo para mí.

En su lugar, saqué el vestido de tirantes azul que había comprado en una de las pocas veces que pude obligar a Verónica a acompañarme al centro comercial en Boston, nunca tuve la oportunidad de usarlo y aunque no lo iba a admitir en voz alta, lo había comprado pensando en él.

Coloqué mi vestido por encima de mi cabeza provocando que el ligero agarre que había hecho en mi cabello rubio se deshiciera, haciendo que mi cabello cayera por mi espalda. Era en estos momentos cuando agradecía mi cabello lacio. Me sacaría de apuros hoy.

Mi teléfono volvió a sonar, esta vez dándome el aviso de que no se trataba de un mensaje sino de una llamada. La cara sonriente de mi mejor amiga puso una sonrisa en mi rostro al ver que se trataba de ella. La extrañaba demasiado.

— Hola, cariño. —dije sentándome en la cama, mis ojos viajando a mis zapatos buscando decidirme por los negros o los plateados.

— ¡Sam! —mi amiga sonaba feliz. Me reí al escuchar el grito de Erick tras de ella. Murmullos y muchos más gritos la rodeaban. ¿Dónde estaba esta mujer?

— ¿Estás bien? ¿Cómo va el o la pequeña que crece en ese hermoso vientre tuyo? —dije caminando directo a mis zapatos plateados. Quería lucir bien a pesar de que mis ganas de salir estuviesen por el jodido suelo.

— De maravilla, pero extraña a su tía favorita. —reí por sus palabras.

— Intentaré ir pronto a verte, el trabajo no me da respiro, amiga. —me sinceré. Eso y que no quería ver a Kyle saliendo adelante. Prefería esperar a que el golpe fuese menor.

— No te preocupes, todos aquí te extrañamos, incluyendo al gruñón de Nicholas.

— ¡Te escuché, Verónica! —gritó tras ella.

— Oye, Chris está aquí, pudiste haber venido con él. —habló triste.
Me había topado con Hotch un par de veces y hace una semana me había comentado que iría a Chicago. Decliné amablemente su oferta de acompañarlo por las razones que me carcomían por las noches. Era una cobarde. Y lo sabía. Algún día le tenía que dar la cara.

— Como te digo, las cosas han estado hechas un desastre. Mi jefa es demasiado exigente. —en parte no le estaba mintiendo, y aunque la mujer si fuese un dolor en el culo, me trataba mucho mejor que a los otros, y eso era ya decir mucho.

— Entiendo. Estamos todos reunidos y te extraño. Emma no me lanza comentarios sarcásticos por mis cambios de humor. Te extraño. —reí más fuerte.

— ¿Y la ocasión de la reunión es? —dije mordiéndome la lengua por querer preguntar si Kyle estaba allí.

— Oh, decirles de mi embarazo. Ya es hora de tener a un equipo completo buscándome galletas saladas y haciéndome masajes en los pies. —se burló.

— El sueño de toda mujer. —mascullé entre risas.

— ¿Qué harás hoy, cariño? —no sabía si decirle o no sobre mi escapada con Katy.

— Saldré con Katy y su hermano Josh. Algo sobre ir al club y esas cosas. —le resté importancia.

— Espero que tengas algo de acción esta noche, Sam.  —habló Erick gracioso. Supuse que el teléfono estaba en altavoz entonces. Estos no podían ir al baño sin hacerlo juntos.

— No obtengo mucha como tu últimamente, Hamilton. —me burlé. Verónica ahogó una risita al tiempo que su esposo soltaba una carcajada.

— Las ventajas del embarazo, Samantha. —dejó de reír. —¿Cómo va todo? —sonó preocupado. Cada que verónica llamaba preguntaba lo mismo. Sabía que le interesaba como estaba y apreciaba eso.

— Me encontré con Tyler hace un par de meses. —dije sin pensarlo.




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