Sam.
Cuatro meses después.
— No puedes seguir creyendo que tu vida depende de lo que un hombre pueda traer o no a ella. El clímax y la emoción de ser feliz te lo debes dar tú, no un acompañante. —miré atentamente a la mujer de poco más de treinta años frente a mí. Llevaba más de tres meses viéndole el rostro y seguía sintiendo el mismo nerviosismo instalándose en mi pecho cada que entraba a su consultorio. Sala de charla. Como ella lo llamaba.
No negaba que había avanzado mucho más de lo que imaginé al venir aquí, agradecía a Hannah por ponerme en contacto con la mujer. El deseo incontrolable de llamar al número de Kyle se había desvanecido y ya no entraba a mis redes sociales para comprobar si estaba feliz o no, me estaba aprendiendo a amar en el proceso de encontrarme y eso era lo que más me importaba justo ahora.
Sabía que tomé la decisión correcta al venir, lo que tuve que sacrificar para hacerlo me había dolido durante meses, pero no iba a negar que me sentía bien ahora.
— ¿No has tenido el deseo de hablarle últimamente? —sacudí la cabeza sabiendo a que se refería. Había tenido que abrirme con respecto a mi relación con Kyle, y ella había llegado a la conclusión por mí de que estaba enamorada del hombre, pero debía dejar ese amor atrás para poder amarme primero. Si había posibilidades para nosotros en un futuro sería cuando mi autocompasión y lastima hubiesen llegado a su fin. —¿Y él no lo ha hecho? —de nuevo solo negué.
Luego de nuestra llamada telefónica estando ambos borrachos simplemente colgó. La línea quedó en silencio y el "te amo" qué salió de mi boca no fue escuchado.
Gracias a Dios.
Sabía sobre él por Verónica, Emma o Erick, pero no había escuchado su voz en un tiempo. No iba a negar que albergaba sentimientos por él, pero poco a poco me estaba aferrando a la idea de sanar para poder creerme la situación.
— Fue difícil al principio. Quise llamarlo tantas veces, pero ahora veo que necesitaba soltar para aprender a quererme. —digo con seguridad. —Aun así, no ha cambiado mucho lo que siento por él, Lins. —asintió escuchando. —Siento que los sentimientos solo comenzaron a ser controlados por mi cerebro y por mi corazón al mismo tiempo, lo amo, pero me amo también, quiero ser feliz con él, pero al tiempo sé que mi felicidad no la va a determinar si él está o no conmigo. Será doloroso de no ser así, pero lo he asimilado.
— Es un buen paso en la dirección correcta. Y no está mal que quieras llamar, te preocupas por él y es algo normal teniendo en cuenta lo que sientes por el hombre. El problema no está en tu amor por él, sino en la forma en la que manejaron las cosas. Ambos tuvieron culpa en lo que sucedió, lo sabes. —asentí. —Los problemas no se solucionan retozando con furia y orgullo en la cama, se solucionan hablando. Y el punto es que ambos tienen sus propios fantasmas, Samantha. No solo tú como creías.
— ¿A qué te refieres? —mis demonios eran un tema que habíamos tocado con calma y poco a poco el tormento que me producía hablar de mi pasado con los hombres y el fiasco que habían sido mis relaciones amorosas, se había acabado.
Me miró con una sonrisa, sus ojos marrones luciendo tranquilos tras sus lentes.
— Sam, te metiste con un hombre con tendencias al sexo sin compromiso, jamás se le ha visto en una relación y sí, lo catalogan como uno de los más tiernos de la NFL, pero su amor por los niños y los animales no tiene nada que ver con su estabilidad y el compromiso. No estoy diciendo que necesite terapia, solo que es lógico que chocaran de la forma en que lo hicieron. Su relación no comenzó de la manera convencional, jamás tuvieron una cita, lo que saben el uno del otro lo conocen por sus charlas post coito. —me removí incomoda por el rumbo de la conversación.
— ¿A dónde quieres llegar? —dije en parte haciéndome la tonta.
— Si juntas gasolina y un fosforo es lógico que se avecina fuego. —respondió. —A la fobia o apatía de Kyle Johnson al compromiso le llegó tu tormenta de inseguridades por las relaciones, tu miedo a que te rompieran el corazón de nuevo y tu orgullo al frente para evitar darle el corazón a otro hombre, Sam. —se encogió de hombros. —Ambos se dieron lo que creyeron que necesitaban en el momento, se amaron a su manera, a través de la única forma en donde pensaban que no podían romperles el corazón, y les salió mal la jugada.
— ¿Eso quiere decir que igual no tendremos oportunidad? —ella negó riendo.
— Claro que no, Sam. Siempre hay oportunidad, pero antes hay que poner las cartas sobre la mesa. Tú y el necesitaban esta distancia para pensar y darse cuenta de que las cosas no iban por buen camino. Tal vez sí que puedan estar juntos, o tal vez no. No debes enfocarte en eso ahora. Eres joven, tienes una carrera de maravilla por delante y eres hermosa. Pero mucho más importante que eso, es el hecho de que ya viviste lo que no quieres pasar el resto de tu vida, te has enfrentado a tus miedos, y sé que puedes decir que "no" si tu salud emocional y amor propio vuelven a estar colgando de un hilo.
Justo cuando la última palabra sale de su boca, el timbre de la sala sonó. Miré mi reloj. Ya eran casi las cinco.
— Nos vemos la próxima semana, Sam. Tengo una cita justo ahora. Sal a divertirte este fin de semana. Te lo mereces. Pero, no dejes que el alcohol tome decisiones por ti. —aclaró.
Reí por sus palabras.
— Lo prometo. —dije levantándome del sofá y tomando mi bolso del suelo. —Ten un buen fin de semana, Lins.
— Tu igual y no hagas nada que yo no te aconsejaría.
Salí riendo tras caminar a la puerta. La mujer era un soplo de aire fresco en la vida de sus pacientes y no era la única que lo decía.
Mi cabeza chocó con una chaqueta de cuero cuando intenté pasar la puerta de la sala rumbo al pasillo del consultorio de Lins, mis ojos encontrándose con un par de ojos marrones perdidos y algo furiosos, su agarre salió disparado a mi cintura por instinto manteniéndome en mi lugar.
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Editado: 11.05.2024