Play Off

CAPITULO 14

Sam.

— ¿Qué piensas hacer con el trabajo si las cosas siguen así con Kyle? —Verónica tomó el café que había traído para ella y lo llevó a su boca tomando un poco. Lucía cansada y sabia de buena fuente que no había sido por los niños. Claro que no. A esos los habíamos llevado dormidos anoche y cansados. Sofía ni si pasaba un ogro gritando por su lado abriría sus bellos ojos. Una semana así debía haberle servido a mi amiga para dormir en paz, pero por lo visto que Kyle y yo cuidáramos a sus hijos algunas tardes a la semana no era suficiente.

— No lo sé. Kyle y yo estamos tomándonos las cosas con calma. —murmuré dándole un bocado a mi dona. Había extrañado la comida de Jasmine. —Garrett me dijo que si quería mi empleo de vuelta solo tenía que pedirlo. Volveré en unas semanas y luego partiremos de allí. Mi contrato se termina en poco más de tres meses, en ese momento tendré que dar una respuesta sobre mi futuro. Apenas llevo aquí poco más de una semana y si las cosas siguen así no dudaré en volver.

— Me alegro que esté funcionando. Nunca te había visto tan feliz como ahora. —sonrió mirándome. —Te extrañaba. —me encogí de hombros riendo.

— Lo sé. —me aventó el envoltorio de la dona que había traído para ella, quedó suspendido en el aire haciéndonos reír a ambas. —¿Cómo van las cosas con Erick? ¿Ya se acostumbró a cambiar pañales? —rodó los ojos pasándolos por los papeles frente a ella.

— Erick es...Erick. —exclamó riendo. —Es como si Sofía no pudiese respirar sin él al lado comprobando si lo hace bien. Es tierno, pero a veces es demasiado...sofocante. —se encogió de hombros. —Por las noches me despierto y no está a mi lado. Al principio me asustaba y lo buscaba por toda la casa, hasta que lo encontraba dormido junto a Jake o en la silla junto a la cuna de Sofía. —ternura me inundó. —Es un padre maravilloso.

— Era obvio que lo sería. —dije recordando nuestros momentos de adolescentes.

— A veces los veo y me siento tan culpable, Sam. —no tenía que explicarme más, sabía exactamente por donde iba la historia, así que la dejé hablar. —Lo miro a escondidas junto a Sofía y pienso en lo mala persona que soy por quitarle esos momentos junto a Jake. —sus ojos se empañan de lágrimas. —Sé que ya me perdonó, pero yo no puedo hacerlo. —terminó.

— Verónica, entiendo tu dolor y tu culpa, pero debes dejar el pasado atrás y disfrutar del presente, cariño. —tomé sus manos en el escritorio. —Ambos se hicieron daño, pero encontraron el camino para seguir. —sonreí de lado. —¡Mírate! Tienes una familia maravillosa, un esposo ejemplar y dos hijos sanos y hermosos. —miré la fotografía de los cuatro sobre el estante. Me levanté y caminé hasta ella tomando el marco. —Esto es lo que siempre soñaste. Ya lo tienes. Ahora disfruta de ello. —le tendí la foto, sus manos la tomaron con las lágrimas corriendo por sus mejillas. —Esperemos que en unos años otro bebé adorne tus piernas mientras que Sofía está junto a Jake. —me miró sonriente.

— Dame un respiro, Sam. —se mofó. —Gracias por siempre estar allí para mí. —la abracé por un par de segundos.

— Eres mi mejor amiga. Miles de kilómetros incluso no impedirían que eso siguiera siendo así.

— Ni si quisieras intentarlo podrías librarte de mí, Daniels. —me devolvió con fuerza el abrazo.

Reí con fuerza junto a ella cuando nuestras miradas se encontraron. Realmente sí que la extrañaba.

El estruendo de la puerta de la oficina de Verónica al abrirse con fuerza nos hizo girarnos preocupadas. Un Isak con la mano sobre el pecho subiendo y bajando agitado apareció, sus gafas torcidas en su rostro mientras buscaba el aire para hablar.

— ¿Estás bien? —me acerqué poniendo la mano en su hombro. Sacudió la cabeza consternado aun buscando aire. —Isak, ¿qué demonios sucede?

— Estoy en contra del maltrato a la mujer y a los hombres, pero esa chacha se está ganando los gritos de tu hombre a lo grande. —balbuceó recostándose al marco de la puerta. Miré a Verónica confundida.

— ¿De qué hablas? —preguntó mi amiga acercándose.

— Hay una tal Penélope en el campo y le está formando un señor escandalo a Kyle...—me miró asustado. —Él no lo está tomando bien. —sin pensarlo tanto Verónica como yo salimos corriendo para encontrarnos una oficina completamente vacía. Maldije por lo bajo por las teorías en mi cabeza que solo conducían a un mismo punto. Malditos chismosos.

Sentí los pasos de Isak intentando alcanzarnos, pero ni mi amiga ni yo nos detuvimos hasta llegar al campo. Agradecía haber aprendido de mala manera a correr con tacones de punta fina.

— ¡Mírame, Kyle! ¡Te estoy hablando! —las manos de mi chico estaban cerradas en puños mientras buscaba por todos los medios calmarse. Los chicos estaban un par de metros alejados expectantes a sabiendas que esto era un jodido espectáculo.

La mujer desaliñada en medio del campo intentaba acercarse a Kyle mientras el solo buscaba la manera de poner distancia entre ambos.

— ¡No es justo que me dejes así! —chilló intentando llorar. No me gustaba burlarme de las personas, pero alguien debería decirle que se veía patética intentando rogar por amor de esta forma.

— Lárgate si no quieres que seguridad te saque, Penélope. —masculló entre dientes Kyle. De no ser porque me estaba acercando a ellos no habría comprendido las palabras. Me detuve a un par de pasos de ellos atrayendo la atención de todos alrededor. Verónica se quedó atrás junto a Isak haciéndome saber que estaba conmigo.

— ¡Maldita zorra! —abrí los ojos sorprendida mientras escuchaba el jadeo consternado de todos alrededor. Kyle dio un paso hacia ella y tomé esa como mi señal para intervenir.

Puse mi mano sobre su hombro y lo detuve antes de que se acercara más. No la golpearía, pero si alguien era hiriente con las palabras era Kyle Johnson, y dando un espectáculo junto a esta mujer solo se perjudicaría él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.