Poder del Amor

4. BEVERLY

—¿Estás bien?—pregunta Ethan, mirándome con preocupación y con el poder suficiente para derretirme con sus propios ojos color chocolate.

—Sí, sí, solo… bueno, ya sabes, probando si aquí también funcionan las leyes de la gravedad—respondo, tratando de sonar casual mientras me siento una boba por decir semejante cosa. ¿En serio, Beverly? ¿En serio?

Su cabello está creciendo en mechones sueltos sobre su frente aunque mantiene corto en degradé los costados, podría ser un adonis de la moda.

Es un momento mágico, a medio camino entre la vergüenza absoluta y la fascinación más inesperada. Siento que mi cara se pone roja como un tomate mientras me ayuda a ponerme de pie. Puedo sentir el calor de sus manos a través de mi ropa y me pregunto si él también siente esa chispa. Probablemente no. Probablemente solo piensa que soy torpe por naturaleza y un gobernador necesita gente hábil para hacer lo que hace.

—Quizás deberíamos sentarnos antes de que alguien se haga daño—propone con una sonrisa que le da una suavidad exquisita a sus palabras.

—Buena idea—respondo, tratando de no parecer una boba total y me ubico a su lado.

Procedemos y él se dirige a Yesenia:

—Gracias, Yes.

—Con permiso, señor.

Percibo a mi espalda que la secretaria privada del despacho privado se termina por retirar y me entra un calorcito delicioso al sentir su presencia.

Me guía hacia un sillón ejecutivo que parece sacado de la oficina de un magnate de los negocios más jugosos que se podrían tratar.

—¿Café?—pregunta, con esa sonrisa encantadora.

—Sí, por favor—respondo, agradecida por la distracción.

Él se encarga de servirme el café usando una cafetera que tiene con el café aparentemente siempre encendido y me llama la atención que sea él quien lo sirva.

Mientras me pasa la taza, noto cómo la secretaria se retira discretamente, dejándonos a solas. Ethan se sienta al borde del escritorio, de modo casual y confiado, con sus pantalones de etiqueta perfectamente ajustados. No puedo evitar que mis ojos se desvíen hacia su bulto viril. ¡Vamos, Beverly, eleva la mirada que lo estás haciendo demasiado obvio así! Pero es como intentar no mirar un accidente de tráfico: sabes que no deberías, pero no puedes evitarlo. El problema es que eso también produce a veces otros accidentes en consecuencia.

—Verás, Bev—me dice en tono de confianza ya que mantiene la cercanía que tenemos ambos por nuestra historia familiar y de amistades en común—. Tu función principal será hacer cuadrar mi agenda personal con mi agenda laboral. Eres una publicista de primerísimo nivel, aunque tu propia estima puede que aún no lo quiera reconocer, pero será lo primero que daremos por hecho ambos al establecer nuestras normas. Tú eres la mejor en lo tuyo y elevarás mi imagen, manteniendo los valores de nuestra administración y cuidando mi imagen—explica y su voz resuena con autoridad—. Sé que con tu experiencia con Bennet has demostrado ser la mejor en lo tuyo y estoy dispuesto a que solo tengas lo mejor para potenciarte.

La alusión al nombre de Ridge me provoca un chispazo de añoranza lo cual queda al margen en este instante.

Intento concentrarme en lo que dice, pero su presencia es tan magnética que es difícil cuadrar dos y dos mientras me habla aún cuando me está adulando, pero la razón y la pasión han decidido tomar dos vías diferentes. Asiento con entusiasmo, aunque por dentro estoy luchando para no quedarme embobada mirándolo.

—Claro, señor Harper—. Sí, aunque mantengamos la confianza y cercanía nata entre los dos, decido apostar a la formalidad—. Estoy emocionada por esta oportunidad y haré todo lo posible para estar a la altura.

—Estoy seguro de que lo harás genial—me lo dice con honestidad evidente y sus ojos se encuentran con los míos dejándome con el corazón al borde de estallar. Por un momento, parece que el tiempo se detiene y debo recordarme intencionadamente que he de respirar para no morir.

Intento desviar la atención y tomar un sorbo de café, solo para darme cuenta de que está demasiado caliente y casi me quemo la lengua. Intento aguantarme el lagrimeo en los ojos, pero el esfuerzo solo me encuentra una vez más con la tela apretada contra sus muslos.

—Gracias, en verdad… Estoy fascinada… Gracias, muy lindo todo…

—Pareces mi tía Gertrudis luego de que mi madre la invita a tomar el té.

—¡Digooo!—. Ay, cielo santo—. Esta oportunidad es muy importante, probablemente la más importante de mi vida y deseo estar a la altura. Considero que tengo las capacidades para ello y haré mi mayor esfuerzo.

Con una última sonrisa, se levanta del escritorio y me pasa su agenda personal, luego me indica que con Yesenia me ponga al día de sus labores oficiales y me agradece una última vez, sin embargo, antes de despedirme, añade algo más:

—Por cierto, Beverly, me gustaría preguntarte con finalidad netamente laboral cómo siguieron las cosas entre tú y Bennet.

Parpadeo, asombrada.

—Bien—declaro—. Ha sido un jefe estupendo.

—Supe que estaban en algo.

Parpadeo asombrada.

—Mi equipo encontró en redes sociales la situación en la feria del libro donde Lucinda Willington los cruzó sobre el escenario. Esa escritora tiene buen ojo para generar romanticismo, eh.

Parpadeo, asombrada por su planteo y ahora sí que la presencia de Ridge pululando entre ambos me deja estupefacta.

Fue durante una feria del libro que organizamos con la compañía de Ridge. Mi novio y mi ex jefe, sí. Me siento un poco fulana al pensar que me acostaba con mi jefe, pero fue todo pura casualidad, no es mi culpa tener siempre jefes tan atractivos. El asunto es que amo a mi pareja e intentaremos sostener esto a distancia, ¿debería decirle a Ethan Harper o quizá prefiere que no mantenga mi cabeza ocupada en ese tipo de nimiedades sino enfocada al cien por ciento en mi trabajo?

—Oh, sí, ese día fue una locura—declaro—, pero no es preocupación, Ridge. Estamos bien, muchas gracias por preguntar.




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