Poder del Amor

8. MALIBU

He seguido las indicaciones para llegar así al apartamento de Ridge, el antiguo hogar temporal que tuvo Beverly luego de mi arranque furioso que me provocó echarla del apartamento que compartíamos. Lo cierto es que luego de que se me pasó el enojo, me sentía muy arrepentida de haber hecho eso, pero con el tiempo ambas vimos que era necesario porque convivir y trabajar juntas estaba siendo un gran problema sin contar que en aquel entonces a mí me gustaba Ridge, pero él gustaba de ella y terminé cayendo en brazos de Gunter quien se comportó excelente conmigo desde el primer instante.

Beverly me perdonó, ambas nos perdonamos nuestro pasado caótico y ahora las cosas han tomado un orden diferente.

Toco la puerta con un poco de nerviosismo mientras escucho movimientos dentro a lo que en cuestión de segundos Ridge abre la puerta con una sonrisa que podría derretir un cubo de hielo. Además se lo ve gracioso, con guantes de goma puestos y un cepillo en mano.

—¡Hey, Malibu! Pasa, pasa. ¡Muchas gracias por venir!—dice, abriendo la puerta de par en par—. Solo ten cuidado con el piso que aún está húmedo.

Entro y me sorprende ver lo limpio y ordenado que está el lugar. Ridge, no solo tiene el apartamento impecable, sino que parece estar listo para cualquier inspección de última hora.

—Wow, Ridge, esto está... impecable. ¿Limpiaste todo esto tú? —pregunto, con una mezcla de sorpresa y admiración. ¿Cuándo creí que me encontraría al CEO para el que trabajo con una cubeta y perfume para pisos?

—Sí, bueno, quería asegurarme de que no se le quedara nada importante a Beverly. Salimos muy apurados y no quisiera que se le pierda nada por una limpieza externa, encontré unas cuantas cosas de ella—responde, encogiéndose de hombros con una sonrisa.

Nos ponemos manos a la obra, buscando en cada rincón del apartamento cualquier cosa que Beverly haya dejado e intento no ocasionarle desorden. Me siento un poco como una detective privada, solo que en lugar de pistas, estamos rastreando cosas que Beverly se haya dejado olvidadas y entiendo que así pueda ser, nuestras últimas semanas fueron un maravilloso caos entre la feria del libro, su repentino viaje y una doble mudanza incluyendo su obligación de moverse a Tallahasee. De repente, Ridge saca un par de alhajas de debajo del sofá que reconozco de inmediato.

—Mira esto, un collar y unos pendientes. ¿Cómo diablos se las arregló para perder esto aquí?—dice, riendo, aunque luego se sonroja porque puedo sacar teorías respecto de qué andaban haciendo en el sofá, perdiendo algunas cosas.

—Oh, Beverly y sus misterios—respondo, riendo también—. ¿Eso es un calcetín?

—¡Ah, sí!

—Mi hermana, tan despistada—digo, como si fingiera que no me doy cuenta de lo que ha sucedido.

Seguimos buscando y, de repente, Ridge encuentra el otro calcetín a rayas detrás de la televisión. Lo sostiene como si fuera un trofeo.

—¿Es en serio? ¿Un calcetín a rayas aquí? ¿Qué estaba haciendo Beverly con esto? —pregunta Ridge, tratando de no reírse a carcajadas.

—Probablemente estaba pensando en usarlo como funda para el control remoto. Ya sabes cómo es—respondo y ambos nos echamos a reír sabiendo que es obvio que aquí la ropa ha volado de un lugar a otro.

Cada vez que encontramos algo, reímos un poco más. Un peluche sin un ojo, una cuchara de madera con un dibujo de un unicornio entre los utensilios de cocina y hasta un par de gafas de sol gigantescas que podrían haber sido de algún carnaval.

—Esto es como un viaje al país de las maravillas de Beverly—digo, con lágrimas de risa en los ojos—. Gracias por haber sido tan considerado con mi hermana.

—Descuida, gracias a ti por venir a estas horas.

Ridge me mira, y por un momento, siento una conexión inesperada quizá por el hecho de que él está triste por la partida de Bevs, pese a que lo oculta en su semblante divertido o en actividad en el apartamento.

—Ridge—le digo—. No estés mal. Mi hermana te ama y siempre será la mejor en lo suyo, es muy talentosa y tu decisión de permitirle crecer es poner en relieve que es excelente, que tiene dones y que tú también al darle su lugar.

—Tu también eres increíble—me contesta y quedo gratamente sorprendida con una sonrisa que se dibuja en mi rostro.

Seguimos buscando hasta que encuentro una vieja foto de Beverly y yo disfrazadas de payasas para una fiesta de Halloween. Nos miramos y estallamos en carcajadas otra vez.

—Dios mío, ¿por qué guardaría esto?—pregunto, sin poder contener la risa.

—Quizás para recordarte cuánto te quiere—responde Ridge, con una sonrisa que parece un poco más significativa de lo que esperaba.

Entonces lo recuerdo.

Esa fiesta… Un escalofrío me recorre al recordar que ambas nos embriagamos y que mi hermana se apartó con un chico.

Luego ese chico la negó. Ella perdió la virginidad con ese patán de una noche que hasta ese momento se suponía era su amigo.

Mis ojos se llenan de lágrimas y Ridge se acerca para darme calor con una mano que ahora se ha desenguantado.

—Tranquila. Entiendo que la extrañes.

No es eso. Es la sensación de que quizá no la supe cuidar lo suficiente cuando tuve que hacerlo pese a que ella es un año mayor que yo, tenía la responsabilidad de cuidar de ella esa noche.

Pero no le digo nada, solo le sonrío y Ridge me abraza. Su perfume entra en mi pecho como un néctar celestial, permitiendo que escape de mí un suspiro cargado de satisfacción por su cercanía hasta que me aparto de él y me pongo a reunir todas las cosas de mi hermana en una caja.

Él también suelta un suspiro y cuando estoy ya lista para salir, me ofrece si quiero que pidamos algo y cenamos.

Le digo que no.

Que Gunter me espera.

Aunque quisiera quedarme a cenar con Ridge, lo dejamos para otra oportunidad, aunque una parte de mí sabe que alguna vez él me gustó y mucho. Muchísimo, en verdad. No sé si él lo notó, pero sigue siendo el novio de mi hermana y aunque no lo fuera, será su ex por lo que está prohibido para mí así que le rechazo con amabilidad nerviosa su ofrecimiento de que me lleve de regreso a mi apartamento y pido un Uber, casi huyendo con la caja de mi hermana sobre el regazo.




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