Es una pequeña casa, con un pequeño patio, algo difícil de encontrar en la ciudad por lo que pude ver en el camino, durante el largo viaje, ni Audrey ni yo hablamos, ella conducía despacio y yo me dediqué a mirar por la ventana mientras el aparato en el auto sonaba canción tras canción.
En ciertos lugares, podía sentir la mirada de Audrey clavada en mi espalda, entonces era cuando me daba cuenta de que seguramente aquel sería un lugar que en teoría debería recordar, tal vez el parque donde jugué de niña, o el cine donde iba con mis amigos (si acaso tenía algo como eso), era mi ciudad, era mi hogar y, sin embargo, yo me sentía como una turista, viéndolo todo por primera vez.
Algo en mi bolsillo tiembla, saco el celular que Audrey me regalo, resulto que soy un desastre con la tecnología, a pesar de que Gregory me había dado unas cuantas “clases” lo único que podía hacer era ver mensajes, no sabía cómo responderlos, ni tampoco las llamadas.
“Bienvenida al mundo real”
El mensaje de Gregory logra sacarme una corta sonrisa, guardo el celular sin responder y continúo mirando por la ventana, tengo curiosidad de saber cuándo llegaremos, sin embargo, no pregunto nada.
Cuando llegamos ya había atardecido, el sol proyectaba sus rayos sobre la fachada de la casita, haciéndola lucir acogedora, entramos, con una tristeza poco disimulada, Audrey me presento el lugar y me guio por cada rincón del lugar.
̶ Este es tu cuarto – me dice cuando llegamos a la última habitación – la limpie un poco para ti, creo que hice enojar a un par de arañas – ríe un poco, yo sonrió – te dejare aquí para que te instales, te llamare cuando la cena este lista, ¿te parece?
̶ Ok.
Sale del lugar cerrando la puerta tras de sí, veo el lugar y me siento como una extraña, la cama esta junto a la ventana, hay un escritorio con libros y una computadora, no, laptop, también hay un ropero con bastante ropa e incluso cuenta con su propio baño, me siento en el borde de la cama, todo en mi demuestra que soy una extraña en un lugar que sin duda debería reconocer o al menos, sentir como mío.
Se supone que las habitaciones son para eso ¿no?, son un refugio, un lugar seguro.
Me recuesto en la cama, sin acapararla toda, como si de un momento a otro, la verdadera Arantxa fuera a llegar y a echarme del lugar.
Pero tú eres Arantxa.
Veo las paredes, hay imágenes pegadas, muchas fotos con Audrey o con Audrey y Gregory, también con otras personas que no logro reconocer, hay imágenes más grandes que no son fotografías, muestran lo que supongo son grupos de música o actores, veo los títulos: Guns N’ Roses, AC DC, Simple Plan, Imagine Dragons, Skillet, trato de identificar a alguno, pero me es imposible.
̶ La guerra se aproxima – recuerdo – ¿Qué guerra?
Extiendo la mano, formo una burbuja de agua, poco a poco logro controlar mejor lo de usar mi propio cuerpo y lo que le compone, es extraño, pero es lo único que no me parece ajeno a mí, aunque no sea normal.
̶ ¡Ara! La cena.
̶ ¡Voy!
Nos movemos en coche por la ciudad, miro por la ventana mientras escucha Lucky One según mi hermana, mi canción favorita, tomo aire que no necesito y lo mantengo en mi boca, formando una graciosa expresión.
Maybe one day I'll be back on my feet
and all of this pain will be gone
and maybe it won't be so hard to be me
and I'll found out just where I belong
“Tal vez un día realmente vuelva en mi”
̶ Lamentablemente no olvidaste tu gusto por el negro – bromea mi hermana mirando de nuevo mi atuendo – no pudiste aunque sea ponerte unos calcetines con color.
Me veo por encima, pantalón, blusa, chaqueta y botas, todas de color negro, y aunque Audrey lo dijera de broma, hasta mis calcetines son del mismo color que el resto de mi ropa, para variar me rio con ella.
̶ Estuve mucho tiempo internada con batas blancas que dejaban poco a la imaginación – le contesto – es mi modo de revelarme.
̶ Ahora veo – responde con una sonrisa – ¿emocionada por la escuela?
Suspiro y vuelvo a guardar aire, volveré a la preparatoria, en el grado en el que debería ir y con los compañeros con los que siempre estuve o algo así.
̶ Ni siquiera recuerdo a mis compañeros o mis profesores – le digo recostándome contra el vidrio de la ventana – o alguna lección.
̶ Detalles, detalles – responde la otra quitándole importancia con un gesto de mano – será mucho mejor que estar encerrada en casa, o en el hospital, ya verás cómo te acoplas.
̶ Si tú lo dices.
La escuela no es tan grande, aun así, camino junto a mi hermana, mientras avanzamos por los pasillos, cada uno de los chicos que nos encontramos nos miran como si fuéramos fenómenos de circo, más bien me miran a mí, trato de ignorarlos pero sus iradas se clavan en mi espalda y es difícil no notarlos, respiro e intento calmarme, porque no sé qué tan bueno o malo fuera incomodarme, siento en las puntas de mis dedos el cosquilleo del fuego, o de un rayo tal vez.
Al fin llegamos a una oficina en la que me introduzco velozmente tras de mi entra mi hermana, dentro un hombre con traje nos espera, parece ser el coordinador del lugar, nos sentamos y me dedico a mirar mis manos mientras mi hermana habla con él.
̶ Muy bien señorita Morgan, parece que todo está en orden – finaliza el hombre – si bien es cierto que estuviste emm… indispuesta durante todo un semestre, usted siempre ha sido una estudiante modelo, le realizaremos un examen para acreditar su semestre perdido en una semana y podrá continuar junto a sus compañeros de inmediato.
Salimos del lugar, trato de mantener un perfil bajo mientras sigo a mi hermana por unas escaleras y llegar a un salón, afortunadamente, todos están en clases, así que no hay miradas fijándose en mí.
̶ Bueno peque, que tengas suerte – ahora veo que ella se siente tan incómoda como yo, abre los brazos como si quisiera abrazarme, yo le medio sonrió y mantengo mis brazos cruzados contra mi pecho haciéndole saber que no la pienso abrazar – vale, creo que Lauren está dentro, le alegrara verte.
Estoy a punto de preguntarle quien es, o quienes son todos, cuando la puerta se abre, un joven profesor sale y nos ve con entusiasmo.
̶ Ara, veo que te nos unes de nuevo – dice haciendo el mismo gesto que mi hermana hace rato, yo le contesto igual que hice con Audrey, ante el rechazo el hombre carraspea y se aclara la garganta – siempre arisca eh, bueno, pasa, intégrate de una vez.
Me despido de Audrey con un gesto de mano y sigo al profesor, en cuanto entro al salón, que hasta hace un segundo era un barullo de gritos y cuchicheos, se vuelve un total silencio, todas las miradas se fijan en mí, yo miro a cada persona pero ninguna me es familiar, un chica me mira más que los demás, al verla, una de las fotografías que vi el día en que desperté me viene a la memoria, en teoría debería conocerla.
̶ Creo que las presentaciones están de más – comienza el maestro colocando una mano en mi hombro – una vieja colega ha vuelto y todos nos conocemos ya, así que ¿Por qué no vas y te sientas con Lauren para comenzar la clase?
Juro que no quería hacerlo, pero no me queda otra opción.
̶ Lo hare con gusto – comienzo – solo dígame quien es Lauren e iré.
Para mi sorpresa, el profesor ríe, y junto a él, otros se unen, yo los miro aun con los brazos cruzados, sin saber muy bien que hacer o cómo reaccionar, les lanzo una sonrisa incomoda como si eso fuera suficiente.
̶ Tu sentido del humor es igual que siempre – afirma el instructor – solo dirígete allá – me apunta un pupitre vacío, voy hacia él y me siento antes de que pueda decir algo más – bueno clase, ahora podemos continuar, el día de hoy...