El látigo que la protegía no le sirvió de nada.
Tampoco tuvo tiempo de gritar o de pedir ayuda.
El fuego había hecho todo el trabajo en un segundo, desde aparecer bajo la chica, hasta hacerla arder y convertirla en cenizas en un parpadeo, mi grito había sido callado por el profesor, pero no mi furia, ni mi poder, vi el rostro de cada uno de los presentes, cada uno más desencajado que el anterior, vi miradas de miedo, de asombro, de incredulidad.
El único rostro que me llamo la atención fue la de Persuasión, sin duda estaba impresionado, pero en absoluto sentía miedo, o si lo hacía, lo disimulaba demasiado bien.
- Lo hiciste –dijo por fin acercándose a las cenizas sobrantes – la mataste, ¡lo hiciste! – su voz se había tornado eufórica, incluso daba pequeños saltos, como un niño que acaba de presenciar un acto de magia, después, corre hacia el chico aun tirado con una sonrisa enorme y desfigurada – ¿lo viste buscador? ¿Lo sentiste? ¿Quién fue? Dime quien fue.
El chico se sienta bofando y sosteniendo su vientre con dolor y durante una fracción de segundo, su mirada se topa con la mía dejándome una cosa en claro.
Sin duda sabía que era yo.
- ¿Qué pasa buscador? – inquirió el otro sin dejar su sonrisa y entusiasmo – ¿no puedes hablar? ¿ayuda? ¡Sanador! Ayúdalo ya, quiero que hable.
Otro hombre se acerca inmediatamente, mientras posa sus manos en el vientre del muchacho, este vuelve a mirarme, sé que debería mirar a otro lado, pero mis ojos están clavados en los suyos, en cuanto se recupere, me delatara, lo hará.
- Está curado señor.
- Excelente – arrojando al hombre para que no le interrumpiera, se arrodilla frente al chico y toma sus hombros sacudiéndolo con enjundia – ahora dime, ¿Quién es? ¿Qué tan fuerte es?
- Muy fuerte – responde el chico incorporándose y apartando su mirada de la mía por fin – más fuerte que usted señor, pero camuflo su poder otra vez, lo siento en todo el lugar, rebota de un sitio a otro, no lo detecto.
Por un momento, espere ver al chico volando por los aires de nuevo, pero en su lugar, recibió un beso en la mejilla del otro sujeto, girándose hacia nosotros y caminando lentamente aun con su horrible sonrisa.
¿Por qué no me delato?
- Eres fuerte – comenzó Persuasión – pero no estarás oculto para siempre – se gira hacia donde yace Lauren, la examina unos segundos antes de volver la vista de nuevo a nosotros – ella ya está muerta, que lastima, tendremos que escoger a alguien más.
La noticia me sobresalta, pero descubro que en mi interior no siento nada, ni dolor, ni nada.
Tal vez es porque estoy muerta, pienso, los muertos no sienten.
Mi consuelo no me sirve, porque sé que es mentira, porque siento miedo, siento frustración y otras emociones, pero aun así, el dolor ante la pérdida no aparece por ningún lado.
- A ver – el chico mira de uno en uno, como si estuviera comprando y buscara el mejor producto – es cierto que soy joven – su mirada clara se clava en un punto lejano de todos nosotros – pero realmente detesto que me llamen niño, aún más de lo que odio las escaleras.
De pronto ya no siento el suelo bajo mis pies, algo parecido a una mano invisible me toma como si fuera una muñeca y me arroja hacia adelante, siento el impacto contra el duro suelo de madera, al abrir mis ojos que no sabía que había cerrado, me topo con la mirada vacía de Lauren.
- ¿Qué tenemos aquí? Premio doble – festeja alguien a mi lado, trato de levantarme, pero algo me oprime contra el piso, con esfuerzo, volteo para ver junto a mí a mi profesor, tratando de alcanzarme – ahora son dos, luego serán tres, y así nos iremos hasta acabar con todos si es necesario – sentencia con voz pesada y sin paso a discusión – hasta que aparezcas poderoso, ¿Quién eres eh?
Un pregunta que me eh hecho los últimos meses pienso mordiéndome la lengua.
- Que alguien los mate – ordena calmadamente.
- Déjala a ella – grita el profesor forcejeando con una fuerza invisible – tu problema no la incumbe a ella.
El chico comienza a reír, primero bajo hasta que su casi inaudible risa se transforma en una brutal carcajada que me estremece, como puedo, aparto mi vista hasta que vuelvo a toparme con la del joven buscador, él también me mira fijamente, procurando no ser visto, mueve sus labios formando una palabra dirigida a mí, una vez lo hace, aparta la mirada y se aleja unos pasos.
- Querido mortal – dice escandalosamente Persuasión dejando de reír, sus mejillas han adquirido un leve tono rosado – todos aquí están en el mismo barco, hasta que mi poderoso aparezca, ¿me comprendes?
Vuelvo a girar la cabeza, Lauren está a centímetros de mí, veo sus ojos vidriosos sin vida, justo como los míos, en su mirada vacía creo ver algo, asiento y luego viro mi cabeza hacia el suelo y cierro los ojos con fuerza.
- ¿Señor Persuasión? – digo contra la suela del piso, increíblemente, mi voz no tiembla – ¿puedo decirle algo antes de que uno de los suyos me mate?
Aprieto mis parpados con tanta fuerza que duele, rogando porque no este cometiendo un error, pienso en Audrey, en Lauren, en Gregory, incluso en mi profesor y todos los que están aquí.