Con el agua y el fuego formo una burbuja alrededor de la chica Control para encerrarla por el tiempo suficiente, Hawkins aprovecha para correr hacia mí, me ayuda a moverme y reunirnos con el otro.
- ¿Estás bien? – el chico me mira mientras pregunta.
- ¿Lo conoces? – pregunta atónito el buscador – ¿Por qué no lo dijiste?
- No sé si lo conozco – miento – hace tiempo tuve un accidente y olvide todo, no se mucho de nada, puedo confesarte que no sé qué es un PSG.
Ambos quieren seguir hablando y tal vez corregirme, pero no hay tiempo, el kiosco entero se desprende del suelo y sale volando hacia nosotros, ambos hermanos se han liberado y juntos nos arrojan la estructura y todo el piso a su alrededor.
- ¡Muévanse!
Salimos corriendo como alma que lleva el diablo, primero sin rumbo, solo lo suficientemente lejos para esquivar el kiosco y salir del piso convertido en una especie de ola, una vez lejos, Hawkins toma la delantera tomándome de la mano de nuevo, Edgar al verlo, hace lo mismo y me toma de mi mano libre, me siento incomoda, siento que no tengo mucha libertad pero no suelto a ninguno, seguimos a Hawkins por las calles desiertas hasta que divisamos a lo lejos el bosque donde yo estuve entrenando el último mes, nos adentramos lo suficiente antes de detenernos para que los chicos recuperen el aliento, yo ni siquiera finjo estar cansada, solo los observo tirados jalando aire.
- ¿Estamos a salvo Jim? – pregunto.
- Tim – jadea.
- Sinónimos.
- ¿Sabes que es un sinónimo? – pregunta sentándose sin recuperar por completo el aire – no estamos a salvo mientras esos dos nos persigan, pero momentáneamente, no nos encontraran, ahora solo son ellos dos en este lugar.
Me dejo caer en el suelo permitiéndome sentir un poco de alivio, pero no dejo de sentir la mirada penetrante del otro en mi espalda.
- ¿Quién eres? – pregunta Hawkins al recordar que ahora hay alguien más.
- Edgar – vaya, entonces si es su nombre – Arantxa y yo somos amigos, o lo éramos antes.
- ¿Quién es Arantxa? – pregunta de nuevo.
El chico lo mira confundido y sin dejar de verlo me apunta, él voltea y me ve como procesándolo todo.
- Cierto – dice finalmente – nunca dijiste tu nombre.
Me encojo de hombros sin saber que más hacer.
- ¿Qué haremos? – pregunto para que dejen de mirarme como bicho raro – conseguiste otro sujeto Jim, ¿ahora qué sigue?
- Tim – repite contundente – y sobre qué hacer, bueno, eso depende que tanto quieren este lugar y su gente.
Instintivamente, Edgar y yo cruzamos mirada, él voltea rápido hacia Hawkins.
- No entiendo.
- Podemos huir sin más – responde el otro – pero eso significara dejar a Control y Persuasión atrás.
- ¿Qué tendría de malo eso? – Edgar seguía sin entender, pero yo lo había hecho ya.
- Acabarían con este pueblo y su gente – le dije sin emociones.
Sus ojos pálidos se clavan en mí, pero yo solo atino a dejar de ver sus ojos y en cambio, buscar la mirada de Hawkins.
- ¡No! – dijo Edgar levantándose – debe haber algo, nosotros podemos…
- No podemos – le digo yo antes de que lo haga Jim, mi voz suena más brusca de lo que pretendía – ¿acaso no viste lo que acaba de pasar? Apenas y salimos vivos de ahí.
Vivos. Curiosa palabra para mí.
- No podemos solo irnos.
- Y no podemos solo quedarnos.
A pesar de que el es mas alto, logro imponerme, Hawkins en medio de ambos solo mira de un lado a otro, mientras que mi mirada no se aparta de aquel extraño rostro conocido, aunque esa impresión ya ha pasado, porque en realidad, no conozco al tipo frente a mí.
- Por favor – su voz se transforma en un pequeño susurro y de pronto parece ser alguien muy pequeño – tu tienes tu hermana, deberías pensar en ella, no podemos irnos, te lo ruego Ara.
Lo miro derrumbarse, lo veo mientras me suplica con la mirada que haga algo más, pero la lastima y la compasión son emociones que no conozco aún. Parece darse cuenta de lo que ocurre en mí, así que cambia el objeto de su suplica a Hawkins, al contrario de mí, él se conmueve al instante y parece abandonar la idea de irnos, le da un apretón en el hombro a Edgar y eso parece calmarlo, acto seguido, se dirige hacia mí y tomándome de las manos me aleja de Edgar, quien no hace por seguirnos.
- ¿Qué tanto sabes de tu poder? – pregunta en un susurro casi inaudible.
- No mucho – confieso en un tono aún más bajo – sigo aprendiendo sobre la marcha.
- Esto es malo – dice – debemos actuar pronto antes de que él venga.
- ¿Quién es él? – pregunte sabiendo ya la respuesta.
Sus ojos se fijaron en los míos, el miedo que impregnaban eran tal que incluso yo me contagié de él, me arrepentí al instante de hacer una pregunta tan absurda.