- Caos – repito para mi – oí hablar de él en su propaganda, es el líder de los Fundadores, ¿no es así?
- Es más que eso – la voz de Hawkins comienza a temblar – es el poderoso mas fuerte que hay, jamás lo vi en persona, sin embargo, podía sentir su poder aun en la lejanía, aun cuando no estuviera en su base, nunca sentí a alguien así de poderoso, excepto a ti Arantxa, su nivel de poder es bastante similar.
Edgar se acerca a nosotros y por nuestras miradas comprende la situación y que debemos hacer algo pronto.
- ¿Nos iremos sin más? – parece que aun se aferra a la esperanza, aunque no del todo.
- No hay nada que podamos hacer excepto huir – le digo en un tono poco confortante – lo siento.
- Debemos irnos ya – nos dice Hawkins – antes de que sea tarde, tenemos que hacer algo, robar un auto, ¿alguno de ustedes sabe conducir? – tanto Edgar como yo negamos – bueno, entonces no podemos huir así, tal vez si nos escabullimos podemos correr antes de que nos encuentren y nos maten lenta y dolorosamente...
Era curioso la manera en que iba y venia entre oportunidades y desesperanza, no podíamos hacer más que verlo hacer planes y deshacerlos al instante, hasta que de pronto se dejo caer abandonando todas las esperanzas.
- Él vendrá – susurraba para sí sin parar – Caos acabará con los tres sin que podamos hacer nada, él vendrá, no debimos huir, estamos perdidos, ni siquiera podemos pedir disculpas, todo se ha acabado, nosotros…
- ¡Cállate!
Tanto Edgar como Hawkins me miran atónitos y ahora que ambos guardan silencio y me miran desearía no haber dicho nada, porque al igual que ellos, no tengo idea de que debemos hacer.
- Solo cállense, los dos – suspiro mientras me doy la vuelta.
Camino un poco mientras por mi cabeza pasa una y otra vez el último mensaje de Audrey, mis compañeros sobrevivientes y mi profesor, intento una y otra vez sentir la misma empatía que Edgar siente y que lo obliga a quedarse, pero yo no siento lo mismo, ni siquiera por mi hermana.
Respiro fuertemente antes de voltear de nuevo hacia mis compañeros, los cuales me miran fijamente sin moverse.
- Se supone que yo tengo los ojos saltones, no ustedes – les digo.
Ninguno se mueve ni deja de mirarme, y eso me molesta.
- Dijiste que había dos salidas – le digo a Hawkins – ¿por cuál de ellas llegara Caos?
- No hay como saber…
- ¡Eso lo sé! – grito exasperada pero inmediatamente cambio mi tono – pero no puedes pensar en cual es más probable.
La cara de Hawkins se contrae pensando en posibilidades y encrucijadas.
- Seguirá el rastro de sangre – dice finalmente – así que estará donde persuasión y Control, pero ¿Por qué es eso importante?
- Tengo una idea – le digo dándome cuenta de que realmente, estoy hablando en serio – pero necesito que me digas que tantas oportunidades tenemos.
Los ojos de Edgar brillan con una esperanza que no tienen ni mis ojos ni los de Hawkins.
Espero que su esperanza sea suficiente para los tres.