Ya es medio día, lo único que hago es mirar a Edgar morir mientras me abrazo las rodillas, la poca medicina que habíamos recogido se ha terminado y ya he dado tantas vueltas al rio por agua que incluso he pensado que lo mejor es arrastrar al chico hasta la corriente, lo intenté, pero apenas y pude moverlo unos centímetros antes de rendirme.
Lo único que me asegura que sigue con vida son sus gemidos y balbuceos, parece que alucina y aunque sea un síntoma de que todo sigue igual y no hay mejora, yo me siento bien al escucharlo cuando vuelvo del rio y compruebo con ello que aun no muere.
Mi mirada ha estado tan fija en él que los ojos comienzan a cansárseme, hasta que de pronto ya no veo nada, por un segundo creo que estoy soñando, pero no es así, sigo consciente, pero mi mente ha decidido viajar a los recuerdos que quedaron en mí.
Frente a mí ya no está Edgar enfermo, sino un Edgar mas joven con una guitarra en sus manos, mostrándome como tocarlo, mientras Lauren se ríe de mí y mi falta de coordinación, recuerdo comer con ellos fideos instantáneos y pasear en bicicleta, recuerdo perfectamente cuando Lauren me obligo a confesarle mis sentimientos a su hermano, como él se burló de mí y como peleamos después mi amiga y yo por eso, no olvido que pase toda esa noche llorando como si mi vida terminara y como evite los siguientes días pasar por casa de Lauren para no encontrarme con el chico.
Me doy cuenta de que la razón por la que deje de ver a Edgar es porque las lagrimas no me lo permiten, durante estos meses nunca me había sentido de esta forma, tan frágil, tan vulnerable y aun menos, tan abandonada.
Edgar comienza a balbucear de nuevo, solo dice palabras a medias, pero entre tantas palabras ininteligibles, de pronto dice una sola palabra que recorre y me araviesa como un cuchillo.
- Lauren.
Su cuerpo torturado y sin vida acapara mi mente, la respiración me abandona y siento como un peso aplasta mi pecho, trato de recomponerme, pero solo logro caer y sentir como un peso invisible me aplasta e impide hacer nada.
Como puedo, me limpio las lágrimas para tratar de despejar la mirada, pero no dejo de llorar, como puedo tomo una botella de agua, mi mano temblorosa la lleva a los labios de Edgar, tratando que beba un poco.
- Lo siento – le digo en un susurro que sé que no podría oír, aunque no estuviera inconsciente – yo no pude protegerla.
Es la primera vez desde que desperté que una persona provoca una emoción en mí, es ahora cuando por fin me permito sentir todo lo que me había negado a hacerlo, llore por Lauren, llore por Audrey, incluso por Gregory, por aquellos que seguramente habían muerto por mi causa; por primera vez me pregunte si acaso tenía padres o más hermanos además de Audrey, si era así, ¿Dónde estaban?, si tenía más amigos además de Lauren.
Dejo caer la botella y buscando un poco de humanidad tomo la mano de Edgar, no logro sentirlo, ni su temperatura, ni sus temblores que se conjuntan con los míos.
- No quiero que también mueras por culpa mía – le digo sinceramente – por favor, no me dejes como Hawkins.
Sin soltarlo escondo mi cabeza entre mis piernas mientras el llanto se apodera de mí, me sumerjo tanto en mí, que parece que el tiempo se detiene, hasta que de repente, comienzo a sentir mi mano calentándose.
Levanto el rostro y miro entre lagrimas lo que sucede, aunque no comprendo nada, no hay nada extraño, pero mi mano se siente cada vez mas caliente y este calor va avanzando por el resto de mi cuerpo.
Estoy por soltar a Edgar y salir corriendo, cuando me percato de algo, sus temblores han disminuido, conforme el calor se apodera de mí, parece que la temperatura de él disminuyera.
Sus alaridos se detienen y su respiración se vuelve cada vez mas uniforme, hasta que de pronto todo su cuerpo parece relajado, es cuando decido soltarlo.
Mi cuerpo se siente pesado, y tiemblo por la temperatura que ahora poseo, sin embargo, los síntomas no duran mucho, del mismo modo que comencé a sentirme mal comienzo a sentir una mejoría inmediata, como si la enfermedad hubiera decidido que no era un huésped agradable.
Supongo que los muertos no enferman.
Observo al chico frente a mí, ya no parece a punto de morir, pero tampoco despierta, mojo su frente y sus labios, sin saber que más hacer, hasta que sus ojos tiemblan un poco antes de entreabrir los parpados y mirarme.
- ¿Ara?
Su voz suena ronca, pero en estos momentos me parece que es lo mejor que he escuchado, las lagrimas se vuelven a agolpar en mí, me arrojo hacia él y lloro de alivio, mientras él sin saber lo que ha pasado me abraza tratando de consolarme; aunque lo intento, no puedo articular ninguna palabra, no puedo decirle que Hawkins se fue, que Lauren murió.
No puedo decirle gracias por sobrevivir.