Poderes Saga Poderes #1

¿Dónde ir?

Cuando al fin recobro la compostura, solo le digo a Edgar que sufrió una fiebre después de usar sus poderes, él no recuerda nada después de que salimos del pueblo y yo decido no entrar en detalles, ni sobre la batalla, ni sobre Hawkins y aun menos sobre Lauren, toma un poco de comida y agua y después cae dormido.

Me aseguro de que esta vez su sueño sea normal y no haya más enfermedad antes de salir de la cueva, me quedo en la entrada mientras el viento frio de la noche me golpea, aunque no me importa, me acurruco en la chamarra que me entrego Jim y miro fijo el punto por el que se fue, resignándome a no volver a verlo.

Han pasado dos días, Edgar aún sigue muy débil como para movernos por lo que seguimos ocultándonos en la cueva, además, él sigue esperando a que Hawkins regrese, mientras él descansa en la cueva, yo he salido a explorar el bosque donde estamos.

Es mucho mas grande que el pequeño bosque que había en el pueblo, camino entre pinos y abedules que no alcanzo a divisar sus copas y cuyos troncos son tan gruesos como lo era mi habitación y la de Audrey juntas.

Camino entre el musgo mojando mis botas y parte del pantalón, supongo que por el verde y el olor penetrante a resina es primavera o verano aquí, de pronto, al brincar un tronco para seguir mi camino me encuentro con un árbol que me hace casi sonreír.

Cuando busque información acerca de Caos, llegue a obsesionarme con la mitología griega, recuerdo haber leído un relato: Zeus invito a todos los arboles a una fiesta, al terminar descubrió que todos los cubiertos de plata habían desaparecido, así que envió a alguien a buscarlas y preguntarle a cada invitado, cuando llego con uno, vio que sus hojas estaban dobladas, así que le exigió que las levantara y al hacerlo, todas las cucharas cayeron, dejando sus hojas manchadas de plata, Zeus como castigo, le condeno a tener sus hojas siempre extendidas, para asegurar siempre que no ocultaba nada.

- Supongo que usted es el señor Chopo, (o señora) – le digo al enorme árbol cuando estoy justo frente a él – dígame. ¿Qué se siente no ocultar nada a nadie? ¿Le hace sentirse culpable, o más bien siente alivio?

Extiendo mi mano hacia el tronco buscando algún tipo de conforte, puedo sentir cada parte de él, cada rama, hoja y raíz, el agua que absorbe y la vida que nace dentro de él, es raro sentir tantas cosas con mis poderes, por lo general trato de ignorarlo, pero esta vez lo dejo fluir, me separo al poco tiempo sintiéndome mejor de alguna forma.

Aparto la mirada dispuesta a regresar con mi compañero, pero en cuanto me doy la vuelta me quedo quieta y contengo el aliento.

Del otro lado, observándome hay un enorme alce, lo primero que noto son las astas, que desde donde lo veo son tan grandes como yo, y el resto de su cuerpo igual, tal vez sea el miedo que de pronto siento, pero podría jurar que puede aplastarme con una sola de sus pezuñas.

No se mucho sobre animales, así que desconozco si es hostil o no, sin embargo, él me mira fijamente y sé que eso no es algo normal, el poco brillo en su mirada me hace creer que tiene mala vista, aunque tal vez sea solo yo, pero de ser así, entonces ¿Por qué me mira así?

No quiero hacerle daño y no quiero usar mis poderes, cuando estoy por correr, simplemente se va, decidiendo que no soy una amenaza ni vale la pena deshacerse de mí.

Vuelvo sobre mis pasos, mirando de vez en cuando sobre mis hombros para asegurarme que nada ni nadie me siga.

Aprovecho para recolectar algunos frutos para comer y agua del rio, por lo que cuando vuelvo, el sol se empieza a ocultar, debo darme prisa si quiero volver antes de que anochezca y me pierda en este bosque con un alce psicópata.

Una vez llego a la parte del bosque que conozco bien y sé que estoy cerca, me siento mas aliviada, hasta que el eco de unos pasos llega hasta mis oídos.

Puedo escuchar claramente como una rama en el suelo es partida por algo o alguien, se que no es Edgar, porque sus pisadas toscas lo habrían delatado, ni el alce porque ya lo habría visto con aquella gran altura. Trato de no caer en pánico, pero solo tengo una explicación de quien podría ser.

Los fundadores nos encontraron.

Aseguro mi mochila y me apresuro a llegar a la cueva, conforme avanzo puedo sentir los pasos, dirigiéndose hacia el mismo lugar, no hace falta ser muy lista para saber que, si no intervengo en su camino, atraparan a Edgar.

No puedo permitirlo.

Cambio la dirección para correr directamente hacia quien sea que se acerque, y mientras lo hago trato de desbloquear esa parte de mi que no quiere usar sus poderes, autoconvenciéndome de que, si no lo hago, mi compañero morirá, con el sol ocultándose, me es difícil ver, pero una vez distingo la silueta de un ser humano acelero para intentar taclearle, pero al chocar con él ambos caemos al lado contrario por el rebote.

Pese a sentirme aturdida, hago lo posible por levantarme dispuesta a luchar a puño limpio, pero una vez estando cerca, reconozco a quien de a poco se levanta confundido. Una vez esta erguido me arrojo a él, abrazándolo.

- Volviste.

- Te dije que lo haría – Hawkins no devuelve mi abrazo, pero al menos no me aparta.

Yo no lo suelto, al contrario, me aferro mas a él y no me avergüenza que las lagrimas se apoderen de mí, ya me acostumbré a llorar mucho estos días.




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