Viste a la flor y quedaste loco por su olor. ''¡Qué olor tan grato!''. Respondiste. Y por supuesto la quisiste.
Aquel sol toca la puerta, la puerta de la alegría. Esa alegría que pronto, sin darse cuenta, seguirá en ella. En esa flor que resuena como la sonrisa risueña.
La flor terminó el amor porque ella pensó que cambiaría el mundo con dolor.
No la valoraste y aún así te atreviste a realizar cánticos de quejas y no mostraste pasión alguna hacia ella.