Olor a ti

Olor a caña de azucar en el aire tibio, esto de no tener deseos es maravilloso. No deseo nada, sino esta felicidad humilde de estar aquí, sin nostalgias y sin esperanzas, con mi corazón abierto al verano, contando las veces que las palmeras se mecen.

Estoy contento como un piojo. Eso es: me gusta estar contento y en este tierno entendimiento con la vida. Desearía una eternidad que perpetuará este instante. Si es imposible, resumo mi deseo a que pase el tiempo, y mi vida con él, en estas tiernas tardes de Domingo.

Porque si el azar nos cruzó, fue para escribir esta historia,
y en cada latido quedó el eco de nuestra memoria, siento en mis fosas llegar un olor como ninguno otro, mezclado con ese olor a caña de azúcar, te siento respirar a mis espaldas, quiero dar media vuelta pero mis ojos no podrán mentir, mis latidos se acoplan al silbido del viento del Pacífico y es allí que el eco de tu risa se escucha.

Poco a poco el insomnio y la fantasía siguen por dilatar su fantástica existencia disputándose los átomos de la memoria, como el escaso jugo de esa caña, necesario es abrir paso a las aguas profundas, que acabarán por romper el sereno estado de mi ser, no quiero otro olor en mi pecho o en mis brazos solo quiero tu olor una vez más poder reconocer.

Mi amado no te alejes, juegas con mis sentidos, los tiernos rayos del sol son testigos de este cómplice juego de amores no correspondidos, no oigo más que el choque de las olas pero mis otros sentidos te reconocen, siento tu pecho en mi espalda rozar, te alejas una vez más...

La tierna brisa me envuelve y esta vez mis piernas desnudas y mis brazos se estremecen, no cabe duda que estas más cerca, me abrazo más fuerte, mi nariz pica porque ya reconoció ese olor a ti, solo te pido que al volver a verte me abraces más fuerte, que nuestros corazones se acoplen y ese olor que tanto he extrañado no lo olvide, hasta el próximo verano mi deseo es conservar el olor a ti y tu conserves mi olor en ti...