Ayer iba cansada de la vida, desanimada de los pocos rayos que el sol mostró, mis manos heladas del frío invierno que se avecina, con una bufanda y el suter de mi tía, llegué a casa dispuesta a descansar y renovar energías, poca cosa fue mi pensar porque al llegar a la puerta tus brazos me recibieron, el cálido aroma a casa me acogieron, no hubo palabras en ese hermoso gesto, solo mi ángel en aquel momento dándome consuelo sin preguntar, un beso el frente bastó para sacarme una sonrisa...
Que gozo fue terminar mi día envuelta en brazos qué te dan paz y energía.
Sí eres tú mi ángel, eres ese arrullo que necesito al comenzar y terminar mi día, nadie me dijo que esos brazos calmarian mil males y te darían la fuerza para decir ¡Yo puedo! Eres tú, mi hija... quiero seguir recibiendo esos cálidos abrazos, esos besos a montón y esa risa traviesa que aleja todo mal sin ningún temor, es una ángel para mí, un ángel que ha hecho más por mí de hecho por ella, no olviden que los ángeles no solo viven en el más allá, también hay entre nosotros ángeles que te ayudan y cuidan en tu andar.