Poemas de Yajitawa

El poema de la luna plateada

El primer escrito que voy a presentarles data de no hace mucho en perspectiva de un elfo. Trescientos cincuenta y cuatro años han pasado desde que este poema fue escrito por una de las personalidades más reconocidas del reino, el cual fue nuestro anterior soberano, el rey Eurimipe del Narciso, mismo que falleció después de haber escrito este texto.

Eurimipe fue distinguido por ser un gran elfo sofisticado, inteligente, justo y sabio. Durante su reinado, los elfos tuvimos una enorme paz en Yajitawa, así como en Skog av livet, donde las demás razas convivían en armonía sin ningún tipo de problema agravante.

Desafortunadamente, no todo era brotes dorados sobre el árbol en primavera, pues existían algunos conflictos que sin dudas mortificaban a la mayoría de los habitantes del reino, mismos que acudían al rey para hablar de dichos asuntos en favor de pedir su ayuda para resolverlos.

Tal fue el caso de los hombres lobo. Como todos ya saben, los licántropos son criaturas que, en su forma humana, comúnmente viven en completa paz y sin causar problemas a casi nadie. Obviamente existen tres tipos de hombres lobo: los vellemorfos, los antropomorfos y los malemorfos.

Los primeros son los que pueden cambiar a voluntad, cuya figura de bestia es la de un lobo de tamaño gigantesco. Los segundos son aquellos que no pueden cambiar a voluntad, sino sólo cuando hay luna llena, y su apariencia oscila entre la de un ser humano y un lobo, cuyos instintos toman parte de su ser al estar transformados. Los últimos son aquellos que están malditos directamente por un ente con poderes divinos u oscuros, cuya apariencia es más la de un horror.

Hace tiempo, los primeros dos tipos de licántropos vivían en el Sølvdal al noroeste de Yajitawa, donde no parecían molestar a nadie, hasta que apareció una mujer malemorfo, misma que predijo que pronto aparecería un alfa entre los lobos, uno que sería la perdición de Skog av livet y el reinado de los elfos.

Esa noticia llegó hasta Eurimipe, quien estaba pasando por un problema personal, pues tuvo el infortunio de no poder procrear de manera natural.

Puede pasar que los elfos no podamos generar descendencia, como a cualquiera, pero es extremadamente raro, ya que no solemos reproducirnos de manera abundante como lo hacen otras razas. Nadie entiende porque dicho «balance» también aplica para nosotros. Y aunque no hay muchos elfos que tengan muy fuerte el sentido de la paternidad, Eurimipe sí soñó toda su vida con tener un hijo, por lo que su corazón estaba roto en dicho momento que la profecía fue hecha.

A la par de ello, se dice que una noche, cuando el rey salió a caminar para pensar un poco en la mala noticia que se le habían dado sobre su descendencia, escuchó un llanto de un infante.

Alarmado, fue a buscar de dónde provenía, hasta encontrarse con una pequeña bebé humana abandonada en medio del bosque a las afueras del reino, a la cual acogió en sus brazos y llevó hasta el palacio real, en donde la tuvo oculta un largo periodo de tiempo sin que la gran mayoría del personal del castillo, así como su esposa y nobles, se dieran cuenta de su existencia.

Ese fue el origen de lo que estoy por presentarles.

Una noche oscura en verano
Llanto a mi corazón llama
Lágrimas me vuelven sano
Sonata bella del alma

Días en la oscura mazmorra
Cantos y dulces memorias
Sonrisas que mi mal borra
Deseos llenos de paz ebria

Tiempo que pronto ves volar
Años veloces pasan de mí
Una niña que suele pensar
Mujer que ya no reprimí

Paz serena y tortuosa
Cadenas de miedo seco
Vida que va muy deprisa
Oscuro y perpetuo eco

Guerra del valle de plata
Aullidos sangre derraman
Garras que son la carta
Visiones que ellos no calman

Salve a una hija perdida
Testimonio de la luna
Sacrifican bella vida
Traición de nuestra doctrina

Ya alzados los pecados
Luna de plata arribada
Sella maléfico miedo
Ruge bestia liberada

Destino que esperamos
Tomados de nuestras manos
Sentados con un ramo
Símbolo de amor paterno

Camino en mi destino
Alegre de mi corazón
La muerte alza el vino
De mi terrible conclusión

La noche después de esto, Eurimipe falleció, durante la luna llena.




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