Poemas y Narraciones

III

Corría buscando el violeta más intenso que sus ojos hayan visto jamás 
Encontraba ese color en las flores del campo que habían sido plantadas por sus antepasados, que también se quedaron prendados en algún color que fuera la causa de su vida, y se quedaron con el objeto del color más intenso que pudieron encontrar. 
Así cada uno vivía por el azul, otro por el rosa, por el amarillo, por el verde. Era la verdad de cada una de esas criaturas, que no podían ver otro color, todo lo demás se veía en gris, en blanco y en negro. Pero el que buscaba el violeta más intenso decidió un día alzar la mirada, y ver un color que nunca existió. Ese ser reminiscente le sonreía desde lejos, y le tendía la mano para llegar a ella. Él subió una de sus patitas. Ella lo llevó lejos de ese mundo y muy cerca de ella. Pero como la distancia fue tan grande, y la Luna tan longeva estaba destinada a vivir por mucho más tiempo, el Conejo murió antes de llegar. Entonces la Luna se quedó llorando, fue la primera criatura que amó; sin darse cuenta de que él moriría tan pronto. Se quedó aferrada a la figura del pequeño y dulce conejo. Ella lo sostuvo tan cerca de su corazón que nadie volvió a verlo nunca en el campo de flores. Así la Luna se hizo cada vez más pequeña y él cada vez más grande e intenso hasta caber perfectamente en ella. 
Desde entonces, cada vez que alguien levanta la cabeza para ver a la Luna, ve también al conejo, fusionado con ella para siempre. 
 



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En el texto hay: poesia, romance, amor

Editado: 02.07.2021

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