Estaba en la búsqueda de un antiguo sentimiento del cual había perdido su nombre
Había olvidado su olor
Había olvidado su risa
Y había olvidado su rostro
Solo quedaba el rastro de una débil imagen en una mente obsesionada
Era este capricho del ser, mi ser, por ser recordado
Lo que mantenía una ligera esperanza por encontrarle significado a un viejo capricho
Había olvidado sus besos
Había olvidado sus abrazos
Y había olvidado su voz
Era un aura de pesado remordimiento lo que sobrecargaba mi cuerpo
Era aquello, el “eso” que no se puede palpar, que no se ve, ni se oye
Eso que fue, será y no dejará de ser
Deseaba entonces, que la imagen que quedara de mí fuera lo suficientemente fuerte para no ser olvidado.