Pedía refugio a las sombras de árboles que se movían, me iba sobre la grava caliente, tambaleante cruzaba la calle y caía de bruces sobre el pasto seco.
De haber rodado colina abajo me habría perdido en alguna zanja.
Bajo el castigo de la luz los arboles seguían el camino, más adelante, dejándolo todo atrás.