Yacen cartas en el buzón del olvido
Cartas que nunca leí,
sobres que ya nunca voy a abrir
Tienen palabras que me sé de memoria,
abarcando ambos lados de la hoja, con una tinta roja.
Simplemente están ahí,
arrumbadas cual juguete viejo
Es un buzón que solía ser bonito,
que pinté yo mismo
Y yo mismo lo abandoné,
porque se volvió el abismo
hecho objeto.
Me quedo a verlo oxidarse
con esas cartas dentro
que llegan día con día
a quedarse en el correo
y mezclarse con lo antigüo.
El buzón del olvido es aquello ya dicho, aquello ya vivido.
Eso ya sufrido que no tengo
ánimos de volver a saber,
pero que sé que está ahí
porque es parte de mi ayer.