Cual súbdito enamorándose
de su reina, admirándola de lejos
pero cuidándola de cerca.
Es como hoy he caído por ti,
mi vida bella.
Trato de perderme en otra cosa
que no sean tus ojazos
o ese perfume de fresa
que se queda en mis sentidos
y altera mis latidos.
Toda una reina, inalcanzable,
hermosa, vanidosa
y preciosa,
y yo, un humilde obrero
que jamás te lo ha negado,
pero tampoco lo he aceptado
ni en tu presencia ni de nadie.
¿Qué diría el reino al enterarse?