Hastiado de la vida, el extremo de la cuerda acerco su mata desgreñada al fuego de la vela, imagino como la combustión de sus fibras la traerían redención y al final, la anhelada paz. En el umbral de la muerte y la vida, suspiro con ahínco, tensándose fuertemente creyó que aquel era el final. Sin darse cuenta, en el extremo mismo, su lado opuesto la observaba sin juzgar. Porque entendía sus sentimientos, porque no hay peor dolor que aquel que no se puede expresar.
La vida es dura y los cuentos de hadas pertenecen a las hadas más no a la realidad, moviendo cada fibra de su delgado cuerpo, el otro extremo de la cuerda la intentaba sosegar. La mierda es mierda, como el dolor es simplemente dolor, la vida no es justa, pero, eso no le quita la belleza.
Así como pasan cosas malas, también pasan cosas buenas y por esas cosas buenas son por las que se merece vivir. No pienses que estas sola cuando tras de ti están las fibras y estoy yo, tu lado opuesto. No te enciendas con una flama tan ordinaria, cuando podrías encenderte de alegría, de amor y gratitud.
Entonces, el extremo de la cuerda se alejó de aquella flama, observando la línea que no tiene marcha atrás.